sábado, 26 de febrero de 2011

Nº 32

Roberto Bolaño, Manuel Vicent y Juan Marsé tocan, hoy que en la tienda continúan entrando novedades como parados en oficinas del Inem. Comento brevemente tres títulos tras haber sido discriminados cincuenta, aunque alguno de ellos merece la pena. Y aún hay por ahí tres cajas por abrir.

Siento ser aguafiestas pero en este país se publica demasiado, un tanto por ciento bastante alto merecería ser echado a la trituradora, directamente, aunque ocurre a menudo que esas piezas se convierten en superventas y otras que son superventas antes incluso de ponerse a la venta. El sistema comercial de producción y venta de libros merecería ser explicado desde el ensayo literario y hasta la novela negra. A más de uno se le pondrían los pelos de punta.

El género, por lo demás y mientras se mantuvo en su sitio, feliz de la novela histórico enigmática está petado de mediocres y de malos escritores que han seguido por la estela que marcaran los señores marrones, y por eso desde hace algunos meses, años, el fenómeno superventa está ampliando miras y está ya muy de moda el policiaco norteuropeo. En este sentido y a fecha de hoy es importante para cualquier escritor complementar la vocación literaria y el gusto por las tramas policiacas con una nacionalidad adecuada, de manera que si, por ejemplo, eres sueco la probabilidad de ser publicado es mucho mayor que si no. Hoy en día das una patada a una piedra y salen tres escritores suecos de culto (uno de culto, dos de culto y tres de culto) que han escrito la novela del año. Repárese en la de piedras con las que uno puede tropezar en un camino cualquiera y se obtendrá el número de libros del año que salen cada año. Además, un buen apellido lima alguna aspereza de la que nuestra narrativa pudiera adolecer y si no te apellidas Larsson bien pudieras utilizarlo como seudónimo. Así que un consejo: no pierdan el tiempo en mejorar su estilo ni en expresarse a través de su escritura, los editores no necesitan que usted se exprese, a ellos les importa poco que tenga algo que contar: nacionalícese sueco, póngase Larsson (o algo tan parecido que se confunda con dicho apellido) y cuente cualquier película que se le ocurra. Si no sabe escribir puede echar mano de todos los tópicos necesarios para que parezca lo contrario.

A usted, lector honesto que gusta de la literatuta histórica y de la policiaca, tengo que decirle que no debe preocuparse. El género es amplio y en él pueden encontrarse buenos  autores. Para la reputación de Follet, por ejemplo, autor que no me interesa, cuento con la opinión positiva de, al menos, un par de amigos fiables en lides literarias e históricas. Y la novela policiaca que por aquí recomendamos la ha escrito a finales del siglo XX el chileno Bolaño.

LOS SINSABORES DEL VERDADERO POLICÍA es lo último que los editores han rescatado de uno de los escritores que más influyentes van a ser en este principio de siglo XXI, por lo menos. Según nos cuentan en la contraportada el lector podrá volver a algunos paisajes ya conocidos de ESTRELLA DISTANTE, LOS DETECTIVES SALVAJES o 2666, con sus personajes ya legendarios, y sus recreaciones literarias. Una novela que mucho me temo hubo de quedar inconclusa y alguien que no fue Bolaño habrá concluido.  En este sentido el prólogo de Juan Antonio Masoliver Ródenas pone mucho interés en justificar la edición: se insiste en que se han cotejado manuscritos, papeles mecanografiados y archivos informáticos, también se insiste en que en Bolaño (estoy de acuerdo) es más importante cada parte, el desarrollo, que la unidad que se monta o queda montada al cerrar el libro, en fin... no sé si quedo convencido, más teniendo en cuenta en la afirmación del chileno que una y otra vez aparece alrededor de esta obra: El policía es el lector, que busca en vano ordenar esta novela endemoniada. De verdad que no sé si Anagrama está haciendo bien o no. 323 páginas. 19, 50 €. Como empieza:

I. LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN.
1. Para Padilla, recordaba Analfitano, existía la literatura heterosexual, homosexual y bisexual. Las novelas, generalmente, eran heterosexuales. La poesía, en cambio, era absolutamente homosexual. Dentro del inmenso océano de ésta distinguia varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran la de los maricones y la de los maricas. Walt Whitman, por ejemplo, era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica. William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso simplemente asexual. Ruben Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las locas (en nuestra lengua, claro está; en el mundo ancho y ajeno el paradigma seguía siendo Verlaine el Generoso). Una loca, según Padilla, estaba más cerca del manicomio florido y de las alucinaciones en carne viva mientras que los maricones y los maricas vagaban sincopadamente de la Ética a la Estética y viceversa. Cernuda, el querido Cernuda, era un ninfo y en ocasiones de gran amargura un poeta maricón, mientras que Guillén, Aleixandre y Alberti po- (...)



AGUIRRE, EL MAGNÍFICO es lo último de Manuel Vicent y podría ser otro ejemplo de que se crean cosas interesantes entra las ficciones históricas, y entre la divulgación. La biografía del decimoctavo duque de Alba que ascendió " desde la alcantarilla de la clandestinidad a los palacios", según palabras del propio autor. De este leyó hace años un par de obras el librero: SON DE MAR (que creo que tiene peli) y CUERPOS SUCESIVOS, extraña obra muy poética y muy olvidada. Es más conocido por otras obras, como TRANVÍA A LA MALVARROSA y, en general, siempre se nos ha presentado como autor interesante, al que volver. Edita Alfaguara. Tiene doscientas sesenta páginas. Cuesta dieciocho con cincuenta euros. Empieza así:



1985.
De cómo fui nombrado biógrafo del duque ante el rey de España con un chorizo de Catimpalos en la mano.

El 23 de abril de 1985, en la Universidad de Alcalá, el novelista Torrente Ballester acababa de pronunciar en el paraninfo el discurso de aceptación del Premio Cervantes, y después de la ceremonia, con la imposición de la inevitable medalla, se celebraba un vino español en el severo claustro renacentista alegrado con algunas flores y setos tranquilos. Bandejas de canapés y chorizos de Catimpalos, cuya grasa brillaba de forma obscena bajo un sol de primavera, pasaban a ras del pecho de un centenar de invitados, gente de la cultura, escritores, políticos, editores, poetas. Uno de ellos era Jesús Aguirre, duque de Alba. Lo descvubrí en medio del sarao, redivivo, como recién descendido del monte Tabor. Me acerqué y le dije bromeando: "Jesús, ¿puedo tocarte para comrpobar si eres mortal?" El duque me contestó: "Querido, a ti te dejo que me toques incluso las tetillas". Vista la proposición, expresada con una dosis exacta de ironía y malicia, le confesé que me proponía saludar al Rey, pero que en este caso prefería la compañía de un Alba a la de un Borbón. "¿No conoces a Su Majestad?" El duque tiró de mí para conducirme ante la presencia del monarca. Saludar al Rey después del frustrado golpe de Tejero del 23-F era un acto que estaba ya bien visto, incluso era buscado por los ácratas más crudos. El anarquista celesta (...)




CALIGRAFÍA DE LOS SUEÑOS es la primera novela de Juan Marsé después de haber sido reconocido con el Premio Cervantes. No voy a andar presentándolo ahora porque todo el mundo le conoce. La historia parte, como en otras ocasiones, de los aconteceres de un adolescente que en esta ocasión es, sobre todo, observador de la historia de amor de dos adultos. En Ringo despertará el deseo de escribir y así parece que se irá desarrollando esta historia de iniciación que discurre alrededor de la taberna de la señora Paquita. Lumen. 440 páginas. 22, 50 euros.

1. 
La señora Mir y las vías muertas.

Torrente de las Flores. Siempre pensó que una calle con este nombre jamás podría albergar ninguna tragedia. Desde lo alto de la Travesera de Dalt inicia una fuerte pendiente que se va atenuando hasta morir en la Travesera de Gracia, tiene cuarenta y seis esquinas, una anchura de siete metros y medio, edificios de escasa altura y tres tabernas. En verano, durante los días perfumados de fiesta mayor, adormecida bajo un techo ornamental de tiras de papel de seda y guirnaldas multicolores, la calle alberga un grato rumor de cañaveral mecido por la brisa y una luz submarina y ondulante, como de otro mundo. En las noches sofocantes, después de la cena, la calle es una prolongación del hogar.
Todo esto sucedió hace muchos años, cuando la ciudad era menos verosímil que ahora, pero más real. Poco antes de las dos de la tarde de un domingo del mes de julio, el sol esplendoroso y un súbito chaparrón se funden durante unos minutos dejando suspendida en el aire una luz encrespada, (...)



6 comentarios:

  1. Hola:
    Tengo el de Bolaño en casa. A ver si me pongo en breve con él.

    De Manuel Vicent y Marsé también he leído más de uno, y ambos son bastante buenos.

    saludos

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  2. Vamos, que los follones que montaban Góngora y Quevedo no eran más que discusiones de locas por ver quién tenía más y más bonitas plumas.

    Y sí que es verdad que ha cambiado el mundo. Antes, cada vez que escuchaba un apellido sueco, mientras no se demostrase lo contrario pensaba que era saltador de altura. Ahora resulta que hace novela negra. Ya ves.

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  3. Hola, David. Espero tu reseña sobre LOS SINSABORES, a ver si notas algo raro respecto a otras obras... a mi me ha dado por sospechar.

    Impenitente, no hilo bien las polémicas entre Góngora y Quevedo con esta última entrada. Sí que me parece que, literariamente, fueron bastante jugosas.
    Lo de la literatura sueca apesta ya, hay que vivir en una librería para darse cuenta de ello. De verdad que hay cuestiones que desesperan, aunque a veces te partes de risa sin más. Tendría que escribir una entrada sobre los faldones publicitarios más estúpidos o extravagantes.

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  4. Peri Lope, harías bien leyéndote tu propia entrada. Creo que te gustará.

    "La poesía, en cambio, era absolutamente homosexual. Dentro del inmenso océano de ésta distinguia varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran la de los maricones y la de los maricas".

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  5. Gracias, impenitente. Ahora caigo. La verdad es que el comienzo de la novela de Bolaño promete, aunque, desde luego, lo de Quevedo y Góngora tenía más mala uva.

    Un saludo.
    Y disculpa el despiste.

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  6. Esta última de Marsé tiene buena pinta. Me ha gustado el extracto que has puesto y me ha dejado con ganas de más. Echaré un vistazo cuando vaya. Un saludo. Blanca G.L.

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Comentarios.