viernes, 23 de mayo de 2014

La noche en que Frankenstein leyó El Quijote.

Santiago Posteguillo, 2012.
Booket (Planeta), 2014.

236 páginas.
7, 95 €.


Supongo que iba siendo hora ya de hablar aunque sea brevemente de alguna de mis lecturas. Lo cierto es que ando entre disperso y perdido últimamente en lo que a todo se refiere pero he recordado un día que tenía un blog. Bien: es este.

Este sencillo libro de divulgación, corto y ameno que habla sobre diversas anécdotas literarias lo leí hace algunas semanas -creo recordar- y ya me ha proporcionado algunas buenas conversaciones a propósito de Dostoievski y su narración de EL JUGADOR o Exupery y sus últimas aventuras como piloto de un avión de combate mientras se publicaba la que también fue su última -y más reconocida- obra: EL PRINCIPITO. Y eso está muy bien. Gracias a Santiago Posteguillo sé algo más sobre la invención del orden alfabético en las bibliotecas, la importancia de Dublin como ciudad de literatos (Tolkien, Swift, Wilde, Shaw, Becket, Joyce, Stoker, Yeats...), la larga sombra del olvidado Auguste Maquet en la obra de Alejandro Dumas, la truculenta historia de Anne Perry, que no siempre se llamó así y sabe bien de qué habla cuando escribe sobre asesinatos, o PARÍS EN EL SIGLO XX, una novela recuperada a finales de los ochenta y que se publicó en Francia en 1994 con escaso éxito, esto sí, firmada por Jules Verne en 1863. Atiendan si no lo conocen:

Qué habría dicho uno de nuestros antepasados al ver esos bulevares iluminados con un brillo comparable al del sol, esos miles de vehículos que circulaban sin hacer ruido por el sordo asfalto de las calles, esas tiendas ricas como palacios donde la luz se esparcía en blancas irradiaciones, esas vías de comunicación amplias como plazas, esas plazas vastas como llanuras, esos hoteles inmensos donde alojaban veinte mil viajeros, esos viaductos tan ligeros: esas largas galerías elegantes, esos puentes que cruzaban de una calle a otra, y en fin, esos trenes refulgentes que parecían atravesar el aire a velocidad fantástica... Se habría sorprendido  mucho, sin duda; pero los hombres de 1960 ya no admiraban estas maravillas; las disfrutaban tranquilamente, sin por ello ser más felices, pues su talante apresurado, su marcha ansiosa, su ímpetu americano, ponían de manifiesto que el demonio del dinero los empujaba sin descanso y sin piedad.

Se trataba de su segunda novela y el editor la rechazó por no estar a la altura de CINCO SEMANAS EN GLOBO, seguramente también porque su visión futurista no era positiva sino de un pesimismo demoledor y -pero esto no lo podía saber su editor- certero o precursos, como en tantas de sus obras.

El título de este libro lo reserva Posteguillo para la historia que narra parte de la conocida historia de Mary Shelley y su Moderno Prometeo, según la cual esta obra fue escrita durante los días de lectura que en la casa suiza de vacaciones -en la que Percy Shelley hizo la famosa propuesta a su mujer y a Lord Byron- se hizo de la novela cervantina por las noches, lo que influyó sobremanera en la estructura de la historia de Shelley. En total veinticuatro anécdotas literarias que se leen como quien no quiere la cosa, de lo más interesantes y entretenidas, y por las que también circulan la biblioteca de Alejandría, Shakespeare, Scott, Zorrilla, Austen, De Castro, Dickens, Pérez Galdós, Guimerà, Conan Doyle, Chandler, Kafka, Solzhenitsyn, Rowling y Manfredi entre otros y otras. Les transcribo el prólogo.


En el original.

El anverso, la cara que todos ven de la literatura, son las novelas, los poemas o las obras de teatro representadas sobre un escenario. Eso es lo que se ve, lo que iluminan las luces de las librerías, lo que se anuncia en las páginas web de sus equivalentes virtuales en la red, lo que resplandece a las puertas de los grandes teatros, pero ¿qué hay detrás? La noche en que Frankenstein leyó el Quijote busca conducir al lector audaz más allá de la frontera que nos marcan las páginas de un libro, las palabras de un poema o las luces de una función. Éste es un pequeño gran viaje que pretende mostrar al lector aquello que se esconde detrás de los libros: los autores, sus vidas, sus caprichos, sus genialidades y, a veces, sus miserias, y también aquello que hay detrás de los libros mismos como objeto: ¿por qué hay libros anónimos?, ¿qué libro ponía nervioso al servicio secreto  soviético?, ¿cuál era el escritor que inquietaba a la Gestapo?, ¿qué novela, que luego sería un gran éxito de ventas, fue rechazada por diferentes editores? Y es que un libro, desde que nace en la mente de un autor, de una autora, hasta que llega a las manos del público, pasa por decenas de pequeños momentos cargados de casualidad o inspiración, de felicidad y, con frecuencia, también de sufrimiento. Este volumen recrea algunos de esos instantes, destellos fugaces de grandes momentos de la historia de la literatura universal.

Pero empecemos por el principio: por favor, hay muchísimos libros, decenas de miles, centenares de miles, millones de ellos, y se acumulan en las estanterías y se amontonan en todas las esquinas del despacho... ¿Cómo ordenarlos? Que venga alguien y, por favor, que ponga orden. Luego seguiremos.


3 comentarios:

  1. Pues igual le doy una oportunidad. De Posteguillo me leí la trilogía de Publio Cornelio Escipión, tres tochos que me fueron regalados y que tuve que leerme, al principio por obligación y que terminé devorando. Posteguillo es profesor en la Universidad Jaume I en Castellón, compañero de un buen amigo mío. El ínclito Paco Camps, de visita en Castellón. quiso conocerlo personalmente. Ese día Posteguillo estaba en Valencia, donde vive. Y Camps mandó su helicóptero (bueno, el de la Generalitat) a recoger a Posteguillo y así cumplir su capricho. No consta que Camps pagase la factura del desplazamiento.

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  2. Hay que ver, Impenitente, qué cosas me cuentas. Pienso que seguramente Camps le haya devuelto el favor a los valencianos de alguna manera, seguro que velada por aquello de la humildad.

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  3. Pues tengo entre los libros pendientes este de Posteguillo. No lo demorare, después de leer el comentario. No sé si Posteguillo continua en la radio.

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