Ciento ochenta y nueve páginas. Dieciocho con veinte euros.
Es LA MUJER CALVA una obra más que curiosa. Estructurada en forma de pequeños relatos que raramente llegan a las cinco páginas se nos cuenta la historia de una mujer que vuelve a tener a mamá en casa. Muchos años después de vivir sin verla. Se nos cuenta con prosa clara, cristalina, con la intención de explicar una trama que no nos parece tan sencilla como en el reclamo comercial nos anuncian. Decimos la contraportada.
No es sencilla porque el presente de esta novela está atrapado entre

No somos, sin embargo, capaces de resumir un argumento. Además la cuestión nos deja la impresión de que no es por nuestra culpa que esto suceda. El minimalismo de la autora a la hora de narrar sucesos que se suponen importantes no sólo no es suficientemente eficaz sino que, además, lleva a equívocos innecesarios desde nuestro punto de vista. Así las cosas diremos que nos cuesta situar a los dos hombres con los que se relaciona esta mujer y también al padre. Y nos cuesta establebcer una secuencia de hechos que seguramente la autora no entiende como necesaria a la hora de esclarecer cuanto sucede.
Si la obra merece la pena es, sin duda, por lo original de un estilo que ni siquiera sabemos si llamar novelesco. Una sucesión de relatos a menudo desordenados y que tratan la historia de una mujer que siente. Se sienten las cosas que pasan y también pasan las cosas que se sienten. Se nos ocurre decir esto. Si a alguien de los que echen por aquí un vistazo de vez en cuando piensa cosa distinta que, por favor, lo diga.
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