martes, 25 de noviembre de 2008

La Celestina V

MALCRIADOS.

¿Qué te parece, Sempronio, cómo el necio de nuestro amo pensaba tomarme por broquel para el encuentro del primer peligro? ¿Qué sé yo quién está tras las puertas cerradas? (...) Manifiesto es que con vergüenza el uno del otro, por no ser odiosamente acusado de cobarde, esperáramos aquí la muerte con nuestro amo, no siendo más de él merecedor de ella? [LA CELESTINA, acto duodécimo]



Aquí tienen a uno de los principales secundarios: Pármeno. Está de cháchara con su amigo Sempronio, ambos acompañan a su amo, Calixto, que hace su primera visita a su amada Melibea. Están para atender a los peligros que pudieran surgir en la oscuridad de la noche y no están, como Calixto cree y ellos debieran, para proteger a su amo, pues tan sólo piensan en salvarse a sí mismos. ¿Que por qué son así estos criados?


La respuesta es que lo único que quieren es su parte del botín. Porque, como ya hemos dicho, todo el romance de la historia gira alrededor de un gran engaño en el que todos tratan de sacar tajada: Celestina principalmente, y los criados Pármeno y Sempronio de forma menos clara, pues ellos van a sufrir, a su vez, el engaño de la alcahueta.


Pármeno, que ya desde un principio se muestra en desacuerdo con la idea de su colega Sempronio de utilizar a Celestina como intermediaria, acaba por plegarse a los deseos de todos los demás porque la alcahueta le promete premio tangible, y más grande que la propia hacienda del amo Calixto. Todo a pesar de que es vieja (puta) conocida de él, a la que sirvió siendo pequeño y de la que puede explicar sus varias malas artes. Así que la realidad es que ambos criados serán, más bien, utilizados por Celestina, experimentada en este tipo de engaños. Lo que se produce es una lucha contenida entre los tres que se hace explícita cuando los criados van a pedir su parte del botín a Celestina que, avarienta, se niega a conceder, lo que le cuesta la vida. Lo que, al final, le cuesta la vida a los tres, pues Sempronio y Pármeno serán apresados y ejecutados por el asesinato de la alcahueta.

Así pues estamos ante unos criados que, al igual que su amo, no pueden ser más que parodia de aquellos que servían a verdaderos caballeros, de verdadero porte y que sentían el peso de la responsabilidad, del deber. Todo lo contrario de lo que nuestro personaje Calixto hace, como ya hemos explicado en otro artículo. Ellos ayudan a completar el tono paródico que tiene toda la obra. Y, así, cuando llegan por primera vez al huerto de Melibea no quieren saber nada de defender a su amo de peligro alguno, más bien tratan de acabar con el asunto cuanto antes y, desde luego, complicarse la vida lo menos posible. Ese el respeto que tienen a su señor, al que utilizan para reír, pues se burlan de él constantemente y, también, para ganar algunas monedas.

Pero hay más criados. Tristán y Sosia se convertirán en contrapunto de los dos criados muertos, cuando los sustituyan, hasta el punto de que se crea una clara contradicción en los pensamientos que expresan Melibea y Tristán al morir Calixto, ambos muy apenados pero parece que más sinceramente el criado, pues Melibea echa ya en falta no poder satisfacer en adelante su apetito sexual, por encima de otras consideraciones humanistas.

Lucrecia es criada de Melibea, y resulta, desde nuestro punto de vista, el personaje que logra mantener una perspectiva más crítica de cuanto acontece, pues en ningún momento acepta del todo la iniciativa de los enamorados.

Hemos elegido las palabras que en negritaencabezan esta columna porque, desde nuestro punto de vista, ilustran bien quiénes son los criados de esta obra y cuál es su aportación a la trama. Una vuelta más de tuerca que hace de LA CELESTINA un libro genial.

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