viernes, 22 de abril de 2011

Nº 35

Bueno, finalmente, me he animado a entrar en la tienda en estos días de Pasión que tantos disgustos están trayendo por culpa de la climatología y muestro la primera página de tres de los libros que el librero ha tomado de propio intento con la intención -dice- de leerlos. Pero ya se yo que de momento va a ser que no. Va: 



El primero de los libros cuya primera página voy a adelantar es el último del reputado Javier Marías, LOS ENAMORAMIENTOS. Historia a propósito del amor y de sus causas y de sus consecuencias, novela intimista y filosófica de la que se viene hablando tan bien como se esperaba y a la que hasta los malheridos perdonan. Cosa rara. Alfaguara, 2011. 406 páginas. 19, 50 €. Como tengo pendiente desde hace bastante CORAZÓN TAN BLANCO, quizá reseñe ambos con detalle en el año presente, a ver cómo voy resolviendo la lista de lo que quiero leer (usted dirá que las listas no se resuelven pero aquí escribo yo). Primera página:


La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última que lo vio su mujer Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desconocida y jamás había cruzado con él una palabra. Ni siquiera sabía su nombre, lo supe sólo cuandi ya era tarde, cuando apareció su foto en el periódico, apuñalado y medio descamisado y a punto de convertirse en un muerto, si es que no lo era ya para su propia conciencia ausente que nunca volvió a presentarse: lo último de lo que se debió de dar cuenta fue de que lo acuchillaban por confusión y sin causa, es decir, imbécilmente, y además una y otra vez, sin salvación, no una sola, con voluntad de suprimirlo del mundo y echarlo sin dilación de la tierra, allí y entonces. Tarde para qué, me pregunto. La verdad es que lo ignoro. Es sólo que cuando alguien muere, pensamos que ya se ha hecho tarde para cualquier cosa, para todo -más aún para esperarlo-, y nos limitamos a darlo de baja. También a nuestros allegados, aunque nos cueste mucho más y los lloremos, y su imagen nos acompañe en la mente cuando caminamos por las calles y en casa, y creamos durante mucho tiempo que no vamos a acostumbrarnos. Pero desde el principio sabemos -desde que se nos mueren- que ya no debemos contar con (...)

Me pregunto que si a este autor le pagaran las comas mejor que las palabras... Qué barbaridad... (Y aún dirá usted que no, claro)



Un título más de Alfaguara: OPERACIÓN GLADIO, del narrador, poeta y ensayista Benjamín Prado, madrileño del sesenta y uno. Más de trescientas ochenta páginas de novela de espías ambientada en España y que transita por su dictadura, la transición y su democracia, que trata aspectos tan oscuros como interesantes de nuestra historia reciente y para lo cual se sirve de personajes ficticios, algunos de biografía conocida como la de Juan Urbano, protagonista de su anterior novela: MALA GENTE QUE CAMINA. La de hoy, que cuesta dieciocho con ciencuenta, empieza así:

Capítulo uno

Miró hacia la derecha, al grupo de los que insultaban a los policías y a los operarios que en ese preciso instante amarraban con cables de acero la estatua del dictador, y después de estudiarlos detenidamente sacó una libreta y un bolígrafo y se puso a tomar notas sobre algunos de ellos. Lo hacía de tal manera, sin quitarles ojo mientras apuntaba en su cuaderno frases rápidas como latigazos, que alguien podría haber pensado que en lugar de escribir, dibujaba. En primer lugar, se fijó en un hombre de entre cuarenta y cincuenta años, vestido con un traje azul, que se mantenía un poco apartado del tumulto y miraba a su alrededor con una mezcla de apatía y desdén, mientras hablaba por su teléfono móvil. No gritaba ni hacía aspavientos, como los otros, pero si te concentrabas en su boca podías ver la brusquedad con que las palabras salían de ella, de un modo tajante, a veces como si fueran pequeñas explosiones, y no era difícil llegar a la conclusión de que no le gustaba en absoluto lo que estaba pasando allí. Después se detuvo en una mujer morena que estaba justo enfrente de él, cerca de los que iban a aplaudir emocionados, unos minutos más tarde, cuando la grúa se pusiese en marcha, el general a caballo desapareciera y sólo quedase del monumento injurioso un pedestal vacío. Llevaba un blusa roja y, aunque antes la había visto con otras tres personas, en ese momento se había separado de ellas y fumaba parsimoniosamente, apoyada en un coche oscuro. También ella parecía observar lo que pasaba con un distanciamiento que sólo te podías creer si no reparabas en sus ojos, porque en ellos se escondía un destello de ira, lo mismo (...)


Y para terminar por hoy la novela de Javier Pérez Andújar TODO LO QUE SE LLEVÓ EL DIABLO. Desde luego se da una patada a una piedra y salen tres javier pérez escritores, de distintas calidades, por supuesto. Lleva ya algunos meses en las librerías y, de hecho, se publico en  el pasado otoño, pero entonces pasó desapercibida y ahora está teniendo bastante reconocimiento. En el Madrid del 35 un grupo de actores se decide a acercar la cultura hasta los pueblos más apartados (a lo misiones pedagógicas) y la historia trata sobre el romanticismo de los maestros, de la educación y la cultura, del arte... y, ay, la amistad. La verdad es que tiene muy buena pinta, a ver si puedo concretar más algo más adelante. Tusquets, 2010. 302 páginas. 18 euritos. Primera página, por favor.

Una

La República soy yo, repitió Azaña con voz cansada. Sentado junto a él, rodilla con rodilla, en las escalinatas de la coctelería del Hotel Nacional, se encontraba aquella noche su amigo Luis Bello, que llevaba en el bolsillo las pruebas de imprenta del semanario Política. Aún no había empezado a publicarse la revista, y ya soñaban Azaña y Bello con convertirla en un diario. El órgano oficial de la flamante Izquierda Republicana. Afuera, los raíles del tranvía atravesaban Atocha como bloques de hielo.
Desgraciadamente es así, Manuel. Te han dejado solo con ella. A solas con la República, le dijo su compañero y cogió por el cuello la botella de whisky escocés que tenía a sus pies. Bebió a morro, se limpió sus bigotes caídos con la manga de la chaqueta y le pasó la botella a Azaña. Éste le dio otro trago y se la devolvió a su amigo.

¿Te has fijadoen ese espejo d enfrente, Luis?

No hay manera de apartar la vista de un espejo. Parecemos Hansel y Gretel caminando de la mano, perdidos en lo más oscuro del bosque.

Ahora que llegan al gobierno, las derechas quieren meterme en la cárcel.

Ya lo han hecho. Ya nos han encerrado en un barco.

A mí, en tres. En un buque y en dos destructores. Pero no pararán hasta verme en la Modelo. Me está acu- (...)


Nota: Si pican en la imagen de esta última portada entrevista con el autor (ya sé que usted le pondría alguna coma a la frase pero digo que no hace falta).  También pueden picar las otras portadas, como siempre. Luego no digan que no les doy nada.

2 comentarios:

  1. Leí hace unos cuantos años "Todas las almas" de Marías. Creo recordar que no me disgustó. No he vuelto a leer nada de él. Lo leí por recomendación y no me volvieron a recomendar ninguno. Espero tus reseñas.

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  2. Pues yo estoy leyendo ahora CORAZÓN TAN BLANCO y leí hace años MAÑANA EN LA BATALLA PIENSA EN MI. He empezado varias veces TU ROSTRO MAÑANA y siempre me pareció tiempo perdido, pero no el de Proust. TODAS LAS ALMAS es otra de las que tengo apuntadas. Efectivamente, creo que voy a hacer un hueco por aquí al Marías, ya me dirás.

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Comentarios.