lunes, 11 de agosto de 2008

La Celestina I

LA CELESTINA.

Es verdad que hemos estado mucho tiempo afuera, pero es que por ahí afuera hay mucho que ver y, sobre todo, mucho que leer. Nos hemos propuesto, sin embargo, ser fieles a esta interesante iniciativa y formaremos parte de ella con asiduidad al menos suficiente y, en definitiva, escribiremos todas las semanas sobre libros, encaminándonos lentamente hacia la meta que es nuestra guía de lectura y que estará por aquí dentro.


Ya dijimos anteriormente que la primera de las obras que formara parte de nuestra relación tenía que ser un clásico. Aunque teníamos pensado cuál decidimos primero lanzar al aire el manojo de condiciones necesarias para su justificación y lo que ha llegado al suelo, de vuelta, es LA CELESTINA. Como nadie lo puede haber adivinado, ya que todos sabían de quien íbamos a hablar, estamos seguros de que la sorpresa habrá sido mayúscula. Y como todos son casi ninguno, pues es una sorpresa mayúscula pero pequeña, lo cual lo hace, por lo menos, doblemente sorprendente. Y mayúsculo.

El motivo principal de que sea la de DE ROJAS nuestra primera obra es que es vieja. Muy vieja. No hay broma que valga, porque es tan vieja que ha influido en toda la literatura posterior como ninguna otra, y es tan rica que ha influido en toda la literatura posterior como ninguna otra. Es más: tan divertida que ha sido leída como cualquiera de los más famosos best- sellers (o como puñetas se escriba).

Desde LIBRERÍA HISPÁNICA nos gustaría mucho que el análisis que de esta primera obra se hiciera fuera concienzudo. Pero que no fuera mucho más allá de este mes de agosto. En próximos días trabajaremos en un par de artículos, alrededor de la obra misma y del autor. A mayores queremos escribir un artículo sobre los famosos apartes que hay en la obra, así como otro muy interesante que tratará sobre la influencia de esta obra en las comedias del siglo de oro.

Como curiosidad os contaremos que dentro de la programación del tercer festival OLMEDO CLÁSICO de teatro del siglo de oro (entendemos que esta época es su especialidad) la compañía japonesa KSEC-ART nos dio a conocer su versión o visión personal o quizás interés particular que en la obra tenía. El caso es que, sobretitulada, asistimos a un montaje mucho más simbólico de lo que esperábamos y tan plástico como deseábamos. Aunque tiene una falta que es, desde nuestro punto de vista, la ausencia casi total de comicidad, algunos guiños divertidos permitieron que el espectador se relajara suficientemente para atender más cómodo al meollo de la cuestión: la tragedia de CALISTO y MELIBEA, enredados por los engaños y embustes de LA CELESTINA, y de los criados de ambos. La ambición como final y el amor como medio. La mentira como protagonista. Pero sin la ridiculez de los jóvenes salidos, de la muerte de Calisto, del suicidio de Melibea. Ahí estuvo el error de los japoneses desde nuestro punto de vista: el espectador debe reírse, maliciosamente, de los dos protagonistas (otro tema interesante a desarrollar puede ser sobre el protagonismo de la obra) y en esta representación nos ponemos tristes. Pero ¿cómo nos vamos a poner tristes con una obra en la que el personaje principal es tan patético que muere al caerse de la escalera cuando está tratando con su enamorada: la sesera esparcida por los suelos?
En todo caso, la obra de los japoneses dabió calar bien en cuántos tuvieran interés por la obra: se recrearon maravillosamente en todas las escenas eróticas y nos explicaron bien el lado trágico, lleno de símbolos, de metáforas fabricadas a base de refinadas expresiones corporales. Pero esto no es un blog de teatro, amigos. Quien quiera peces que se compre una caña. O se vaya a la pescadería.
En fin, que hoy escribimos hasta aquí, pero debéis estar atentos porque pensamos exprimir todo el jugo que la vieja puta tenga en sus entrañas. Luego lo organizaremos todos en los aún vírgenes (alguien tiene que dar ejemplo) botones de la izquierda. Salud y buenos alimentos.

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