Nº 39
Bueno, pues por aquí se anda una vez más, a colocar unos cuantos libros de cuantos salen, una selección de los que han llamado más nuestra atención. Por cierto que esta mañana me he encontrado la mesa de la oficina cubierta de libros, como tantas veces ocurre, así que es seguro que el próximo viernes se coloque otro escaparate aquí. Me pregunto si la crisis estará afectando más a la literatura comercial (la que se lee como quien come una hamburguesa) o, sin embargo, estará cerrando definitivamente las puertas a los autores que busquen publicar un proyecto honesto, que enriquezca, al menos en algún grado, el panorama literario. Bueno, me he decidido a leer a algunos autores jóvenes y empezaré aún en 2011. A ver qué me parece.
Por seguir parlando, apunto lo que todo el mundo sabe: que a Nicanor Parra le han otorgado el Cervantes de 2011. Yo llegué a él a través de Bolaño y, la verdad, no he simpatizado con sus poemas: poco con su contenido y apenas con su forma. Este verano estuve leyendo la antología PARRANDA LARGA que publicara Alfaguara -creo que en 2010- y no me decidí a hacer reseña porque prefería releer antes de emitir un juicio. Sin embargo con el paso de las semanas y los meses me ha dejado de apetecer, y más cuando hay tantas y tantas lecturas que merecen su oportunidad aunque fuera una primera vez. Apunte: veía por la tele la noticia ayer noche y en el reportaje de Juan Carlos Amor -que es un periodista que me gusta- en La Primera (o La Uno, o lo que sea) incluía varias imágenes del reportaje IMPRESCINDIBLES que sobre Bolaño retransmitieran hace un año. En esas imágenes se pueden ver retazos de apuntes y poemas que ayer se nos ofrecían como pertenecientes a Parra y hace un año a Bolaño. En fin, al menos ambos son chilenos.
Para empezar un veterano de nuestras letras: José María Merino, un autor al que he mal leído de manera desorganizada y al que volveré algún día con más calma. 212 páginas de cuentos enlazados que forman un novela - EL LIBRO DE LAS HORAS CONTADAS- entre la reallidad y la fantasía. Me interesa. Mucho. Casi diría que más de 17, 50 €. El primer cuento empieza así:
1. El meteorito
Pedro se sobresaltó al advertir el resplandeciente recorrido de aquella estrella fugaz que rasgaba la negrura del cielo.
- ¿No lo habéis visto?
Perplejos, Mónica y Fran volvieron hacia él sus miradas.
- ¿Ver qué? -preguntó Fran.
- Una estrella fugaz, enorme.
Un matrimonio veterano y un solitario que solamente durante algún tiempo de su vida vivió en compañía: el pequeño grupo fraguado en una ligazón antigua, al parecer inquebrantable, se había reunido otro verano más. "Acaso el último verano", solía pensar Pedro con incómoda resignación.
Aunque estaban a principios de agosto, los días seguían siendo muy plácidos. "Agosto, frío en rostro", se decía en otros tiempos, y ciertamente había en el ambiente un frescor que hacía gustosos esos momentos de la noche, a sus espaldas los crujidos tenues del monte, ante ellos la invisible serenidad del valle marcada por el crepitar de los insectos, o algún ladrido disperso, a lo lejos las luces de la capital.
La placidez enlazaba aquella noche con muchas otras semejantes de tantos veranos del pasado, (...)
Alberto Barrera fue el flamante ganador del Herralde de novela en 2006 con la obra LA ENFERMEDAD. Junto a la periodista Cristina Marcano escribió también UNA HISTORIA PERSONAL, biografía sobre Hugo Chávez. RATING explora el mundo audiovisual de los canales de televisión, los reality shows y otras mentiras. 17, 90 euritos, 266 páginas. Publica Anagrama. Primera página:
1.
No es fácil tener un jefe. No se lo recomiendo a nadie. ¿Qué hace un jefe? Te jode la vida. Te controla, te utiliza, se aprovecha de ti. Mi jefe se llama Rafael Quevedo. Es el vicepresidente de Proyectos Especiales del canal 6. Yo soy su asistente.
Supuestamente, él me está haciendo un favor, un graaaaaaan favor, como dice mi mamá. Porque cada vez que puede, mi vieja me lo recuerda y lo hace así, siempre así, estirando la a, como para que yo nunca olvide al tamaño inmenso del inmenso gran favor que me está haciendo mi jefe. Fue ella la que llamó una tarde a Rafael Quevedo y le pidió, le rogó más bien, le suplicó, que me diera un trabajo en el canal. Por favor, Rafael, seguro le dijo. Te juro que si no fuera importante no me hubiera atrevido a molestarte .Ayúdame con esto. Algo así debió decir. Así hablan todas las madres. Y, entonces, Rafael Quevedo, para ayudar ami mamá, me metió en el canal.
Así que tú eres Pablito, me dijo la mañana que me presenté en su oficina.
Fue un mal comienzo: detesto que me llamen Pablito.
PALABRAS MORIBUNDAS es un título estupendo para un libro que trata de rescatar unos cuantos vocablos evocadores de imágenes que no están definitivamente perdidas unas veces y que, otras, simplemente merece la pena que sean recuperadas. Veinte euritos de un libro curioso en el que zascandiles y zorroclocos comparten páginas que algunos más quisieran enjalbegadas, si es que algo así pudiera hacerse. Mejor ni se molesten aquellos que se añusgan con vocablos a los que tratan como si fueran archiperres. Pilar G.ª Mouton y Alex Grijelmo, 2011.Taurus. 394 páginas. Pvp, 20 €.
Introducción.
La idea de resucitar palabras.
Azafata es una palbra muy viva hoy en día; pero hubo un momento en que estuvo muerta. Este vocablo arraiga en el término de origen árabe azafate ("bandeja con borde de poca altura"), y se definía así en el Diccionario de Autoridades, en 1726: "Oficio de la Casa Real, que sirve una viuda noble, la qual guarda y tiene en su poder alhájas y vestídos de la Réina, y entra a despertarla con la Camaréra mayor, y una señora de honór, llevando en un azafáte el vestido y demás cosas que se ha de poner la Réina, las quales vá dando à la Camaréra mayor, que es quien las sirve. Llámase Azafáta por el azafáte que lleva y tiene en las manos mientras viste la Réina".
La definición se irá acortando en las sucesivas ediciones del léxico de la Academia (1869): "Criada de la Reina que le sirve los vestidos y alhajas que se ha de poner, y los recoge cuando se desnuda", pero su destino habría sido la desaparición si no se hubiera recuperado para nombrar con ella a las empleadas de las compañías aéreas que se encargan de atender -también con una bandeja- a los ilustres pasajeros.
La reina de España (o cualquier otra que pueda existir en la actualidad en cualñquier otro país) viste ropas que puede enfundarse sola, y no consta que entre el personal a su servicio figuren azafatas, ni mucho menos que se trate de viudas nobles. Mal futuro tenía ese oficio si no se hubieran inventado los aviones.
La patulea sigue pensando que un premio “prestigioso” santifica la obra del premiado, haciéndola infalible. Me agrada ser testigo de criterios que sin desdecir el posible mérito del premiado, es capaz de disentir. No digo esto por Nicanor Parra, a quien no he leído. Lo digo por la cantidad de intelectualoides que con el premio recién concedido han corrido a leer algunos de sus poemas y a consultar su bibliografía, como si este hombre hubiera sido su poeta de cabecera.
ResponderEliminarMi abuela siempre lo decía. «Agosto, frío en rostro». Como todos los refranes, verdadero.
Tengo pendiente una deuda con José María Merino. De pequeño empecé a leer un libro que se hizo muy popular por aquel entonces: “El oro de los sueños”. No lo terminé pero guardo un leve y agradable recuerdo.