jueves, 1 de agosto de 2013

Cierre del festival. En escena: El Lazarillo.

No sé cuántos años hace que vi El Lazarillo de Rafael Álvarez "El Brujo". Debió de ser hace nueve o diez. En Iscar, pueblo vecino. Fui con Raquel y unos amigos y todos lo pasamos muy bien. Ahora hemos vuelto a ver el espectáculo y no es -como teníamos previsto- el mismo, porque si bien El Brujo acude a los mismos chistes para aderezar un texto base que es el que diferencia un espectáculo de los otros también ocurre que el mismo espectáculo cambia necesariamente con el paso del tiempo en esos pasajes en los que el actor parece abstraerse de la narración principal y saca el anecdotario propio del momento que, por otra parte, tanto suele gustar al público, yo mismo incluido.

El caso es que vi el Lazarillo por segunda vez y volví a disfrutarlo, lo hice con las tristes andanzas del pregonero toledano que es acusado  de cornudo consentido -quizás consentidor- por el tribunal inquisidor del XVI ante el que trata de explicarse, de justificar una vida cuya gracia está en su desgracia y de la cual el hambre es culpable mayor. Sus relatos sobre la primera crianza, su aprendizaje de mozo de ciego, su desdicha aún mayor con el sacristán o la decadencia absoluta en compañía del hidalgo resignado son contados con gracia de juglar, en una suerte también de monólogo, dado su tono relajado, que conecta directamente con buena parte del público: incluidos los incondicionales que aplauden hasta la respiración del autor.

Pero digo que bien: un cierre óptimo el del pasado domingo a una edición que lo merecía, con lleno absoluto como broche final. En general el festival demuestra con su octava edición que ha madurado al ritmo de sus espectadores. Aún publicaré las reseñas sobre cómo viví algunas de las representaciones que me parecieron más interesantes, o que me interesaron en algún momento. No puedo decir que no haya pasado vergüenza ajena con ninguna obra -pues lo hice con una de ellas- pero las tertulias del constipado este año han sido implacables y hay quien incluso ese montaje me explicó con argumentos que me convencieron aunque -esto sí- no fueron suficientes para cambiar mi posicionamiento base: si uno se aburre se aburre por mucho que se lo expliquen. Por lo demás felicito a la organización y sólo puedo lamentar que las expectativas hacia la siguiente edición vayan en aumento cada año, algo que por otra parte demuestra el extraordinario momento en el que se encuentra Olmedo Clásico. Que siga.

Dejo, a continuación y por orden, las tres obras con las que más he disfrutado este año:

1. EL REY LEAR, de William Shakespeare. Compañía CulturArts Generalitat.
2. SIGLO DE ORO, SIGLO DE AHORA, de Ron Lalá. Compañía Ron Lalá.
3. LA MUJER POR FUERZA, de Tirso de Molina. Compañía José Maya.


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