Así que descansado el señor de su primera y solitaria salida, de vuelta a casa pero aún encantado entre fantasmas literarios y deberes inaplazables logra, un día, enredar a un aldeano llamado Sancho Panza (o Zancas, o algo así), vecino del lugar, para preparar su segunda salida, la que los llevará directamente a la aventura más famosa del libro, la que todo el mundo conoce: los molinos de viento.
Hay que decir que estructuralmente la novela viene un poco retorcida. Digamos que lo que hoy se considera novela original, primigenia, termina justo tras el escrutinio, esto es, al final del capítulo séptimo. Sin embargo, cuando Cervantes decide continar la historia, seguramente gracias al hallazgo que es el personaje de Panza, incluye en esta primera parte el comienzo de la segunda salida, con la aventura de los molinos y la mitad de la del vizcaíno incluidas.
De esta manera, la segunda parte de esta novela dará comienzo en el capítulo nueve y a mitad del suceso que lleva a don Quijote y al vizcaíno a sacudirse de lo lindo, cuando hace ya algunas páginas que ha ensartado su lanza en una de las gigantescas aspas de molino con los que lucha ante el asombro del labriego. La razón de que esta aventura sea dividida en dos y forme parte de dos bloques es que el autor, Cervantes (pero esto ya lo sabía usted, lector), pierde la pista de la historia del trasnochado caballero. Hasta ahí sabe: don Quijote mantiene espada en alto frente a la de un rudo vizcaíno al que se ha empeñado en reconocer como encantador o secuestrador de la princesa que va en el coche y que, en realidad, es una señora, también vizcaína, a la que protege. ¿Y luego? De lo que luego viniera confiesa el autor que no sabe más o, mejor dicho, que no hubiera sabido más de no darse un hecho extraordinario.
Es el propio autor, Cervantes, quien confiesa que halló en Toledo un texto arábigo de un historiador llamado Cide Hamete Benengeli, al que podríamos llamar el berenjeno, y titulado HISTORIA DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA. Qué les parece. Se trata de un hecho extraordinario a la par que ordinario. El hallazgo es extraordinario porque responde a la casualidad, a la suerte, y ordinario por cuanto que, de hecho, era típico de los libros de caballerías que hincaran sus raíces, sus orígenes históricos, en papeles y documentos a menudo extraviados o o de difícil catalogación, lo que les daba cierto aire legendario cuando no mágico. La crónica se mezclaba con la ficción en aquella época en la que la novela aún no existía como hoy la conocemos.
Don Quijote de la Mancha es la parodia de aquellos libros de caballerías (que no crónicas de caballeros) que tanto se leían en la época. Sin embargo está planteado como uno de tales. Cervantes no deja pasar ni un detalle y tras la inicial sorpresa que debía de ser para el lector de la época la historia de el hidalgo loco ("hidalguillo loco", llama don Rodrigo a don Alonso en EL CABALLERO DE OLMEDO, cinco años posterior) ya puede, tras ponerse cómodo y asir con fuerza el origen de la historia, seguir las aventuras estrafalarias y patéticas de este don Quijote. Todo lo que se cuente a partir del momento, desde este punto y hasta el final, es traducción de los texto aparecido en Toledo. El texto igual podría haber aparecido en una cueva custodiada por un animal mitológico, pero se trata, en cualquier caso, de un texto oculto que ha aparecido. Un origen misterioso el de los hechos acaecidos en aquel verano de 1614. Mes de julio.
Pues bien, don Quijote, acompañado de su alucinado escudero, ingenuo en su ambición y, por tanto, tonto del culo, arremete contra el vizcaíno que no es capaz de protegerse y este cae al suelo completamente doblegado y sangrando abundantemente tras el radical golpe que recibe en la cabeza, la cual apenas tenía cubierta por una almohada. Este se verá obligado a rendirse y aún tendido en el suelo deberá escuchar de boca de don Quijote que es obligación suya presentarse ante la sin par Dulcinea del Toboso para que sea ella quien con él haga lo que viera oportuno, ya que le ha perdonado la vida.
El el grueso de la novela ha dado comienzo con la incorporación del gran personaje que es Sancho Panza. Se trata de un personaje complejo porque su ambición, sus pasiones materialistas, lo llevan a creer en un loco, produciéndose así un estado ambiguo en su psicolgía, pues es por un lado el encargado en mantener lel vínculo con la realidad y por otro quien justifica las alucinantes andanzas de su amo pues, sin él, la persona que lo escucha y, como se suele decir, que le da cuartelillo, las aventuras de don Quijote serían imposibles, al menos desde que volviera a casa tras su primera salida. Podríamos decir que Sancho es tonto en varios sentidos y, aunque nunca lo he oído ni leído de esta manera, bien podría resumir que las andanzas de don Quijote y Sancho Panza son las andanzas de un loco y un tonto. A partir de esta combinación surgen algunos de los diálogos más inteligentes y cautivadores de la literatura hispánica.
En el que va a continuación, Sancho ha regresado junto con el barbero y el licenciado, a quienes se encontró cuando iba a visitar a Dulcinea según mandato de don Quijote, a las rocas de Sierra Morena. Allí espera don Quijote noticias de su amada y hacía penitencia por ella, igualito que los caballeros andantes. En realidad Sancho no llega a ver a Dulcinea, la labradora Aldonza Lorenzo en quien el loco ve doncella hermosa y otros patatines, precisamente porque por el camino se encuentra con el barbero y el licenciado, que buscan al loco hidalgo. Ya todos juntos entre los peñascos donde espera don Quijote y tras discutir los dos sobre cuestiones pertenecientes a la ínsula y prácticamente llegar a las manos se produce este diálogo:
- Echemos, Panza amigo, pelillos a la mar en esto de nuestras pendencias, y dime ahora, sin tener en cuenta con enojo ni rencor alguno: ¿Dónde, cómo y cuándo hallaste a Dulcinea? ¿Qué hacía? ¿Qué le dijiste? ¿Qué te respondió? ¿Qué rostro hizo cuando leía mi carta? ¿Quién te la trasladó? Y todo aquello que vieres que en este caso es digno de saberse, de preguntarse y satisfacerse, sin que añadas o mientas por darme gusto, ni menos te acortes por no quitármele.
- Señor -respondió Sancho-, si va a decir la verdad, la carta no me la trasladó nadie, porque yo no llevé carta alguna.
- Así es como tú dices -dijo don Quijote-; porque el librillo de memoria donde yo la escribí le hallé en mi poder a cabo de dos días de tu partida, lo cual me causó grandísima pena, por no saber lo que habías tú de hacer cuando te vieses sin carta y creí siempre que te volvieras dasde el lugar donde la echaras menos.
- Así fuera -respondió Sancho-, si no la hubiera yo tomado en la memoria cuando vuestra merced me la leyó, de manera que se la dije al sacristán, que me la trasladó del entendimiento tan punto por punto, que dijo que en todos los días de su vida, aunque había leído muchas cartas de descomunión, no había visto ni leído tan linda carta como aquélla.
- Y ¿tiénesla todavía en la memoria, Sancho? -dijo don Quijote.
- No, señor -respondió Sancho-, poque después que la di, como vi que no había de ser de más provecho, di en olvidalla; y si algo se me acuerda, es aquello del sobajada, digo, del soberana señora, y lo último: Vuestro hasta la muerte, el Caballero de la Triste Figua. Y en medio de estas dos cosas le puse más de trescientas almas, y vidas, y ojos míos.
Final del trigésimo capítulo.
Termino el próximo día ya con una propuesta de lectura: humilde.
P.D. Me surge una duda respecto a la condición del autor y del narrador. Cervantes había aparecido nombrado en el escrutinio como autor de LA GALATEA y, por tanto, como personaje. Sin embargo, a partir de la segunda parte, cuando la historia se convierte en la traducción de un texto arábigo, del historiador berenjeno, Cervantes aparece como narrador claramente. ¿Alguien puede explicarlo?
Es el propio autor, Cervantes, quien confiesa que halló en Toledo un texto arábigo de un historiador llamado Cide Hamete Benengeli, al que podríamos llamar el berenjeno, y titulado HISTORIA DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA. Qué les parece. Se trata de un hecho extraordinario a la par que ordinario. El hallazgo es extraordinario porque responde a la casualidad, a la suerte, y ordinario por cuanto que, de hecho, era típico de los libros de caballerías que hincaran sus raíces, sus orígenes históricos, en papeles y documentos a menudo extraviados o o de difícil catalogación, lo que les daba cierto aire legendario cuando no mágico. La crónica se mezclaba con la ficción en aquella época en la que la novela aún no existía como hoy la conocemos.
Don Quijote de la Mancha es la parodia de aquellos libros de caballerías (que no crónicas de caballeros) que tanto se leían en la época. Sin embargo está planteado como uno de tales. Cervantes no deja pasar ni un detalle y tras la inicial sorpresa que debía de ser para el lector de la época la historia de el hidalgo loco ("hidalguillo loco", llama don Rodrigo a don Alonso en EL CABALLERO DE OLMEDO, cinco años posterior) ya puede, tras ponerse cómodo y asir con fuerza el origen de la historia, seguir las aventuras estrafalarias y patéticas de este don Quijote. Todo lo que se cuente a partir del momento, desde este punto y hasta el final, es traducción de los texto aparecido en Toledo. El texto igual podría haber aparecido en una cueva custodiada por un animal mitológico, pero se trata, en cualquier caso, de un texto oculto que ha aparecido. Un origen misterioso el de los hechos acaecidos en aquel verano de 1614. Mes de julio.
Pues bien, don Quijote, acompañado de su alucinado escudero, ingenuo en su ambición y, por tanto, tonto del culo, arremete contra el vizcaíno que no es capaz de protegerse y este cae al suelo completamente doblegado y sangrando abundantemente tras el radical golpe que recibe en la cabeza, la cual apenas tenía cubierta por una almohada. Este se verá obligado a rendirse y aún tendido en el suelo deberá escuchar de boca de don Quijote que es obligación suya presentarse ante la sin par Dulcinea del Toboso para que sea ella quien con él haga lo que viera oportuno, ya que le ha perdonado la vida.
El el grueso de la novela ha dado comienzo con la incorporación del gran personaje que es Sancho Panza. Se trata de un personaje complejo porque su ambición, sus pasiones materialistas, lo llevan a creer en un loco, produciéndose así un estado ambiguo en su psicolgía, pues es por un lado el encargado en mantener lel vínculo con la realidad y por otro quien justifica las alucinantes andanzas de su amo pues, sin él, la persona que lo escucha y, como se suele decir, que le da cuartelillo, las aventuras de don Quijote serían imposibles, al menos desde que volviera a casa tras su primera salida. Podríamos decir que Sancho es tonto en varios sentidos y, aunque nunca lo he oído ni leído de esta manera, bien podría resumir que las andanzas de don Quijote y Sancho Panza son las andanzas de un loco y un tonto. A partir de esta combinación surgen algunos de los diálogos más inteligentes y cautivadores de la literatura hispánica.
En el que va a continuación, Sancho ha regresado junto con el barbero y el licenciado, a quienes se encontró cuando iba a visitar a Dulcinea según mandato de don Quijote, a las rocas de Sierra Morena. Allí espera don Quijote noticias de su amada y hacía penitencia por ella, igualito que los caballeros andantes. En realidad Sancho no llega a ver a Dulcinea, la labradora Aldonza Lorenzo en quien el loco ve doncella hermosa y otros patatines, precisamente porque por el camino se encuentra con el barbero y el licenciado, que buscan al loco hidalgo. Ya todos juntos entre los peñascos donde espera don Quijote y tras discutir los dos sobre cuestiones pertenecientes a la ínsula y prácticamente llegar a las manos se produce este diálogo:
- Echemos, Panza amigo, pelillos a la mar en esto de nuestras pendencias, y dime ahora, sin tener en cuenta con enojo ni rencor alguno: ¿Dónde, cómo y cuándo hallaste a Dulcinea? ¿Qué hacía? ¿Qué le dijiste? ¿Qué te respondió? ¿Qué rostro hizo cuando leía mi carta? ¿Quién te la trasladó? Y todo aquello que vieres que en este caso es digno de saberse, de preguntarse y satisfacerse, sin que añadas o mientas por darme gusto, ni menos te acortes por no quitármele.
- Señor -respondió Sancho-, si va a decir la verdad, la carta no me la trasladó nadie, porque yo no llevé carta alguna.
- Así es como tú dices -dijo don Quijote-; porque el librillo de memoria donde yo la escribí le hallé en mi poder a cabo de dos días de tu partida, lo cual me causó grandísima pena, por no saber lo que habías tú de hacer cuando te vieses sin carta y creí siempre que te volvieras dasde el lugar donde la echaras menos.
- Así fuera -respondió Sancho-, si no la hubiera yo tomado en la memoria cuando vuestra merced me la leyó, de manera que se la dije al sacristán, que me la trasladó del entendimiento tan punto por punto, que dijo que en todos los días de su vida, aunque había leído muchas cartas de descomunión, no había visto ni leído tan linda carta como aquélla.
- Y ¿tiénesla todavía en la memoria, Sancho? -dijo don Quijote.
- No, señor -respondió Sancho-, poque después que la di, como vi que no había de ser de más provecho, di en olvidalla; y si algo se me acuerda, es aquello del sobajada, digo, del soberana señora, y lo último: Vuestro hasta la muerte, el Caballero de la Triste Figua. Y en medio de estas dos cosas le puse más de trescientas almas, y vidas, y ojos míos.
Final del trigésimo capítulo.
Termino el próximo día ya con una propuesta de lectura: humilde.
P.D. Me surge una duda respecto a la condición del autor y del narrador. Cervantes había aparecido nombrado en el escrutinio como autor de LA GALATEA y, por tanto, como personaje. Sin embargo, a partir de la segunda parte, cuando la historia se convierte en la traducción de un texto arábigo, del historiador berenjeno, Cervantes aparece como narrador claramente. ¿Alguien puede explicarlo?
En la universidad leí la primera parte del Quijote y, para mi sorpresa, no solo no me aburrió, sino que me gustó. Ahora tengo pendiente de leer la segunda parte. Además estos días, estudiando para el examen de Literatura del Siglo de Oro, me ha tocado leer algunos fragmentos y he disfrutado mucho. Saludos.
ResponderEliminarQue bien que hayas retomado El Quijote, porque casualmente, ayer estuve charlando con un gran conocedor de la obra. Es una persona de las que antiguamente llamabamos profesores nacionales y más en concreto de Lengua Castellana. El es coleccionista de Quijotes y amante de la obra. Tiene en sus estanterías en torno a 200 ejemplares algunos de 1800 y 1900, con precios que rondan los 2000 y 3000 euros. Dejando las cifras aparte, me contaba, entre otras cosas, que aquellos que hemos sido muy perezosos con la novela, nos animemos a empezarla por donde queramos, recomendaba que la segunda parte es muy liviana, como por ejemplo, las conversaciones de Sancho con su mujer. También me comentaba que según vas leyendo vas descubriendo que trescientos años después, la sociedad española no ha cambiado tanto. Leyéndo con interés, descubres que la obra no está para nada desfasada.
ResponderEliminarEs una pena que no pueda colgar él directamente sus opiniones, ya que se niega rotundamente a todo aquello que tenga que ver con la tecnología, incluidos los e-book. De todas maneras seguiré charlando con él y os aportaré sus opiniones. Salud.
Para mi oprobio y vergüenza, nunca he leido El Quijote. Y eso que lo tengo en casa, completo, entero, dos tomos... Iré al infierno por ello ? Por si acaso me los llevaré a la Residencia cuando me toque... Eso si no muero antes en pecado mortal !
ResponderEliminarExcelente tu análisis y planteamiento, pero no tengo respuesta.
Blanca
Hola, Goizeder. Para mi lo mejor del Quijote está en la primera parte aunque, en su conjunto, quizá la segunda sea mejor, más equilibrada. En ese sentido, haré una propuesta de lectura arriesgada el próximo día. Quizá algún profe universitario me corriera a escobazos gustosamente.
ResponderEliminarAlfredo, me encantaría conocer al profesor de lengua del que hablas. Siento que las circunstancias en las que hablaras con él no fueran las mejores. Haz una cosa por mi: trasládale la pregunta que dejo en la posdata de esta entrada. A ver qué nos cuenta. Por cierto, esto de la interné y los blogs es ya tecnología antigua: házselo saber también.
Blanca, no disimules, sé que no te da vergüenza no haber leído El Quijote. En esta vida es necesario respirar, comer (y lo contrario) y poco más. Sobrevivirás, sobre todo porque El Quijote está en toda la tradición novelística posterior: no es preciso conocer El Quijote, pero es gozoso disfrutarlo. Si vas al infierno será por otros motivos (merecidos).