Roberto Bolaño, 2003.
Anagrama, 2003.
187 páginas.
7, 90 €.
De cuantas a fecha de hoy he leído es la presente una de las pocas obras que Roberto Bolaño escribió ya con el completo reconocimiento del mundo literario -si no la única-, cuando el chileno ya se sabía símbolo para muchos, cuando sabía también que aquello que escribiera iba a ser leído con máxima atención. Es posible que algunos de los cuentos de este libro ya estuvieran escritos y, de hecho, puede observarse una falla entre los cinco primeros y los dos últimos. En estos -que en realidad más bien habría que calificar de ensayos- con los que termina hace aparición el Bolaño gravemente enfermo de vuelta de muchas cosas, sincero y altivo, que quizá sea el menos interesante literariamente hablando pero que gustará a quienes sientan cercano al autor chileno. Ya saben, me refiero a ese tipo de familiaridad que el lector siente con autores con los que ha disfrutado mucho. El primero de estos, LITERATURA + ENFERMEDAD = ENFERMEDAD, da al lector la visión más explícita sobre la literatura que le he leído hasta el momento. En él se mezclan algunas experiencias en el hospital barcelonés en el que fue atendido con reflexiones acerca de los poetas franceses del XIX -que considera los mejores-, pasajes biográficos y su posicionamiento ante el hecho más que probable de su cercana muerte.
Pero el libro abre con una historia centrada en la imagen de un encuentro -algo que dista de ser nuevo- llamada JIM. En ella una vez más la huella que México dejó en su momento sobre el narrador se muestra aquí en la forma de un personaje perdido, triste: "ahora soy poeta y busco lo extraordinario para decirlo con palabras comunes y corrientes", un tipo al que el narrador no volverá a ver tras el breve encuentro que se relata como imagen nostálgica, también simbólica, la del nortemaricano más triste del mundo.
EL GAUCHO INSUFRIBLE es el single del libro, fiel representante de la narrativa cuentística de Bolaño y, desde luego, el mejor de sus relatos. En él un viejo abogado, un juez llamado Héctor Pereda, vuelve desde Buenos Aires en plena crisis argentina -tiempos del corralito- a Álamo Negro, la finca que posee en el campo del sur, y poco a poco va introduciéndose al lector en un ambiente campestre de desasosiego y extrañeza o cierto desamparo que -junto a la inevitable sensación de peligro o amenaza que Pereda siente y el homenaje a las navajas borgianas que se hace aquí de manera explícita- hace que parezca que la historia vaya a romperse en pedacitos en cualquiera de sus momentos. La incertidumbre del protagonista surge a partir del cuento de Borges EL SUR, que el protagonista tiene presente todo el tiempo y que narra algo, los preliminares, del grave suceso que debió de acontecer a Juan Dahlmann en 1939, quien viajara al sur del país para reposar la convalecencia de una una enfermedad grave que sufriera en Buenos Aires, y donde, sin embargo, su vida se ve gravemente amenazada a las primeras de cambio, practicamente al primer contacto con los que él mismo considera auténticos gauchos en sus conversaciones norteñas. El viejo de la historia de Bolaño -Héctor Pereda, el gaucho insufrible- adopta, así, una actitud altanera y desafiante desde el principio tratando de no verse intimidado por los gauchos y de evitar el destino -incierto- de Juan Dahlman, es decir: envuelto en prejuicios literarios que quedan lejos de confirmarse en el trato real con la gente pacífica de este cuento, con una tierra yerma en la que los gauchos sobreviven de cazar conejos, como escenario patético y alejado del de los auténticos gauchos del cuento de Borges.
EL POLICÍA DE LAS RATAS, es uno de esos cuentos que terminan justo donde la acción apunta ya un desenlace que no sucede. Recuerdo esto en ÚLTIMOS ATARDECERES SOBRE LA TIERRA, por ejemplo, y también en otros. Véase igualmente EL SUR, de Borges, del que acabo de hablar brevemente: Juan Dahlman es obligado a emprenderla a navajazos, pero de esto ya el lector no sabe ni cómo empieza. Es una historia de polis y asesinos, un relato narrado con las claves del género y con la particularidad de que sus personajes son ratas que se mueven por el alcantarillado de la ciudad, donde se desarrolla la acción y que no sé por qué me ha recordado a la manera en la Edgar Allan Poe contaba sus Cuentos de Terror. Además, como apunta Pérez Vega en su comentario, este cuento es concebido como continuación del que debió de ser uno de los últimos que escribiera Franz Kafka: JOSEFINA LA CANTORA, al menos es el que cierra la colección completa que editara Valdemar, la que tengo en casa. Así que con este dos son los cuentos de los que partieron otros tantos en esta obra que vio la luz cuando ya se había apagado la de su autor.
En EL VIAJE DE ÁLVARO ROUSSELOT Bolaño vuelve a la crónica de autor, al viaje, a la investigación literaria, artística. La historia de un escritor que es plagiado por un cineasta en varias ocasiones, y la búsqueda de dicho cineasta por el autor argentino. Es junto al cuento que da nombre al libro el mejor del conjunto y, como en el resto de sus grandes relatos, un aire melancólico e incluso triste invade al lector durante la lectura de su encuentro.
DOS CUENTOS CATÓLICOS ha resultado el menos accesible de los relatos. Está redactado a la manera que ya había leído en alguno que otro (creo que de LLAMADAS TELEFÓNICAS) y que consiste en ir enumerando los pasajes ordinalmente y de seguido, sin puntos aparte, como si se tratara del esquema de una historia que, de hecho, queda relatada. Pienso que me ha resultado el menos accesible de los relatos por su contenido místico y onírico, que me ha transportado un tanto al Ibacache de NOCTURNO DE CHILE pero que, por ejemplo, también me ha hecho pensar en LOS ELIXIRES DEL DIABLO, de ETA Hoffmann, quizá por la mezcla que hay de reflexión religiosa y maldad intrínseca. En cualquier caso parece claro que Bolaño trataba de mantener el misterio de una acción repulsiva, pues no queda totalmente desvelada.
Y, por fin, LOS MITOS DE CTHULHU, es el relato o conferencia que cierra el libro y en el que ya Bolaño se desmelena y se explaya en su visión particular de la literatura contemporánea, aprovechando para criticar a los autores más comerciales, no tanto por serlo sino por la manera en que llegaron a ello. Una crónica ácida que queda lejos del mejor Bolaño y de la que, sinceramente, poco bueno hay por sacar, no siendo la gracieta del chisme y algunas verdades cuando se está de acuerdo.
PRÓLOGO:
CONSEJOS SOBRE EL ARTE DE ESCRIBIR CUENTOS.
Como ya tengo cuarentaicuatro años, voy a dar algunos consejos sobre el arte de escribir cuentos. 1) Nunca aborde los cuentos de uno en uno. Si uno aborda los cuentos de uno en uno, honestamente, uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte. 2) Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si se ve con energía suficiente, escríbalos de nueve en nueve o de quince en quince. 3) Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, y además lleva en su interior el juego más bien pegajoso de los espejos amantes: una doble imagen que produce melancolía. 4) Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo y a Monterroso. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a BioY Casares, pero en modo alguno a Cela y Umbral. 5) Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura. 6) Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así. 7) Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautier, ni de de Nerval! 8) Lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de éste pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges. 9) La verdad de la verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra. 10) Piensen en el punto número nueve. Piensen y reflexionen. Aún están a tiempo. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas. 11) Libros y autores altamente recomendables: DE LO SUBLIME, el Seudo Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; LA ANTOLOGÍA DE SPOON RIVER, de Edgar Lee Masters; SUICIDIOS EJEMPLARES, de Enrique Vila-Matas, y MIENTRAS ELLAS DUERMEN, de Javier Marías. 12) Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo.
Hola Peri, me alegro de que sigas con Bolaño.
ResponderEliminarPara completar la lectura de El policía de las ratas, deberías leer el cuento de Kafka "Josefina, la cantaora", porque el cuento de Bolaño está concebido como una segunda parte de este.
Te debo un correo con una fecha, a ver si mañana.
saludos
Hola, David, gracias por el dato. Como tengo una edición de todos lo cuentos de Kafka anoche empecé a leer este JOSEFINA, pero me vino el sueño y no lo terminé. Quizá complete la entrada cuando lo haya hecho.
ResponderEliminarRespecto a la fecha puedes ir descartando el 26 de marzo.
Un saludo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHe leído varios libros de Bolaño (incluido un intento infructuoso con 2666) y es un escritor que me dificulta bastante la familiaridad. Creo es porque nunca me he llevado bien con los malditistas. Además, ese prólogo-manual de Bolaño sobre cómo escribir libros de Bolaño tampoco ayuda. Me pregunto si dentro de unos años conseguirá mantenerse en la memoria colectiva o si acabará como él supo que acabarían Umbral y Cela.
ResponderEliminarEn el relato corto, para mí Cortázar fue un antes y un después.
ResponderEliminarY siempre que se habla de relatos cortos nunca veo que se cite a Giovanni Guareschi y sus relatos de la Tierra Baja (no tanto "Don Camilo" como "La vuelta de Don Camilo"), quizá porque el humor y la ternura no sean considerados como alta literatura. Desde aquí lo reivindico.
Hola, Petrarca.
ResponderEliminarBueno, creo que para la pregunta que te haces tengo respuesta: Bolaño perdurará en la memoria colectiva, y entiendo que las dudas que ahora surgen respecto a él responden más bien a una especie de reaccionismo caracterizado por, al menos, dos rasgos peculiares: el primero es que su obra se ha dado a conocer más como explosión que como la de un autor que se hace la carrera pasito a pasito, pues pasa de ser desconocido a ser admirado por muchos a la vez y como símbolo de la nueva narrativa hispánica, con una obra extensa que ha sido publicada en pocos años. La segunda es esa a la que tú aludes: su acidez -quizá frivolidad- a la hora de criticar a otros no le ha ayudado mucho en su reputación.
Además apuntas el malditismo. Bueno, de eso la culpa no la tiene él, sino más bien su temprana muerte. Cuando yo pienso en Bolaño pienso en un escritor que transmite su aprecio a la literatura, que lo hace como un cuentista nato, un narrador que se recrea en el arte de narrar, de contar historias y que, además, creó un universo propio y muy atractivo.
Si algún día te apetece darle otra oportunidad apunta estos -si no los has abierto aún-: ESTRELLA DISTANTE y LOS DETECTIVES SALVAJES. Yo emepcé así por recomendación de Pérez Vega y he disfrutado mucho, aunque aún me quedan algunas o¡bras por leer, entre ellas 2666, que estoy empeñado en dejar para el final.
Impenitente, verás que voy haciendo los deberes.
ResponderEliminarA mí Cortázar me parece un buen cuentista. De hecho es un autor del que me queda bastante obra por leer, quizá en alguno de los cuentos que me falta descubra esa falla que apuntas.
A día de hoy y sólo en Argentina aprecio más los relatos de Borges y de Fogwill -a bote pronto- y, puestos a mojarse, los cuentos con los que más he disfrutado los escribió el amigo Chéjov. Me apunto a Guareschi del que, sinceramente, no conocía ni el nombre, aunque sí los títulos que apuntas. Espero que sea escuchada tu reivindicación, este es un sitio casi perfecto: a ver si mando al librero a freír espárragos.
Respecto a lo de qué y qué no es alta literatura pues, en fin, para mi es más alta la que me gusta más.
Cortazar fue un antes y un después para mí, no como crítico sino como lector. Fue una recopilación precisamente de Borges lo primero que leí de cortazar. Y me impresionó mucho. Me leí todos sus relatos cortos. Luego pude con Rayuela (que me lo leí en la mili, por cierto. Era mi libro de cabecera cada vez que me tenía que quedar en el cuartel) y me gustó mucho. Luego lo intenté con "Los premios" y "62: Modelo para armar" y no conseguí terminármelos. No he vuelto a Cortázar, aunque sí que me gusta releer sus relatos.
ResponderEliminarOtra cosa que me gusta de él es que es un autor que te estimula a escribir. Tal como lo lees te apetece empezar a emborronar hojas. Otros autores (la mayoría) tienen un efecto contrario, los lees y te están diciendo: tú estáte quietecito y deja esto de escribir para los maestros.
A Cortázar yo no lo aguanto. Me cuesta muchísimo meterme en sus cuentos y cuando lo hago encuentro muy poca satisfacción. Quizá es que no he dado con los cuentos que soy capaz de apreciar. De momento me parece un escritor afrancesado en el peor sentido de la palabra.
ResponderEliminarEntiendo perfectamente que te sientas tan marcado por un autor, Impenitente. De una época más juvenil tengo muy buen recuerdo de autores como Ignacio Aldecoa, Pardo Bazán. No sé por qué me gustaban tanto esos cuentos, sobre todo los del primero, que eran tan tristes, tan pesimistas... Pero, bueno, creo que nunca he sido un lector de autores, los tengo todos incompletos, siempre he picoteado por aquí y por allá, he sido bastante desastroso en ese sentido y uno de los objetivos que planteé para este blog fue, precisamente, ordenar mis lecturas.
ResponderEliminarUno de los libros que más me marcó fue LA HISTORIA INTERMINABLE, que la leí con trece o catorce años pero luego no leí más de Ende. Como soy muy infantil otro de los libros que más me sorprendió fue -¡en la Universidad!- ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS. Recuerdo perfectamente cómo apenas era capaz de aguantarme la risa para tratar de no molestar a los sesudos estudiantes de la biblioteca de Letras.
Petrarca, no digas eso de Cortázar , que luego viene Blanca Gallego y nos riñe. No porque te metas con Cortázar, sino por maltratar a los franceses. Con lo majos que son todos los que no conozco...
(es por ahondar en la broma, Blanca, no te enfades: en realidad te conozco a ti, que no es poco)
No, no tengo nada en contra de los franceses y mucho menos de las francesas (siempre he querido enrollarme con una y salvo un breve escarceo aún no ha sido posible). Se puede ser perfectamente francés sin necesidad de ser afrancesado. Por ejemplo, el más francés de todos (Hugo) no padecía ningún afrancesamiento. Esa languidez viscosa. Sin embargo muchos extranjeros (como Azorín o Tolstoi en su juventud) eran afrancesados hasta la médula.
ResponderEliminarDicen que un argentino es un italiano que se cree inglés y que habla en español. A Cortázar, además de todo esto, le encantaba París y se sentía parisino. Y, por lo que sé, los parisinos son más parisinos que franceses.
ResponderEliminarLibro que marcó a fuego mis quince años: "Edad prohibida" de Torcuato Luca de Tena. Libro que más me ha sorprendido: "Los viajes de Gulliver" de Jonathan Swift. Esperaba un libro juvenil de aventuras y me encontré con un monumento al sarcasmo.
Siguiendo con la polémica, y tras haberme leído el libro de Bolaño, considero que Cortázar hubiese escrito mejor "Dos cuentos católicos". relato del cual creo es deudor. O acreedor. Una de las dos cosas seguro que es.
ResponderEliminarMe ha gustado el libro. Mucho. Al menos los cinco relatos, especialmente el gaucho, el polícía y Rousseltot. Los dos ensayos (creo que eran conferencias) menos, pues no tuve claro a dónde quería llegar, si es que pretendía llegar a alguna parte.
En fin, sigo sin descartar a Bolaño y sigo avanzando con él. (Miento, "Amberes" me duró veinte segundos). Y cuando encuentro algo suyo, te consulto.
Coño, Impenitente, tú polemizando y yo sin enterarme.
EliminarPues me alegro de que le vayas cogiendo el aire a Bolaño. Es un fabulador impresionante.
Bolaño fue un reconocido admirador de Cortázar. Bolaño fue, sobre todo, un gran lector, así que no me extraña en nada tu opinión sobre DOS CUENTOS CATÓLICOS.
En cualquier caso ya te adelanto que LLAMADAS TELEFÓNICAS y PUTAS ASESINAS te gustarán más.
AMBERES es su libro más raro, no debes tomarlo como referencia de su obra. Por cierto: yo no lo he leído, no me llama la atención, aunque supongo que acabré haciéndolo por curiosidad. Si te quieres adentrar en sus novelas deberías empezar por ESTRELLA DISTANTE y LOS DETECTIVES SALVAJES.
Pero consúltame cuando quieras. Ni se te ocurra empezar por 2666.