viernes, 14 de noviembre de 2014


Nº 80


Hace ahora quince días que Esther Pérez Arribas y yo conocimos a Concha de la Casa en el contexto del Salón Internacional del Libro Teatral que en El Matadero de Madrid se celebraba esos días. Ella es voz, sospecho que alma, del Centro de Documentación de las Artes de los Títeres de Bilbao, y desde el principio nos ofreció conversación grata sobre el tema. Es mujer apasionada de los títeres y de los libros que los tratan, ya sean técnicos o guiones. El caso es que me traje para Olmedo algunos títulos que Teatro Arbolé publica a través de su colección Titirilibros y aquí muestro uno que recoge dos de las obras del histórico personaje Pelegrín, creado por José Ignacio Juárez hace ya treinta años: EL CABALLERO NEGRO y EL CABALLERO ENCANTADO. Transcribo parte del prólogo, a cargo de Pablo Girón Cárter. Cuántos nombres.

José Ignacio Juárez Montolío,1998 y 2005.
(Ilustrac: Samuel Aznar, José Luis Cano y Vicente Villarrocha // Prólogo: Pablo Girón Cárter)

Teatro Arbolé, 2006.

110 páginas.
10 €.


EL CABALLERO NEGRO / EL CABALLERO ENCANTADO: DOS HISTORIAS DE AMOR(ES)

Los títeres pueden ser buenas personas, o malas personas, o regulares, o todo a la vez; de la lectura de cualquiera de los textos para títeres de José Ignacio Juárez Montolío se puede deducir este principio axiomático. Los dos textos incluidos en el tercer libro que la colección Titirilibros edita de este autor abundan en esta percepción. Detrás de la fachada de cuentos tradicionales enmarcado en un ambiente típicamente medieval, se encuentra la realidad en estado puro, esa que aconseja la no demonización del contrario sino la objetivación de éste para percatarnos de algo que tan a menudo se olvida: todo el mundo tiene una parte buena. Una segunda afirmación aparece también como consecuente inevitable: todo el mundo tiene una parte mala.

Una de las características fundamentales del teatro de títeres es su concepto de la síntesis, síntesis que parece contradictoria con lo anteriormente afirmado. En efecto, la complicación inherente a unos caracteres complejos en los que caben múltiples rasgos contrapuestos parece situarse en oposición a la idea de síntesis. Esta conntradicción es sin embargo aparente. La síntesis es hegeliana, no es simplicidad, un personaje sintético no ha de ser necesariamente un personaje simple. El talento del autor consigue sintetizar orgánicamente en "El Caballero Negro" y "El Caballero Encantado" los rasgos aparentemente contradictorios de los personajes y construir unos caracteres completos, complejos y llenos de contrastes, profundamente humanos. Con ellos puede surgir la magia del teatro que a mí me parece inevitablemente unida al juego de los personajes.

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