Editorial, Anagrama, 2011.
168 páginas.
Pvp, 15 €.
Lo llevaba mirando de reojo desde hacía algunos días y me pareció ideal para tener algo que llevar a la boca durante un puente en el que no iba a tener tiempo para leer. Estas ciento sesenta y pico páginas están a punto de conformar una novela. No sé si el chileno pretendía hacerlo. En mi no hay la sensación de haber leído una novela. Debo decir también que me siento especialmente influenciado por las reseñas y polémicas que están surgiendo últimamente en otros blogs. Trato de quitarme de encima esa influencia y de pensar por mi mismo. Me ha parecido leer el esqueleto de una novela o algunos de los pasajes fundamentales a partir de los cuales podría montarse una buena novela, pero no la novela.
En realidad no estoy seguro de si para Zambra se trataba de escribir una novela porque este libro -para que sea novela- ha de escribirlo el lector. No me parece mal, sinceramente. Podría ser una experiencia positiva y, de hecho, destacable. La prosa concisa en el aforismo o la sentencia poética apuntan hacia esa suerte de ensayo narrativo. Sin embargo me ha pasado que ese camino tampoco me ha llevado a un lugar interesante: en realidad sus sentencias son correctas, algunas bellas, pero no pueden justificar el libro, no son suficientemente buenas porque no guardan emoción ni se atisba en modo alguno. Sé que me está saliendo una crítica negativa. No pretendo signo de ningún tipo.
La emoción es fundamental en arte: ninguna obra de arte que no sea emocionante merece la pena, hay que rascar el alma al espectador, al lector, al oyente, hay que hacerle cosquillas, sorprenderlo y, en definitiva, emocionarlo (alegrarlo, disgustarlo, preocuparlo...). Qué hace falta en una novela para que sea emocionante: lo primero es buenos personajes, personajes profundos, psicológicamente complejos. De eso aquí no hay. Lo que hay es un juego metaliterario que deber ser muy interesante para poder salvar la obra y, en caso de ser salvada, al lector le quedará, si es que ha resultado suficientemente motivado, cerrar la novela, inventarla. Pero la emoción le corresponde ponerla al Zambra, uno no puede todo.
Algún problema concreto –se le puede decir tropezón- tiene respecto a la creación de personajes, empezando por el propio narrador cuando se narra de chico: en la página 40 (más o menos) el niño se queda mirando los pechos de Claudia pero estos aún no están. En la 44 ve la cera de los cirios escurrir como si fuera esperma (*). Estas dos visiones sólo se pueden hacer de una perspectiva adulta, la de escritor, pero se nos narra como si dichas visiones partieran del niño que fue. No he diagnosticado más problemas de este tipo salvo la poca hondura psicológica de todos los secundarios, figura novelística de la que tanto habla en las reflexiones que intercala.
El narrador trata de escribir una novela a partir de los recuerdos que de su infancia, en el contexto del terremoto de 1985, la dictadura pinochetista y la crianza con sus padres, forman parte de su vida presente, como adulto escritor, en las fechas próximas al gran terremoto de 2010, que se vivirá al final de libro. El libro se divide en cuatro partes que son, alternativamente, reflexiones sobre su vida y ensayos sobre la novela que está construyendo e, incluso, retazos de la misma. El lector asiste a sus preocupaciones como escritor, a su método y al terminar el libro dispondrá de materia prima de calidad suficiente a partir de la cual imaginar una novela, si quiere. En caso contrario aún le queda disfrutar sin más de una narrativa que es la mayor parte de las veces elegante aunque, sinceramente, nada destacable desde mi punto de vista. En cualquier caso quien abra las páginas de este libro debe saber que va a ser partícipe de un juego metaliterario, interesante, que, como en novela, sirve para expresar las preocupaciones del escritor. Se entiende que una de las mayores preocupaciones de este escritor es, precisamente, la de escribir narrativa, nos hace ver que le cuesta, que está lejos de escribir aquello que le gustaría leer pero, en todo caso, confiesa que escribe por necesidad una novela que, en realidad, el lector no lee. Lo que lee el lector es otra cosa, parte del proceso, parte de la historia y parte de su vida. Esto lo hace de forma correcta casi todo el tiempo, a veces titubeante, cuando deja que el tema sea arrastrado por la forma.
En realidad, una obrita entre otras que salen, entiendo que honesta, de un autor joven que tendrá que publicar algo de más calidad si aspira a hacerse con el hueco que le tienen reservado quienes le están bombo y platillo. La sensación final es que Zambra aún está ensayando su narrativa. Como curiosidad diré que lo que más me ha gustado es su poesía que intercala con narrativas cortas en la última parte del libro, la más reflexiva. Una última reflexión es que quizá el autor no le da al cuento o al relato corto la entidad que desde mi punto de vista merece, pues me da la impresión de que ha tratado de escribir una obra más compleja, camino de novela, a partir de su condición de poeta o aforista o relatista. No leeré de momento su narrativa anterior y sí su poesía y puede que los ensayos.
Es mejor no salir en ningún libro
Que las frases no quieran abrigarnos
Una vida sin música y sin letra
Y un cielo sin las nubes que hay ahora
No sabes si regresan o se van
Las nubes cuando cambian tantas veces
De forma y pareciera que seguimos
Habitando el lugar que abandonamos
Cuando no conocíamos los nombres de los árboles
Cuando no conocíamos los nombres de los pájaros
Cuando el miedo era miedo y no existía
El amor al miedo
Ni el miedo al miedo
Y el dolor era un libro interminable
Que alguna vez hojeamos por si acaso
Salían nuestros nombres al final.
Estos versos, que aparecen en el libro presente, han sido para mi, junto con otros, más emocionantes y han retratado mejor los sentimientos que mueven al personaje narrador, protagonista, de esta historia en la que, por lo demás, el dolor, la injusticia y el miedo son un trasfondo leve del que, como lector, no he entendido que el narrador necesitara exorcizarse, según se nos dice, escribiendo este libro.
(*)Actualización del 19 de agosto.
Entre los comentarios de esta entrada aparece la aclaración de Enrique López, que nos explica que la palabra esperma tiene en Chile un uso para nombrar, precisamente, la cera deshecha de la vela. He preferido escribir esta nota en vez de corregir el texto para que los comentarios no perdieran sentido.
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(*)Actualización del 19 de agosto.
Entre los comentarios de esta entrada aparece la aclaración de Enrique López, que nos explica que la palabra esperma tiene en Chile un uso para nombrar, precisamente, la cera deshecha de la vela. He preferido escribir esta nota en vez de corregir el texto para que los comentarios no perdieran sentido.
Hola Peri:
ResponderEliminarVeo que a ti tampoco te ha convencido este libro; quizás prometía más, tras leer la primera parte, de lo que acababa dando en la conclusión; quizás era demasiado corto y el tema hubiese requerido más desarrollo. Quizás tampoco la saña con que se ha hablado de este libro en otros blogs sea necesaria o justificada.
Yo me estoy planteando leer novelas más largas; me he dado cuenta de que últimamente leo novelas más cortas que antes, y en realidad si hago una lista de mis novelas preferidas éstas suelen largas.
saludos
David
Bueno, me alegro de que hayas entendido qué he tratado de decir porque releyendo ahora la reseña me ha parecido de lo más enrevesado que he escrito últimamente. A este paso no me leerá nadie. He subordinado las subordinadas, puñetas, así no hay quien se entere.
ResponderEliminarSí. La novela corta es quizá un intento vano de poetas y relatistas por formar parte de lo más reconocido de la literatura, por estar en el meollo. Sin embargo, aún tengo en mente, sin ir más lejos, Salvatierra, de Mairal. Te acordarás, ¿no? Peazo novelita... La excepción confirma la regla y se sube al altar.
Un saludo, David.
Se me olvidaba, David. Por supuesto que la saña no está justificada, aunque finalmente quedo de acuerdo con algunas de las cosas que se han dicho. Pero, desde luego, el respeto sigue siendo premisa para mi.
ResponderEliminarAdemás, estoy buscando poesía del Zambra por ahí y me parece muy interesante. Lo malo es que no he encontrado editadas en España ninguna de sus dos obras. Trataré de leer por allá y por acullá, y de reivindicarlo si, finalmente, me convence.
Hasta luego.
No entiendo David. ¿O sea que no valen los comentarios que hiciste a las tres novelas de Zambra en tu blog? ¿Te desdices? ¿Por qué? ¿Para obedecer a la patrulla?
ResponderEliminarQué mal, porque gracias a tus comentarios descubrí al autor y te lo agradezco mucho. Me habían hablando de él pero tus reseñas me convencieron de leerlo (y no he tenido buenas experiencias con escritores chilenos, salvo Bolaño).
Leí el fin de semana La vida privada y Formas de volver. Me parecieron notables. Y también Bonsai, que me ha dejado contento y asombrado (acabo de leerla en un pdf que está en la red, pero no le cuenten a nadie)
Tanta saña con los libros de Z tiene dos explicaciones: la primera es que se habla mucho sobre A. Zambra, que tiene lectores fieles (yo mismo, en adelante) y eso genera envidias (no en este blog, pero es evidente que sí en la patrulla). Es penoso, pero entre los escritores parece que siempre es así. La segunda es que los libros de A. Zambra no son de los que gustan a todo el mundo. Es una apuesta muy personal.
Por eso el comentario que haces está bien y está también un poco desencaminado: todo lo que distingues como "errores" son opciones deliberadas que ha tomado el escritor. Es su estética (si leyeras las otras dos novelas te sería evidente). También tiendes a leer el diario como si fuera no ficción y esto es una novela. Estoy seguro de que escribir se le da fácil al Zambra real. Cando habla el personaje sobre esas dificultades se está refiriendo a lo que significa para él (para el personaje) escribir sobre el pasado de Chile.
Como toda buena novela, Formas de regresar a casa tiene muchas lecturas, y en parte ese es el ejercicio, que no es un puro juego literario, sino una manera de buscar significados y nuevas posibiidades en un asunto tan visitado como es la literatura política.
Agradezco vuestras lecturas. Me ha impresionado este escritor y poco me importa si hablan mal o bien de él. Me parece que está un paso adelante de lo que se hace hoy en día, que es maduro y atrevido, y en parte eso refleja que se construya esta polémica sobre alguien que está muy lejos, en Chile, y que al parecer no está interesado en defenderse.
Otra cosa: en Chile a la cera de vela le dicen esperma. Lo sé porque mi padre es chileno y yo también un poco, aunque la última vez que fui a Chile fue hace quince años. Me parece que tiene derecho a ocupar chilenismos ¿no? (también dice por ahí al tiro y "fome", chilenismos también).
Saludos,
Enrique López
Hola, Enrique, gracias por comentar.
ResponderEliminarSi David me permite te diría que no creo que se desdiga de nada, simplemente sabe que el gusto literario es en buena medida cuestión subjetiva y respeta mi opinión y también la entiende, por eso plantea algunas dudas. Sigue fiándote de David, incluso cuando no estoy de acuerdo me veo obligado a tenerlo en cuenta.
Empiezo a reconsiderar la opción de leer las obras anteriores de Zambra, quizá me ayude a ver esta obra con otros ojos. Si así ocurriera no me importaría dejarlo claro.
Estoy de acuerdo respecto a lo de las envidias entre escritores. Y me parece una pena. Creo que se disfruta mucho y se aprende leyendo a los clásicos pero también leyendo a los contemporáneos.
Respecto a la estética del Zambra pues ya digo que leeré su narrativa anterior y a ver qué pasa. Sin embargo no coincido en la apreciación que haces del narrador ficticio de la novela ficticia como distinto del autor Zambra. Me parece evidente que tienen que ver porque, efectivamente, me da la impresión de que al chileno sí le cuesta narrar. De hecho FORMAS DE VOLVER A CASA es un libro que no llega a ser novela nunca, igual que nunca vemos acabada la novela ficticia.
Puede que el Zambra esté un paso por delante en su concepción de novela o de narrativa, no lo puedo negar ni tengo elementos con qué hacerlo, pero no está un paso por delante en la ejecución de la idea. En cualquier caso su obra es aún corta para juzgarla como definitoria de un estilo, bastará con estar atento en adelante.
Gracias por el apunte del uso chileno de la palabra esperma. La ignorancia es atrevida pero no te puedes imaginar cuánto me rechinó al leerlo en su momento. Aclarado el punto y si no te importa, añadiré una nota aclaratoria al final de la entrada explicándolo.
Muchas gracias por pasar, Enrique. Por aquí procuramos aprender de los comentarios.
Un saludo.
Hola Enrique López:
ResponderEliminarLa verdad es que acabo de leer lo que escribí arriba y creo que no son unas palabras muy acertadas respecto a lo que escribí en mi blog, tienes razón. Comento con un poco más de extensión:
Leí “Formas de volver a casa” y la primera parte y la segunda me gustaron mucho. El juego metaliterario me interesó de veras, y luego al leer la tercera y la cuarta parte el libro me siguió gustando pero se me acababan las páginas y deseaba que la historia fuese más extensa; lo mismo me ocurrió con “Salvatierra” de Marial, que menciona Peri, otro libro que me encantó (por cierto, Peri, aún tenemos pendiente “El año del desierto”, que me han dicho que es mejor que “Salvatierra”). Sé que no tiene sentido, pero cuando un libro me gusta me da bastante pena que se acabe. Igual me ocurre con las novelas cortas de Rodrigo Rey Rosa, que me encantan, las leo en un rato y me digo: ojalá algún día Rey Rosa escriba una novela de 700 páginas y consiga seguir siendo tan buena.
La crítica que hacen en Patrulla de salvación la he leído y no me gusta ni el tono, ni las formas, ni los análisis simplistas que hacen, como eso de que el juego metaliterario hace que no sea una novela; y cómo tú dices, eso es la novela y es una elección estética interesante, y como tú creo que esas palabras pueden ser fruto de la envidia, del perfil de escritor joven que escribe y no le publican o le publican pero no tiene la repercusión que desea. Y no me molesto a entrar a comentar en esos blogs porque creo que es una perdida de tiempo: no vas a convencer a nadie de lo que no se quiere convencer a priori, de algo que ha leído no para disfrutarlo, sino precisamente para que no le guste.
Como me gustó “Formas de volver a casa” leí seguidos “Bonsái” y “La vida privada de los árboles” (si el primero no me hubiese gustado no lo habría hecho), y “formas” me parece la mejor y las otras dos muy interesantes; y como he dicho arriba, absurdamente, me digo: qué pena que no sean más largas.
Y, además, estaba pensando al escribir lo de arriba en que quería leer de Vargas Llosa “La casa verde”, que no he leído, porque me gustaron mucho otras obras como “Conversación en la catedral”, “La ciudad y los perros” o “La fiesta del Chivo”, que eran más largas, como “La casa verde”.
A veces me agobio porque no consigo que me de tiempo a leer todo lo que quiero leer, y a veces me arrepiento de leer novedades y no a los clásicos (o los clásicos modernos, como en el caso de Vargas Llosa)… pero lógicamente si leo a Zambra, ese tipo de pensamientos no deberían intervenir a la hora de juzgarlo, y, como he dicho, me parece un escritor muy interesante. Y desde ya me declaro yo también lector de Zambra: leeré lo siguiente que saque, y ya lo comentaré, y espero que estés allí, Enrique, para leerlo.
Por cierto, muchas gracias por leer mi blog e interesante por las reseñas. Es todo un orgullo que alguien lea un libro sacando la idea de mi blog.
Por cierto, otro escritor chileno que me entusiasma: Marcelo Lillo. Si no has leído sus cuentos merecen mucho la pena.
P.D. me ha parecido muy interesante aclarar lo del chilenismo “esperma”.
Espero que haya consigo aclarar mis palabras.
Un abrazo
David
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarRepito lo borrado, que había metido una falta de ortografía:
ResponderEliminarOtra idea que se me olvidó comentar: como Enrique yo si pienso que a Zambra le resulta fácil escribir, o al menos que no tienen los problemas que comenta el narrador de la 2ª y 4ª parte de "formas", que considero parte de la novela, no un diario real de Zambra.
Zambra, como apunté en mi blog, hace como que escribe con desgana, como si las cosas salieran delante de él sin desearlo, pero todo es un juego: su narración, eso se ve ya en Bonsai, está muy medida, e imagino que después de escribir un número mayor de páginas se dedica a reducirlas a la esencia, porque él así lo ha elegido.
abrazos
No he leido nunca a este autor lo que me gusta es su poesía que has seleccionado para este interesante post. También he disfrutado del anáisis tan detallado que haces del libro lo que me deja confundida. No me ha resultado enrevesada esta crítica tuya, sino todo lo contrario, me ha parecido muy clara. Eso sí, si hubiera leido el libro habría podido argumentar mejor.
ResponderEliminarDa la sensación que tu lectura ha sido concentrada y muy vivida... Yo una novela-no novela así quizá no terminara de leerla remitiéndome a uno de los derechos imprescindibles del lector recogidos por Daniel Pennac en su imprescindible -si te gusta leer- Como una novela Uno de mis autores favoritos.
Muchas gracias por este diálogo David y Peri Lope. Y gracias por la recomendación de Lillo. Seguiré leyéndolos.
ResponderEliminarSaludos!
EL
No me gustó "Formas de volver a casa", me pareció pobre.
ResponderEliminarTe dejo saludos.
Bueno, David, ya que ninguna manifestación artística debe ser juzgada sólo por los méritos de su creador y ya que, de hecho, casi nunca es lo más importante quizá hablar sobre las capacidades del Zambra tampoco sea importante. Formas De Volver A Casa va atascada todo el rato, con multitud de caminos que apenas se comienzan a andar y enseguida se abandonan. Nada se desarrolla. Un poco más de profundidad (sobre todo en los personajes pero también en los contextos) y detalle debe exigírsele a un autor que desde altas instancias se le supone vela que ha de alumbrar algo del futuro de la novela. Si es que esto es una novela, si no, si es otro género, algo nuevo, no tengo nada que decir, salvo que tampoco me convence su lírica, aunque quizá esto sea producto de la ficción que es un autor escribiendo con desgana pero, entonces, volvemos al principio: ¿puede resultar atractivo un texto que (aunque intencionadamente) esté escrito con desgana?
ResponderEliminarABC. Qué tal. Me alegra encontrarte aquí. He estado echando un ojo a lo de Pennac. Creo que ya lo había leído antes. Estoy de acuerdo en buena parte: nadie puede discutir a un lector su posición de lector honesto porque haga sus lecturas de una u otra manera. Esto sí: espero que ese perfil de lector sin compromiso con la obra leída no abunde entre los críticos, sinceramente.
Bueno, EL, supongo que eres Enrique. Gracias a ti por animar el blog. Pasa siempre que te apetezca.
Magda, una placer tu visita. Después de tanta palabra quizá decir que el libro de Zambra le ha parecido pobre a uno sea lo más acertado y lo más justo. Coincido contigo. Sigo sin sentir la impresión de que se haya pulido un texto más largo, y más bien me parece que se ha llegado hasta donde se puede leer.