domingo, 17 de febrero de 2013

2666

Roberto Bolaño, 2004.
Anagrama, 2004.

1130 páginas.
21, 50 €.

Incapaz de hacer una reseña de esta inconmensurable novela voy a hacer un ejercicio de síntesis con algunas ideas que me han surgido durante su lectura. Si yo fuera alguien constante trataría de mantener este sistema en vez de alargarme con reseñas espesas y pretenciosas. Este habito vicioso que tengo desde el principio puedo, en realidad, dejarlo cuando quiera, pero se ve que me gusta darme importancia. Por cierto que la fea costumbre de darme importancia la voy a ir dejando de lado también. Cualquier día. Hace años que olvidé cualquier atisbo de humor y no me sale bien ser una persona seria. Ahí está el problema: me atasco.

Lo primero que tengo que decir es que el editor Herralde  (con el crítico Echevarría) acertó de pleno desde mi punto de vista al publicar las cinco novelas en un sólo volumen -ya saben que la intención de Bolaño es que se publicaran de forma independiente- pues no todas tienen entidad suficiente como para considerarse buenas novelas. Estoy pensando, sobre todo, en la primera, la de los profesores universitarios estudiosos de la obra de Archimboldi (1) -autor alemán que consideran el mejor del siglo XX- al que tratan de encontrar y que -pese a lo bien que suena este primer trazo de argumento- en algunos momentos me ha resultado soporífera. Creo que fue pasadas las cien primeras páginas cuando se me cayó el libro sobre la mesa y lo cerré con mala uva mientras me decía: que le den a 2666. Y lo abandoné. Me puse a leer otras cosas y aquel supuso el segundo abandono de 2012, después de Los Suicidas, de Di Benedetto. Cierto es que pasaba entonces una muy mala racha con la maldita dermatitis dactilar que me ha tenido en vilo demasiados meses, y que me está dando una buena tregua que aprovecho. Por lo que tenga que venir. Quizá algún día cuente algo más sobre esto.

Retomé 2666 en 2013. Para mi es una novela importante porque trataba con ella de dar una especie de cierre festivo a mi acercamiento a Bolaño. Es bastante probable que en adelante relea alguna de sus obras antes de curiosear otras que, en principio, no llaman mi atención. Lo que no recomendaría a nadie es que leyera esta obra antes de conocer otras de Bolaño más asequibles, por mucho que sea su obra cumbre. Puede que lo sea, y es -desde luego- la más ambiciosa pero creo que es necesario estar previamente habituado a la manera de narrar de Bolaño: su gusto por el tono oral (que siempre tiene algo de onírico y de impostado), por el fragmento biográfico y el interés por lo anecdótico, generalmente relacionado con los libros. Esos relatos que a veces parecen no conducir a nada no sólo conducen a un todo sino que, además, tienen la mayoría de las veces interés por sí mismos. Lo que hay en este libro es un montón de historias, de personajes detallados hasta el asombro cuyas vidas dependen entre sí más de lo que los propios personajes conocen: es un festín que se ofrece al lector, una maravilla que tiene mucho de salto al vacío pero que va tomando cuerpo a medida que avanzan las páginas, que la realidad se va concretando.

No puedo dejar de compararla con Los Detectives Salvajes. Por su volumen. Por la compilación de biografías. Y por el sentido de ambas novelas: contrario. Esa es la principal conclusión que saco al comparar ambas obras: están escritas al revés, lo que plantea dos versiones de la realidad. En Los Detectives conocemos de manera sesgada la biografía de Arturo Belano y la de Ulises Lima, a través de unos cuantos informadores de los que, a su vez, conocemos parte de sus biografías por las experiencias que -según cuentan- vivieron con ellos dos y con el resto de informadores. La realidad es, pues, una compilación de vivencias personales y comunes narradas en primera persona. Como la vida misma.

En general la obra de Roberto Bolaño está narrada en primera persona y uno debe dejarse llevar por los sentimientos que conducen al protagonista sin que sepamos bien qué es lo que los produce, de manera que  se realiza una descripción de unos hechos pasados, de movimientos provocados por una situación previa que desconocemos y que ni siquiera sabemos adónde llevan. Son personajes en acción, vivitos y coleando, que transmiten al lector más dudas que otra cosa. Una de las características que más me han sorprendido de 2666 es que su relato es omnisciente, no sólo sabemos lo que los personajes hacen sino que conocemos sus causas y, en general, bastantes rinconcitos de sus cabezas, a excepción de las de las mujeres asesinadas, cuyas levísimas biografías conocemos a través de testimonios. Pero lo que quiero decir es que la realidad es en 2666 tal y como se cuenta. Otra cosa es que no toda sea contada, que se haya contado de forma fragmentada. Y conste que aquí la fragmentación da al cuerpo de la novela una profundidad para mi insólita.

La parte de los asesinatos de mujeres en Santa Teresa (3) es la que más me ha hecho pensar en Los Detectives. Es también la que más me ha gustado. Me ha recordado a Los Detectives porque se desarrolla en el mismo escenario, claro. Pero también porque cada aparición de un cadáver es un nuevo testimonio sobre los hechos, aunque aquí da salida a nuevos personajes que, a su vez, se van desarrollando por su cuenta. Es el desarrollo de esos personajes satélites -policías, empresarios, detenidos- lo que lleva al lector a sacar unas conclusiones que no sacan los personajes. El retrato que hace Bolaño de la policía de la ficticia Santa Teresa es demoledor. 

Mucho me ha gustado también la parte del periodista político del Bronx  Fate, que va a cubrir un combate de boxeo en Santa Teresa porque el encargado de deportes de la publicación para la que trabaja ha fallecido (2) y se encuentra con la noticia de los asesinatos, noticia que el lector ya conoce al final de la parte de los críticos que buscan a Archimboldi y que es el transfondo que da tensión a la parte del profesor barcelonés Amalfitano -que trabaja en la universidad de Santa Teresa y sirve de enlace a los profesores (críticos) que llegan a la ciudad- y que vive con su hija Rosa. La novela se desarrolla así, con personajes que aparecen en las historias de otros y acaban protagonizando pasajes, capítulos o libros enteros. Pero junto con la inmediatamente posterior parte de los asesinatos la que más he disfrutado es esta tercera, la de Fate, en la que Bolaño conduce al lector por las zonas más oscuras de la ciudad y del desierto de Sonora, donde vemos aparecer a Rosa, la hija de Amalfitano, cuestión esta que hace crecer la tensión, junto con la historia del boxeador mexicano que se va a enfrentar al estadounidense y donde conocemos también por primera vez al gigante Klaus. Hasta que todo desemboca en la historia central, desgarradora, patética e indignante de los más de doscientos asesinatos de mujeres, de cuyos cadáveres -que nadie reclama- Bolaño narra sus apariciones siempre en circunstancias extrañas, así como las narraciones biográficas de quienes testifican, las investigaciones de los policías judiciales y las paralelas de algunos periodistas y personas con intereses diversos. La última de las partes, la de Archimboldi, en la que se nos relata su vida desde su participación en la guerra como soldado nazi hasta su formación como lector y escritor, no me ha gustado todo el tiempo pero he de reconocer que también tiene momentos muy emocionantes cuyo mayor interés reside en su retrato parcial de lo peor del siglo XX y -sobre todo- en el  cierre que da a su brillante universo de biografías que es la monumental 2666.


En el original

(1)
Mientras acababan de desayunar especularon una vez más sobre cuáles podían ser los motivos que habían impulsado a Archimboldi a viajar hasta ese lugar. Amalfitano supo entonces que nunca nadie había visto en persona a Archimboldi. La historia le pareció, sin que pudiera decir a ciencia cierta por qué, divertida, y les preguntó los motivos por los que querían encontrarlo si estaba claro que Archimboldi no quería que nadie lo viera. Porque nosotros estudiamos su obra, dijeron los críticos. Porque se está muriendo y no es justo que el mejor escritor alemán del siglo XX se muera sin poder hablar con quienes mejor han leído sus novelas. Porque queremos convencerle de que vuelva a Europa, dijeron.
- Yo creía -dijo Amalfitano- que el mejor escritor alemán del siglo veinte era Kafka.
Bueno, pues entonces el mejor escritor alemásn de la posguerra o el mejor escritor alemásn de la segunda mitad del siglo XX, dijeron los críticos.
- ¿Han leído a Peter Handke? -les preguntó Amalfitano-. ¿Y Thomas Bernhard?
Uf, dijeron los críticos y a partir de ese momento hasta que dieron por concluido el desayuno Amalfitano fue atacado hasta quedar reducido a una especie de Periquillo Sarniento abierto en canal y sin una sola pluma.

(2)
Al despertarse llamó por teléfono al jefe de la sección de deportes de su revista y le dijo que Pickett no estaba en Santa Teresa.
- Es normal -dijo el jefe de la sección de deportes-, probablemente está en algún rancho de las afueras de Las Vegas.
- ¿Y cómo demonios voy a hacerle una entrevista? -dijo Fate-. ¿Quieres que vaya a Las Vegas?
- No es necesario que entrevistes a nadie, sólo necesitamos a alguien que narre la pelea, ya sabes, el ambiente, el aire que se respira en el ring, el estado de forma de Pickett, la impresión que cauda en los jodidos mexicanos.
- Los prolegómenos del combate -dijo Fate.
-¿Prolequé? -dijo el jefe de sección de deportes.
- El jodido ambiente -dijo Fate.
- Con palabras sencillas -dijo el jefe de la sección de deportes-, como si estuvieras contando una historia en un bar y todos los que están a tu alrededor fueran tus amigos y se murieran de ganas de escucharte.
- Entendido -dijo Fate-, te lo envío pasado mañana.
- Si hay algo que no entiendes, no te preocupes, aquí procuraremos editarte como si te hubieras pasado toda la vida junto a un ring.
- De acuerdo, entendido -dijo Fate.

(3)
La muerta apareció en un pequeño descampado en la colonia Las Flores. Vestía camisa blanca de manga larga y falda de color amarillo hasta las rodillas, de una talla superior. Unos niños que jugaban en el descampado la encontraron y dieron aviso a sus padres. La madre de uno de ellos telefoneó a la policía, que se presentó al cabo de media hora. El descampado daba a la calle Peláez y uno de ellos se internó en el descampado. Al poco rato descubrió a dos mujeres con la cabeza cubierta, arrodilladas entre la maleza, rezando. Las mujeres, vistas de lejos, parecían viejas, pero no lo eran. Delante de ellas yacía el cadáver. Sin interrumpirlas, el policía volvió tras sus pasos y con gestos llamó a su compañero que lo esperaba fumando en el interior del coche. Luego ambos regresaron (uno de ellos, el que no había bajado, con la pistola desenfundada) hacia donde estaban las mujeres y se quedaron de pie junto a éstas observando el cadáver. El que tenía la pistola desenfundada les preguntó si la conocían. No, señor, dijo una de las mujeres. Nunca la habíamos visto. Esta criatura no es de aquí.


7 comentarios:

  1. Hola Peri:

    A mí la parte de los críticos fue la que menos me gustó de este libro. Y yo diría que la que más fue la última, la de Archimboldi. La de Fate está también muy bien.

    Sobre Amalfitano habla la novela póstuma Los sinsabores del verdadero policía.

    Me están entrando muchas ganas de releer Los detectives salvajes.

    Saludos

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  2. Hola, David.

    Aunque ya estoy inmerso en otras lecturas he pensado en la posibilidad de releer esa parte. No sé si te pasó a ti pero para mi fue llamativo y mosqueante una narrativa tan detallada en los acontecimientos cuando estaba acostumbrado a lo contrario, a una narración mucho más selectiva. Fui disfrutando de la lectura a medida que la narración avanzaba y dejaba atrás ciertas suspicacias que ahora me avergüenza un tanto confesar.

    A veces pienso en leer LOS SINSABORES y, sobre todo, EL TERCER REICH... Ya sabes que lo que me crea dudas es que se trate de novelas postumas, aunque de alguna manera también lo es 2666. Bueno, supongo que acabaré leyéndolas.

    LOS DETECTIVES es para mi la mejor novela de Bolaño.

    Un saludo.

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    1. Hola Peri:

      Puedes acercarte sin miedo a El tercer Reich y a Los sinsabores... son novelas acabadas con el sabor Bolaño, que no defraudan.

      Sí, yo también opino que lo mejor de Bolaño es Los detectives, los cuentos de Llamadas telefónicas, algunos de Putas asesinas y Estrella distante.

      Saludos

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    2. Sí, David, ESTRELLA DISTANTE y sus cuentos son también para mí las preferidos de Bolaño. Estoy de acuerdo contigo en que su faceta de cuentista es sobresaliente.

      EL TERCER REICH y LOS SINSABORES DEL VERDADERO POLICÍA, ¿eh? Quizá al final de año. Bueno, a ver si reseño AMULETO que leí a finales de 2012, pero que me empeñé en releer porque el final me desconcertó un poco y aún no lo he hecho.

      Un saludo.

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  3. Si te gusta darte importancia, dátela. Y escribe como sabes. Y sabes bien.

    No he leído la entrada más que en diagonal. A Ana le gustó mucho "2666". Y "Los detectives salvajes" también. A mí "Putas asesinas" me dejó un tanto frío pero por ella y por ti le daré una segunda oportunidad a Bolaño con los detectives. Luego decidiré si le doy una tercera oportunidad. Entonces te comentaré como Dios manda.

    Sobre lecturas, ahora estoy con Faulkner y "El ruido y la furia". Igual escribo algo de título "El misterioso caso de disfrutar un libro sin enterarte de nada".

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    1. Un día de estos empezaré a responder en el lugar en el que corresponde. De momento, abajo.

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  4. Te entiendo. Yo tampoco tuve suerte cuando me acerqué a Faulkner en su momento: ni siquiera recuerdo el título del libro que abandoné. Pero no tengo prisa, me hago a la idea de que he de madurar como lector y santas pascuas. Otro día será. En cualquier caso espero tu crónica, seguro que te queda divertida.

    Lo de Bolaño es cuestión de empezarlo por su sitio. Yo me dejé recomendar por Pérez Vega y empecé así: ESTRELLA DISTANTE y LOS DETECTIVES SALVAJES. Ambas son de lo mejor del chileno y la primera es, además, muy asequible.

    En cuanto a las crónicas pues, chico, no sé qué pasa que siempre me acabo enrollando. Gracias de todas formas.

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Comentarios.