viernes, 8 de julio de 2011

Donde hay agravios no hay celos.


OLMEDO CLÁSICO 2011.
Viernes 22 de julio. Corrala del Palacio del Caballero.
23 horas.
Mefisto Teatro.

Autor, Francisco de Rojas Zorrilla, 1635.
Editorial Castalia, 2005
490 páginas (junto a Abrir El Ojo)
Pvp, 13, 50 €.


Como tantas veces dos viajeros, don Juan y su lacayo Sancho, llegan a Madrid, a tomar el primero la mano de doña Inés, que le espera, esto sí, sin gana pues ha recibido, como adelanto y por error, el retrato de Sancho (con su talle de ganapán) y no el del caballero don Juan. Pronto comienzan los disfraces en este enredo: desde el principio. Lo primero que me ha venido a la cabeza cuando imaginaba a los dos viajeros apareciendo en escena y contándose las cosas que sirven para situar al espectador es las corralas de antaño y también las representaciones al aire de ahora, almagros y olmedos, e incluso los cines de verano, la noche templada…Falta una semana.

Una vez más se trata de un guión dramático, cómico. Ya saben lo que digo porque lo digo muchas veces. Si los más grandes dramaturgos eran grandes literatos (poetas) en el sentido de que algunas de sus obras podían y aún debían leerse para ser disfrutadas este no es el caso, hasta donde sé, de Francisco de Rojas Zorrilla, que necesita ser representado. Su lírica me ha parecido pobre, filosóficamente no aporta nada y sí cabe destacar su ya conocida ironía respecto a alguno de los usos de la época, que ridiculiza. En concreto la costumbre del reto a duelo y su riña, a menudo patética. Este tema lo conocemos bien los francachelos (esto no se puede decir) olmedanos gracias a la última obra que el grupo ha representado: ABRIR EL OJO, también de Rojas Zorrilla.

En este blog se han reseñado ya algunas comedias urbanas en las que el disfraz es elemento fundamental: LA VIUDA VALENCIANA, LA DAMA DUENDE, LA CELOSA DE SÍ MISMA… En la de hoy señor y lacayo intercambian sus papeles desde el principio, aprovechando la confusión que sufre doña Inés al recibir el retrato de Sancho como si fuera el de su prometido. Por supuesto, al final del primer acto quedará planteada la trama: don Juan ha sido agraviado en un doble sentido: mataron a su hermano y desapareció su hermana y, claro, el culpable, don Lope, forma parte de la trama presente y, además, pretende a doña Inés. Muchos apartes de los personajes principales (de esto también saben algo los de Francachelas) y muchos secretos serán desvelados antes de que de comienzo el segundo acto. Por cierto, miren cómo se puede hacer para no corresponder al amor solicitado. Página 155. A partir del verso 1615:

Dice Sancho, que representa a don Juan:

¿No diréis si me queréis?
Acabad.


Y acaba de responder doña Inés tras una estrofa que me ha parecido dubitativa, hueca y retórica como discurso de sofista:

Amando, suspiro y lloro
Con lágrimas del deseo,
cuando, viéndoos a vos, veo
el dulce dueño que adoro;
y a no ser por mi decoro,
arrojada, vive Dios,
por que se viera en los dos,
mostrara mortal mi herida,
pues por vos gozo mi vida,
siendo mi muerte por vos.

Tan cruel, tan mi enemigo
es mi amor, por ser tan raro,
que cuando más lo declaro,
es cuando menos lo digo;
si le hablo no le mitigo,
y si procuro fingirle,
es castigarme en sufrirle,
y así tengo al conservarle
mucho fuego en ocultarle
y poco alivio en decirle.

Es decir, ella continúa con sus vaguedades retóricas que le libren de decir a don Juan (en realidad Sancho) que le quiere.  No lo hace. Por eso es un discurso tan hueco, porque es falso como el de los políticos (los de la tele digo).

Quizá alguna vez hable de métrica. Será cuando tenga algo que decir al respecto pues, de momento, prefiero escuchar a los que saben y, al fin y al cabo, lo mío es decirle al lector que tal libro mola y, por tanto, debería comprarlo. Ya se sabe que los libreros, los de verdad, son poco habladores. Será por eso que casi no venden (¡Compre un libro y llévese trescientas cuarenta y ocho páginas, oiga!¡La Odisea en formato de bolsillo, me la están quitando de las manos!) y si le preguntan por el método Duckham va a decir que eso le va a destrozar el estómago, el hígado y los riñones, y que podrá enterrarlos junto a su perspectiva de la vida, que ha de estar igualmente destrozada. Pero los libreros no tienen nada que decir sobre métrica, ¿estamos?

En la página 199 y a partir del verso 2326, creo, doña Inés nos habla de amor y de celos pero lo hace desde mi punto de vista de una manera más bien pedante, prefiero no transcribirlo. Sólo diré que si en algo es útil debe agradecérselo al hecho fundamental del malentendido que junto con el disfraz es componente decisivo de la comedia aunque, a la par, típico.

En Rojas abundan las expresiones que hacen saber al espectador lo injusto de circunstancias que sufre quien de ellas habla, del tipo Que deba ser yo…, Que me vea yo ahora…, lo cual en conjunción con la gran cantidad de apartes (a veces soliloquios) que utiliza para sus personajes hacen de su obra reconocible. A esto hay que añadir, además, el ya mencionado gusto por la ironía: ridiculiza las cuestiones de honor y es, en ese sentido, un autor más moderno que otros de su época. Ahora a ver qué hacen los cubanos de Mefisto, que el año pasado nos ofrecieron un gran FUENTEOVEJUNA.

2 comentarios:

  1. Tengo hoy una métrica que es que da gusto mirarla. Pues póngame cuarto y mitad pero me separa la rima asonante de la consonante, que en los endecasílabos me terminan resultando indigestos.

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  2. Menudo estropicio. Yo le recomiendo que lo eche a la sartén tal cual, porque si le quita la rima asonante la estrofa queda sin jugo y se lo tiene que comer usted más bien seco. Es mejor que separe las rimas una vez esté el endecasílabo en el plato. De verdad que no es por no hacerlo yo...

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Comentarios.