viernes, 7 de noviembre de 2014

Nº 79

Este fin de semana lo voy a dedicar a exponer algunos de mis libros en la primera feria dedicada a Luis Candelas que se va a celebrar en Alcazarén, pueblo cercano a Olmedo al que pertenece -por parte de madre- parte de mi ascendencia. Allí estaré con literatura hispánica del siglo XIX, libros de algunos autores de la zona y alguno que otro sobre bandoleros, que es a lo que estamos. Entre ellos esta historia del bandolerismo que ahora presento y cuyo inicio, que transcribo como siempre, deben leer porque no tiene desperdicio: yo creo que José María Mena no debe de estar ni medio espantado con las noticias que anegan estos días lo poco de crédulo que nos quedaba a los ciudadanos de a pie. De verdad que no salgo de mi asombro pero, vaya, quizá por puro morbo o curiosidad alguien se anime a leer el libro al completo, incluso a comprarlo. Se entiende que también al completo. No esperaba encontrarme con esto: lo dejo más bien como testimonio: este libro existe.
En cualquier caso creo que se trata de un libro interesante por cuanto que el autor ha profundizado en la investigación del tema y por sus páginas pasean algunos de los bandoleros más famosos, además de incluir las memorias de Juan Caballero. Filosofías aparte parece un libro serio.

José María Mena, 2006
Almuzara, 2006

218 páginas.
18 €.


EL FENÓMENO DEL BANDOLERISMO.

El fenómeno del bandolerismo ha sido tema de investigación por infinidad de estudiosos y desde diversos puntos de vista, sociología, jurisprudencia, criminología, historia, y hasta floklore.

En realidad la cuestión es sumamente sencilla: el ser humano tiende, por su propia naturaleza, a ser bandido, es decir, a apoderarse de lo ajeno. El animal humano forma parte de un ecosistema, como cualquier otro animal. Tiene que alimentarse de los frutos silvestres, y apoderarse de los animales a su alcance, ya para comérselos, ya para valerse de ellos y procurarse  la lana del vestido, contra el frío; o el trabajo, utilizando al animal el asno, el caballo, el camello o el buey, para que le transporte a él, o para que transporte sus pertenencias, o los materiales con que construir su choza o cabaña. 

Lo malo es que el hombre no es siempre Adán, el primero. Y un hombre cualquiera, desde Cromagnon hasta el siglo XXI, se encuentra con que otros, que nacieron antes, llegaron antes que él a los frutales, los animales de caza, o las bestias. Entre el hombre individual en cada época, y los bienes que desea o necesita adquirir, hay una barrera formada por actuaciones, pactos, leyes, elaboradas por otros hombres anteriores a él.

Para evitar que ese hombre se apodere de lo que le apetece o necesita, se ha creado un sistema de educación, diríamos exactamente de domesticación y de urbanidad. Domesticación o sea enseñanza y obligación de entrar en una vida doméstica, y urbanidad, o sea la adaptación mediante la enseñanza, a vivir en la urbe, en la vida urbana, en la que "el otro" es poseedor de las cosas (...)

2 comentarios:

  1. Digamos que el bandolerismo es una tradición patria más. Una tradición que ha evolucionado de una forma muy curiosa e inversa: se empezaba robando a los ricos para dárselo a los pobres (como podía ser el caso de Luis Candelas) y se ha terminado robando a los pobres para dárselo a los ricos (el caso de Luis Bárcenas).

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    1. Pues se me ha borrado la respuesta, como siempre últimamente. Decía que, además, los bandoleros del XIX vestían elegantes, con sus camisas blancas relucientes y sus chalecos y pantalones molones, no como los desgraciados de ahora que visten insulsos como un caracol pero con más babas.

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