sábado, 18 de julio de 2009

La vida es sueño I



Tan sólo una pequeña introducción en lo que a mi se refiere. Aún más: una penetración. Primero me meto y luego doy brazadas. Es capacidad de quien es forma sin materia. Anoche permanecí agarrado a un asiento, encaramado para descansar tras una travesía incierta que me llevó hasta el salón de San Pedro en esta villa que recorro como quien nada en el aire para saber de memoria, como quien vuela en la nada: en el escenario la Compañía Nacional representó ¿DE CUÁNDO ACÁ NOS VINO?, una comedia larga de Lope de Vega, de las que no he comentado. Quedé contento pero un poco más satisfecho de la cuenta. Veinte minutos menos, una vuelta menos de tuerca a un enredo que podría estirarse hasta el infinito me hubiera dejado de buen humor. La risa se gasta también. Salí del centro de artes escénicas con la sensación de que la compañía nacional no podía hacer mucho más por la obra, con la idea firme de que en otras manos este ¿DE CUÁNDO ACÁ NOS VINO? no se lo come ni los críticos de nuestros principales diarios, a los que leí el año pasado casi dos veces y por poco fue que no me salió un estómago. Juro que noté un leve cosquilleo en alguna parte de mi nada. Quizá ilusión o pura mentira, prodigio. Pero vivido como si fuera de verdad, oiga.

Me veo penetrado. No yo con algo dentro si no yo dentro de algo: LA VIDA ES SUEÑO es una historia fantástica, que uno lee o ve sobre el escenario si está dispuesto a soñar despierto porque, en caso contrario, ve otra cosa, que yo creo que es lo que les pasa a algunos especialistos (esto no se puede decir). Todo en la que parece que es la obra cumbre de Pedro Calderón de la Barca es confuso. Desde las mujeres que son hombres, hasta los hombres que son bestias, pasando por caballos que se presentan como mosntruos, padres que reniegan de su condición, reyes que miran al cielo y descuidan su gobierno y algún que otro etcétera que debe reducir, lector, al singular si no se quiere hacer un lío... Qué despropósito, parezco un crítico que trata de rellenar su columna a toda velocidad.

Los sufrimientos primeros del príncipe Segismundo (digo yo que no hará falta resumir el argumento, ¿no?), los que captamos al dar comienzo la representación, al empezar a leer el libro (a lo que vamos) corresponden a los de un ser humano que ha sido privado de su esencia primera, la libertad, y que dificilmente puede ser considerado, dada su situación de asocial y acultural, humano. Encerrado en la torre, sin embargo, ha de ser tenido por tal porque en sus quejas está su capacidad, su potencial, la misma esencia. Así que el camino se nos presenta en este sentido llanito: desde dónde y hacia qué lugar. Se sabe que Segismundo fue allí encerrado desde que naciera por órdenes que respondieron a feos augurios que en el cielo interpretara el padre, rey, Basilio, corroborados tan desde el principio por la muerte de la madre en el parto. Es esa condición de humano privado de humanidad lo que posibilita en el protagonista de LA VIDA ES SUEÑO la categoría máxima de personaje irreal. Es sólo el punto de partida.

El juego comienza con Rosaura también, a lomos de su hipógrifo violento, como violenta es ella, sin honra y disfrazada de hombre por tener que cumplir con la venganza que le devuelva la honra, y como violento es el encuentro, presto, con el príncipe bestia, que trata de aplicar violencia extrema, matar a quienes usurpan su espacio: el criado Clarín, que acompaña a la mujer hombre, también.

Así que nos encontramos con cierto halo fantástico que envuleve la obra desde el principio y que es cualidad principal a partir de la cual la trama ha de desarrollarse. La educación y la justicia son los dos valores que, de buenas a primeras, se me ocurre destacar, aunque veo muy presente aquel OBRA BIEN QUE DIOS ES DIOS de EL GRAN TEATRO DEL MUNDO y que, como veremos, resulta premisa fundamental en el desarrollo de LA VIDA ES SUEÑO, que ya comento otro rato.

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