jueves, 24 de marzo de 2011

LOS OJOS DEL PELÍCANO

Título, Los ojos del pelícano.
Autor, Fernando Valverde, 2010.
Editorial, Visor.


72 páginas.
Pvp, 10 €.

Este es el último trabajo del poeta Fernando Valverde. La experiencia que se recrea es el encuentro desafortunado, violento, entre los deseos (el sueño) y la realidad y, según se nos cuenta, la inspiración que llevó a esta idea surgió al observar a los pelícanos de San Juan del Sur, pueblo nicaragüense donde estas aves pescan, para lo cual se adentran en el agua como  flechas, golpeándose los ojos con fuerza inusitada. Parece que el poeta pasó del gozo que esta observación le produjo al entusiasmo (poético) cuando supo de la tragedia que muchos pelícanos pelícanos sufren, pues quedan ciegos tras realizar numerosas inmersiones, como consecuencia de la violencia del choque contra el agua del Pacífico.  El primer poema, LA CAÍDA, nos introduce en la materia a tratar, que es esta imagen que recorre todo el poemario y que sirve para crear otras que son vivencias importantes.

¿Recuerdas cómo mueren los pelícanos?
Bajo el sol de la tarde
que golpea la costa del Pacífico
el agua los engulle como al plomo.

Nada puede salvarlos.

Hay tanta dignidad en el vacío,
tanto amor en sus vuelos,
que en el último instante escogen el silencio.
Sólo queda
el golpe de sus cuerpos contra el agua
como un rumor de viento imperceptible.

Es manera, para mi gusto, demasiado directa de empezar el poemario. De hecho uno no ha hecho más que leer la contraportada en la que se viene a explicar lo que he dejado escrito más arriba y vuelve, tras iniciar con la lectura, a los pelícanos. Es algo decepcionante cuando se sabe de la sutileza del autor.

El mar es frontera u horizonte y divide el espacio en pasado y presente. Rl futuro puede anunciarse, a lo sumo. Así que a lo largo del poemario el lector se encuentra con el yo del poeta en diversos tiempos o épocas, de manera que este yo, esta voz no se presenta siempre igual, como si se tratase de voces distintas que se comunicaran, que trataran de entenderse o explicarse: se hablan la ilusión y la resignación, la expectativa y el desengaño, se tratan la melancolía y el aplomo. El tiempo pasa y pone las cosas en su sitio, y esto ya no es sólo una circunstancia, más bien es presentado como un destino triste. Digo que a mi me parece triste.

Desde esta habitación no puede verse el mar,
no existen altas rocas y no queda horizonte
que no hayan destruido.

No importa,
intuyes un rumor en esta noche negra,
puedes tocar su brazo.

Hace unos días reseñé, también de la editorial Visor, su RAZONES PARA HUIR DE UNA CIUDAD CON FRÍO. Bueno, el tema fundamental que se trataba entonces es la soledad, y el frío como síntoma., o como símbolo o metáfora. Estoy especulando mucho, lo sé, pero quiero constatar que el tiempo del frío es tiempo de nostalgia, de recuerdos. ¿Que no?

Recordarás entonces, al percibir el frío,
que en otoño ese mar que tanto amas
se vuelve gris y deja
los nombres del pasado escritos en la arena.

Te has sentado a mirarlos.

El destino del pelícano ciego es incierto, quizá asuma su tragedia con la naturalidad de lo necesario. Cuando estamos desorientados las referencias hay que buscarlas en el pasado, cuando nuestras vidas eran potencia ahora aniquilada.

Frente a ti,
torciendo el horizonte,
un niño se sumerge entre las olas.
El levante, tan cálido y perfecto, 
lo traiciona y lo empuja.

Has venido a salvarme.

Tus brazos, 
tan frágiles ahora,
cubren el cuerpo de mis nueve años
hasta tocar la orilla.

Es cierto, 
desde esta habitación no puede verse el mar
pero tiemblan mis manos igual que aquella tarde.
Ahora cojo las tuyas,
siente cómo te amo,
cómo salvas mi miedo con tus gestos,
cómo tienes la vida sujeta entre los dedos.

Este poema y el siguiente componen la primera parte del poemario: HAS VISTO CÓMO MUEREN LOS PELÍCANOS. Pero el libro se compone de otras tres: EL PESO DEL AGUA; ES INÚTIL SEGUIR LA SOMBRA DE LOS FAROS; y EL TACTO DE LA ARENA. En esta secuencia he visto (no sé si porque lo he buscado o porque me lo han ido señalando los poemas) primero una presentación en la que caben las tres últimas partes como sucesión, digamos resumidas, y luego la propia sucesión que ahonda en la experiencia en la que estos poemas se centran: sueño, realidad, fracaso, soledad... No es muy festivo que digamos. Pero el lector no tendrá dificultades en encontrar belleza, las imágenes son poderosas muchas veces.

Deja a un lado la carne, 
has golpeado tanto tu rostro contra el agua
que la luz se ha quebrado.

No hay estrellas debajo del océano.

Y, bueno, me he vuelto a encontrar con el poeta que, como dice Benjamín Prado (o como dicen que dice: de estas cosas nunca está uno seguro), sabe dar con la mezcla de sonido y sentido que Paul Valery reclamara  para la poesía. No ha provocado en mi, sin embargo, la emoción de RAZONES PARA HUIR... quizá porque me he obsesionado algo con la necesidad de comprender, me he visto metido en esa trampa que sinceramente pienso que el propio poeta me ha tendido, pues me da la impresión de que en muchos poemas se ha quedado a medio camino entre lo explícito y lo imaginativo (en cuanto a creador de imágenes) y me he sentido algo descolocado. Al final buena sensación, pues no hay por qué comparar un libro con el otro y este tiene, por sí, valor. Valverde sigue siendo un poeta joven, hay buenas expectativas.

Abre lo ojos, 
es tan ciega la muerte que el temor te confunde.
Abre los ojos, búscame ahora en medio de este océano, 
voy a agarrarte fuerte con mis brazos, 
siente cómo te aprieto, 
busquemos nuestra orilla, 
el mar no ha dibujado nuestros nombres, 
es hoy, no somos el pasado, 
es salado el sudor,
es la espuma del mar contra las rocas
este miedo en tus labios.

Nos espera la vida.

2 comentarios:

  1. No sé por qué se encuentra siempre tanta belleza en la tristeza. Y, desde luego, siempre es tiempo para la nostalgia.

    Y curioso dónde se encuentra la inspiración: algnos comiendo magdalenas, otros viendo a los pelícanos.

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  2. Hola, Impenitente.

    Sí, lo de la inspiración es bastante curioso. Lo que creo que hay de común en todas es que se muestran como descubrimientos o revelaciones, que se da en imágenes que aparecen sin ser buscadas.

    Pienso que la belleza de la tristeza radica en la resignación que da tanto sosiego, como si uno se desactivara muchas tensiones. Quizá también por ello se añoren tiempos de antaño, comprendidos, que vemos como más sencillos. No sé, sólo divago.

    Un saludo.

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