sábado, 22 de diciembre de 2012

La España de Franco.

Nº 49

Hago una excepción fundamental  en este libro que presento hoy. No se trata de algo que haya hecho conscientemente pues lo cierto es que sólo después de haberme interesado por ello y después de tener terminada la entrada me he dado cuenta de que La España de Franco no es una obra escrita en español sino -según supongo- en francés, idioma del cual ha sido traducido por Yolanda Morató al español . No es que esté obsesionado por el español -ya lo he dicho- es sólo que hoy por hoy prefiero hablar de libros que puedo leer en su idioma original, aunque eso no quiere decir que no lea otros. Sin embargo cuento a mi favor con que la excepción es doble porque si bien leer a los autores en su idioma me parece importante en literatura -no digo que necesario- sin embargo no creo que lo sea tanto en textos divulgativos -salvo en filosofía-. 

Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897 - Londres, 1944) fue un periodista reputado que es -parace que desde que Andrés Trapiello le diera a conocer en su faceta de analista político- necesario tener en cuenta por todo el que quiera acercarse o conocer los entresijos de nuestra más desgraciada guerra civil. Yo quiero hacerlo -tras muchos años de miedo al asunto- ahora y uno de los fundamentos para mi acercamiento será hacerlo a través de autores de la época. 

Transcribo la nota de David González Romero y el principio del primero de los 16 artículos que conforman este libro sobre la dictadura de Franco y sobre la Guerra Civil Española.



La España de Franco.
Manuel Chaves Nogales.

Almuarza, 2012.
154 páginas. 15, 95 €.





NOTA DEL EDITOR.

Entre finales de julio de 1938, con la guerra civil dada por perdida hasta en el seno del gobierno republicano, y finales de septiembre de 1939, con Polonia prácticamente rendida al ejército nazi, Manuel Chaves Nogales realizó una serie amplia de colaboraciones con L' Europe Nouvelle, semanario francés prototípico de los que el liberalismo francés puso en marcha tras la Gran Guerra. Chaves Nogales estaba exiliado en Francia desde finales de 1936 ganándose la vida mediante colaboraciones en torno a España en la prensa sudamericana y europea. En esta serie de artículos, Chaves se sale de su acostumbrado registro como reportero puro y realiza todo un ejercicio de análisis y prospección de la situación política española mientras el transcurso final de la guerra iba perfilando al bando vencedor.

En una interesante mezcla de lo que ha pasado y lo que está por venir, nos presenta diáfanamente las posibilidades de conformación de la que el propio periodista llama "la España de Franco". Escribe estas páginas sin tenerlas todas consigo y justo al final declara que cuando todo depende de la "decisión inapelable" y la "inamovible voluntad de un solo hombre, todo intento de predecir el futuro sobrepasa el límite de las posibilidades humanas". Por ello hay un alto componente especulativo en su interpretación de los distintos movimientos que va realizando el régimen de Burgos cuando su victoria parece incontestable o cuando ésta es ya una realidad.

A pesar del exilio temprano y la distancia, Chaves Nogales acierta a presentarnos la amalgama "desnaturalizada" que acabará convirtiéndose en ese ente político llamado "franquismo". Analiza el magma de tendencias heterogéneas en que se apoya el Caudillo, entre el puntal del falangismo plenamente fascista, obediente del imperialismo de los estados totalitarios, especialmente de Alemania, y el del tradicionalismo reaccionario y católico que, para Chaves, ha sido clave en el combate y es netamente nacional. En medio, el propio ejército, los monárquicos y la derecha económica. Fija su atención también en los avatares de reconocidos nombres de la sublevación: Gil Robles, Yagüe o el mismísimo Queipo de Llano.
Si algo queda claro es que ese hombre solo e inapelable que ahora es Franco gracias a la guerra, va a hacerlos bailar a todos, dándoles y quitándoles, según le convenga, hasta confabularlos en un producto político antitético, la "doble mistificación" que supone su partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS.
Al reunir estos textos se dan repeticiones de argumentos por necesidad, ya que las colaboraciones de Chaves Nogales eran bastante espaciadas y hay un permanente recordatorio al lector francés de lo que se viene contando. Sobre todo, será recurrente la entrega absoluta del nuevo régimen franquista a la estrategia de las potencias fascistas europeas. No es de extrañar teniendo en cuenta que los artículos están dirigidos a un público francés, y continental, y Europa camina con paso firme a una nueva gran guerra (léase el epígrafe "Franco significa la guerra").

También habitual, y con especial perspectiva histórica, sería la referencia a la permanente injerencia alemana en los asuntos españoles. Se alude al verdadero sentido germanófilo de la actuación militar en España desde el fin de la Gran Guerra, a España como "una colonia alemana", a la permanente infiltración de lols métodos represivos alemanes (léase la denuncia sobre la inspiración alemana del pistolerismo contrarrevolucionario en España, en el epígrafe "La neutralidad española"), al hechizo alemán cual "sirena tentadora". Chaves Nogales sólo matiza esta auténtica infiltración por el factor católico, lo único que puede desviar el régimen franquista "de la trayectoria del imperialismo alemán".
Finalmente, al hilo de los acontecimientos de ese mismo momento , con la firma del acuerdo Ribbentrop-Molotov de no agresión en agosto de 1939, que se escenificó un mes más tarde en el desfile ruso-germano de Brest-Livotvsk, se pregunta Chaves Nogales, en forma de sangrante paradoja, qué queda ahora del tan cacareado anticomunismo de la Cruzada cuando "... la fraternización en Brest-Litovsk de los ejércitos de Stalin y Hitler hubiera podido celebrarse en Teruel!".

Quizás lo más llamativo de este conjunto de artículos de Chaves Nogales sea de nuevo esa lúcida y permanente equidistancia antitotalitaria en un momento tan complicado. Su enorme independencia se pone aquí en evidencia cuando se mantiene inexpugnable y crítico frente a la propaganda de cualquier bando. Alguien podría calificarlo en algunos momentos de derrotista por la frialdad de su análisis, teniendo en cuenta que Chaves, que permaneció fiel a la República, empezó a escribir estos artículos cuando la guerra aún no había terminado. No es que él diera la guerra por perdida. Eso ya lo había hecho el propio gobierno republicano en la crisis de marzo de 1938 tras el derrumbe del frente de Aragón (y lo puso en evidencia con el enfrentamiento entre Azaña y Prieto, que buscaban ya una rendición, y Juan Negrín y los comunistas, partidarios de seguir luchando). Su capacidad de distancia procede de ese maximalismo antitotalitario que como periodista y escritor venía ejerciendo desde años atrás y que él mismo hizo explícito cuando en el célebre prólogo a su libro "A sangre y fuego" explicaba la razón de su temprano exilio, en noviembre de 1936, cuando el gobierno republicano abandonaba Madrid. Qué mejor que finalizar con sus palabras:

Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y ya no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba. ¡Cuidado! En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid, como la que vertían los aviones de Franco, asesinando mujeres y niños inocentes. Y tanto o más miedo tenía a la barbarie de los moros, los bandidos del Tercio o los asesinos de Falange, que a las de los analfabetos anarquistas o comunistas... Pero, la verdad, entre ser una especie de abisinio desteñido, que es a lo que le condena a uno el general Franco, o un kirguís de Occidente, como quisieran los agentes del bolchevismo, es preferible meterse las manos en los bolsillos y echar a andar por el mundo... El resultado final de esta lucha no me preocupa demasiado. No me interesa gran cosa saber que el futuro dictador de España va a salir de un lado u otro de las trincheras... El hombre que encarnará la España superviviente surgirá merced a esa terrible e ininteligible selección de la guerra que hace sucumbir a los mejores...


La política totalitaria de Franco.

¿La aceptarán las fuerzas que lo apoyan?


El autor del siguiente artículo, don Manuel Chaves Nogales, es uno de los periodistas españoles más eminentes. Redactor jefe del conocido diario Ahora, se declaró independiente y liberal, y se propuso "dar a conocer al público español el curos de los acontecimientos y explicarlos".
Al comienzo de la guerra civil, un comité obrero se apoderó del periódico Ahora. Chaves Nogales le expuso que no creía ni en el comunismo ni en el fascismo. Aunque no simpatizaba con ninguno de los bando enemigos, posee una visión especialmente penetrante del conflicto español.
En Inglaterra, su colección de relatos Y a lo lejos, una lucecita ha obtenido gran éxito.


Tras dos años de guerra, mientras el mundo vislumbra el fin del terrible combate y espera que la probable victoria de Franco instaure el régimen de orden, autoridad y paz interior y exterior que todos desean, se está produciendo en España un hecho desconcertante: el jefe de la gran agrupación de las fuerzas conservadoras del país, don José María Gil Robles, presidente de la CEDA (Confederación de Derechas Autónomas), ha tenido que abandonar precipitadamente la zona de la España nacionalista donde su vida corría inminente peligro.

Bajo la égida de Acción Católica y de su jefe, don Ángel Herrera, Gil Robles lideró el conservadurismo español durante la etapa republicana. En 1934, mientras estaba en el Ministerio de la Guerra, encargó al general Franco que reprimiera el movimiento revolucionario en Asturias, y en 1936, cuando estalló la rebelión militar, se sumó, sin reparos ni reservas, al nuevo Estado en cuyo triunfo habían colaborado activamente sus partidarios, y, en especial, las Juventudes de Acción Popular (JAP), que dirigía personalmente. Sin embargo, tras reconocer que su política contrarrevolucionaria había fracasado, se alejó discretamente del poder y se instaló en Portugal, desde donde, sin condenar jamás ni los errores ni los excesos del movimiento nacionalista, incitó a quienes aún le eran leales a cooperar en la obra de Franco. Regresó a España tan pronto como pudo declarar su  firme adhesión al movimiento y, desde entonces, como ya sucediera en el pasado, no ha dejado de demostrar la autenticidad de su acción contrarrevolucionaria, nacionalista y católica. Entonces, ¿por qué razón tiene ahora que huir de la España contrarrevolucionaria, nacionalista y católica?

Ante este acontecimiento reciente, y ante otros no menos significativos ocurridos durante las últimas semanas, resulta imposible seguir cerrando los ojos ante la realidad española y creer que el movimiento encabezado por el general Franco es -y no lo es en absoluto- un movimiento nacional, contrarrevolucionario y católico.

El mundo sigue empeñado en creerlo así, a pesar de que, día tras día, ocurren hechos que desmienten esta presunción. Sólo hay que examinar la trayectoria seguida por el "Glorioso movimiento salvador de España" para demostrar de manera elocuente su auténtico sentido.


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