Había una vez una escritora que inventaba cuentos. Eran historias en las que había castillos con murallas, con animales guardianes, señores oscuros y niñas presas. Cuentos fantásticos de amigos sinceros y brujas tuertas, de montañas rocosas y casas mágicas, de reyes que no existen unas veces y que son otras. Narraciones posibles de cosas imposibles y reales. Sucesos desgraciados condenados a acabar bien, misterios disparatados y heridas románticas, sabios que no sabían escribir y que habían sido princesas en otras vidas, pájaros que hablaban, gigantes, estrellas, niños que bebían hasta emborracharse y adultos que soñaban con volar.
Había una vez una escritora divertida. Que contaba historias hermosas porque eran poéticas porque se expresaba con belleza porque escogía muy bien las palabras. Unas veces bonitas y otras formando frases bonitas. Era una cuentista con encanto y una embaucadora honesta, ilusionista ilusionada.
Cuando DOS CUENTOS MARAVILLOSOS llegó a LA TIENDA DE LOPE

Recomiendo este libro porque me ha devuelto a la maravilla, a la sorpresa y a la sencillez. Los relatos que se leen, sobre todo en el caso de EL PASTEL DE DIABLO, metiendo primero la cabeza y dejándose llevar después de cuerpo entero entre las cosas que tienen sentido por cada incongruencia que representan. No se me ocurre más que decir. Creo que volveré a leerlo.
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