sábado, 2 de enero de 2010

LOS BOSQUES DE UPSALA

Álvaro Colomer. Alfaguara. 206 páginas. 18 euros.

Sobre mi última lectura comento en primer lugar que mi condición de personaje inventado me ha ayudado bastante en ella, principalmente desde la inmortalidad que me caracteriza y que supongo necesaria por cuanto que voy siendo. Como entiendo que sólo podría dejar de ser por una acción deliberada del librero, y es esta una posibilidad que me preocupa, pienso últimamente en una solución al respecto y que consistiría en algún tipo de acción deliberada que tendría que llevar a cabo en persona y (esto lo tengo bastante claro) de forma violenta contra el propio librero: como adelantándome al puñetazo inminente que voy a recibir con un pistoletazo certero que derribe su posibilidad, vaya. No es cierto que sienta peligro inminente alguno y, sin embargo, voy pergeñando un plan. Pero siempre me encuentro con el contratiempo que es el tendero pidiendo explicaciones por cuanto lee en el blog. De verdad que es para matarle.



Tengo más cosas que comentar. LOS BOSQUES DE UPSALA saca a la superficie de lo visible, de aquello que se tiene en cuenta, la asfixiante realidad de quien tiene un compañero suicida, de quien vive con una persona que ya no quiere vivir con nadie. Es esta novela triste y el lector no debe esperar esperanza entre sus páginas: la mujer de Julio quiere morir, quiere dejar el mundo que conoce, el que la hace sufrir. Julio se muestra desorientado e incapaz de asumir la situación, el mundo se vuelve chico en las páginas que se suceden con rapidez y hacia un desenlace, como el tiempo que lleva siempre a un tiempo nuevo y amenazador.

Álvaro Colomer nos narra también un capítulo fundamental en la vida de Julio que tiene que ver mucho con lo que ahora acontece. Los hechos que ahora está viviendo están estrechamente relacionados con aquel y esta relación ayuda al lector a entender mejor las circunstancias en las que debe desenvolverse Julio últimamente. Como junto a la vida íntima del protagonista hay la profesional ya tenemos, junto a un pasado fundamental, los factores necesarios que han de resolver el caso: cómo hacer cuando la persona más importante de tu vida quiere estar muerta.

Estamos en la mente de Julio, reflexiona en voz alta para nosotros y nos detalla cada acción que lleva a cabo, casi siempre en tiempo presente, y de manera secilla y, desde luego, atractiva. Narrativa templada para pintar a un personaje que pierde los nervios por momentos y hasta el punto de perder también el norte ético en su relación con los demás: vecinos, compañeros de trabajo, antiguos conocidos o completos desconocidos... novela implacable y oscura que, confieso, he leído con avidez.

Y así es como cierra el autor su TRILOGÍA DE LA MUERTE URBANA, que comenzara con los títulos LA CALLE DE LOS SUICIDIOS y MIMODRAMA DE UNA CIUDAD MUERTA, y que desconocería por completo de no ser por este último título.

1 comentario:

  1. Mi profesor de historia contemporánea universal (Ismael Saz, un tipo que me pareció muy majo desde que defendió que Hitler no estaba loco) nos habló en clase sobre cierta hipótesis según la cual la Guerra Fría fue una sucesión de sospechas sobre determinadas acciones cuya prevención acabó desatando dichas acciones sospechadas. Ejemplo: este tío tiene cara de darme un guantazo así que se lo voy a dar yo antes. De modo que al final te lo llevas (a menos que tu guantazo preventivo haya sido concluyente).

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