jueves, 8 de abril de 2010

ALEJANDRO CASONA


Alejandro Casona, que fue Rodríguez Álvarez al nacer, empezó su vida en la aldea asturiana de Besullo, que hoy pertenece al concejo de Cangas del Narcea. 23 de marzo de 1903. De abuelo herreo, de los de mazo romano en mano, este asturiano que buscó en la propia aldea su nombre artístico (Casona hace referencia a la casa en la que vivía) dijo en su momento, entre las cosas fantásticas que le gustaba decir, que de no haber sido dramaturgo le hubiera gustado lo de la fragua, el golpear el hierro al rojo para hacerlo gritar luego en el agua. Casona fue un nostálgico de la aldea y a ella volvió cuando pudo, y visitó otras porque todas ellas alimentaron su alma de artista.

El caso Casona (¡toma!) es particularmente atractivo porque en él lo fantástico se mezcla con lo real y lo condiciona. Aún nos recordaba en una compilación de textos autobiográficos relizado por Lia Beeson, y a la que pueden acudir picando en la foto que encabeza esta entrada, que en su aldea eran típicas las canciones basadas en romances famosos de los siglos XIV, XV y XVI: lobos, pastores, príncipes, encantamientos... la lírica astur de la que luego los críticos hablarán cuando ya en el tercer decenio del siglo XX empiece a ser reconocida la figura del Casona como una de las llamadas a renovar la dramaturgia española.

La figura del gran castaño que había en su casa, de tronco hueco, en el que cabían siete u ocho niños y que unas veces era castillo y otras barco, que podía ser palacio y también bosque, esa figura a la que llamaban la castañarona se me antoja ideal. Seguramente porque nunca lo conocí y porque es muy sugestiva, para mí es sólo potencial. Me imagino al niño Casona fraguando sueños, con su martillo romano moldeando piratas o príncipes.

- Pues dicen en el gobierno que las niñas ya no quieren ser princesas.
- ¿Ah, no?
- No. Nos van a cambiar los cuentos.
- ¿Sí? ¿Y los educadores qué dicen?
- No sé.
- ¿Y los profesores?
- Ni idea.
- ¿Y los literatos?
- Vaya usted a saber.
- ¿Y los libreros?
- ¿Los libreros? ¿Qué cosa son esos?
- Oiga, ¿y estos del gobierno cómo saben qué quieren las niñas?
- No lo saben. Quieren hacer a las niñas porque, de lo contrario, las niñas corren el riesgo de hacerse solas.
- Ay, Dios, miedo me da sólo pensarlo...

Había en Besullo una bruja de verdad. No es que sea esto especialmente importante. De hecho prefiero mil veces las brujas de mentira, pero en Besullo había una de verdad, lo cual no deja de ser curioso. Le tiraban los niños piedras y la querían mucho. No sé bien cómo estas cosas son pero nos dice el dramaturgo que era capaz de curar enfermedades, que conocía los secretos de algunas plantas. Y que daba miedo. Cuando murió le hicieron un entierro distinto: marginal.

No se crean. Estas son cuestiones importantes porque es el propio Casona quien las da importancia. La niebla también es importante: engaña a los sentidos y les da un halo fantasmagórico, las cosas que están donde no se las ve, que se presentan ante uno cuando aún no las espera: la duda y la especulación van envueltas en el vaho misterioso de la niebla cantábrica.

Los papás, que no lo he dicho, maestros. Así que familia pobre y dispersa porque cubrían destinos distintos del norte peninsular, así que el hijo estaba unas veces con el padre y otras con la madre, como si estuvieran divorciados. A cambio, hay que suponer, el niño Alejandro tendría un acceso sencillo a la cultura, a los libros. Nos habla de hecho de una edición de LA VIDA ES SUEÑO que su padre guardaba y que, finalmente, fue la obra que le abrió los ojos, que le abrió la puerta hacia el teatro.

Estudió los dos primeros años del bachillerato en el Jovellanos de Gijón y terminó sus estudios secundarios en Murcia, pues los cambios de destino de los padres continuaban. Él mismo, ya en 1928 sería destinado al Valle de Arán, como profesor, donde escribió sus primeras obras de importancia. Pero antes, aún en Murcia, descubriría de la mano de su amigo Antonio Martínez el veneno de las tablas. Se escaparon de sus casas y recorrieon los caminos de los cóminos una temporada hasta que fueran abandonados para volver a sus casas con las cabezas gachas. Pero aún tuvo una -verdadera- oportunidad tras la baja de uno de los actores de la compañía Josefina Díaz y Manuel Collado. Participó en doce representaciones con personajes distintos. Fue una segunda toma de contacto que ya marcó su futuro para siempre.

Dice Alejandro Casona, hablando de sus padres, de su familia, que la profesión de maestro era por aquel entonces la peor remunerada. Pero pienso que habría de ser por aquello de buscarse el pan que en 1922 ingresara en la Escuela Superior de Magisterio, en Madrid. Lo que es seguro es que de comediante no podría, al menos entonces, ganarse la vida. Y el caso es que en 1928, año en el que se casa con Rosalía Martín, se va al Valle de Arán a trabajar como maestro. Y allí escribe ya LA PÁJARA PINTA y allí escribe LA SIRENA VARADA.

Es a partir de esta obra cuando la carrera del asturiano se embala. Gracias a algunos contactos consigue que Margarita Xirgú se interese por La Sirena. Ahí es nada, seguramente la actriz más reconocida del momento. La obra consigue, además, el premio de teatro LOPE DE VEGA en 1933 y al año siguiente se estrena en el Teatro Real y, al poco, París y Roma. Recuerden que, además, había sido galardonado en el 32 con el premio Nacional de Literatura con FLOR DE LEYENDAS. En fin, que la entrada de la república en 1931 viene cargada de buenas circunstancias para el dramaturgo. NUESTRA NATACHA es otra de las obras del momento.

Pero, además, es con la república que nace también el Patronato de Misiones Pedagógicas del que confieso que aún no conozco lo suficiente. Sí sé que gracias a estas misiones muchas poblaciones españolas que aún estaban encladas en el analfabetismo tuvieron acceso a los libros (como vimos hace unos días en el caso de María Moliner) y al teatro, a los otros mundos que se representan sobre tablas y ante las bocas abiertas de espectadores pobres. Casona dirigió durante cinco años este TEATRO DEL PUEBLO. Cincuenta muchachos y muchachas, estudiantes de universidades, facultades y escuelas, que participaban por la cara, para divertirse. El material y los enseres eran sencillos. Los escenarios de tablas eran construídos por los propios actores. Casona lo ve como el momento más importante de su vida, cuando más aprendió del teatro y de la vida, dice.

Pero ya saben que en este país se pasa por el treinta y seis sí o sí. Casona se fue a Francia y de allí a Hispanoamérica: Buenos Aires, México, La Habana, Puerto Rico, Colombia, Venezuela... el éxito mayor, su mayor reconocmiento le llega fuera de España. LA DAMA DEL ALBA, EL CABALLERO DE LAS ESPUELAS DE ORO, LOS ÁRBOLES MUEREN DE PIE, PROHIBIDO SUICIDARSE EN PRIMAVERA, en fin... participa en radio, cine, prensa e, incluso, en el cine, como guionista o adaptador de guiones dramáticos. En definitiva, una vida tan afamada como tantos desean.

En 1962, veinticinco años después, el teatro de Casona vuelve a representarse en España: La Dama del Alba. En 1964 se representa también El Caballero de la Espuela de Oro. Todo empieza a pintar bien pero un año después Casona muere a los sesenta y dos años de edad, más temprano de la cuenta.

2 comentarios:

  1. Hace unos días pude ver la versión que el grandísimo Gustavo Pérez Puig hizo de La dama del alba en el programa Estudio 1 de Televisión Española.
    Aún sigo impresionado por el altísimo nivel del texto, tanto en el desarrollo de la historia como en el lenguaje tan... español.
    Impacta el sonido de frases tan exactas como bellas, de los diálogos envueltos en una tristeza sustituida, en ocasiones, por una melancolíca apatía.
    Me alegra ver reivindicado en tu blog el nombre de tan magnífico autor.

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  2. Gracias, Arrecogiendobellotas. Casona es un autor que deberá aparecer más veces en este blog. Sin embargo no creo que abandone la opinión según la cual el teatro no está escrito para ser leído si no, más bien, para ser representado (y visto) sobre las tablas. Así que siempre me queda la duda de si debo primar novelistas, cuentistas y poetas sobre dramaturgos a la hora de traerlos al blog.

    De todas formas estos días, con el Olmedo Clásico a la vista, aparecerán por aquí lopes, tirsos, y shakespeares...

    Un saludo.

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