Efectivamente, no hay mucho en las fábulas de Samaniego que saborerar, ningún efecto literario que sorprenda o provoque o pueda provocar o, al menos, pueda llegar a hacer pensar que pudiera en algún momento provocar... algo. Fábulas imperceptibles sería un buen título por lo que a mi respecta, pues me han pasado totalmente desapercibidas. ¿Samaniego? Un tipo con pasta y buena educación, un pijo al que le gustaba pasar el rato escribiendo, un ejemplo más de la nula fertilidad del siglo dieciocho español literario. ¿Sus piques literarios con el tal De Iriarte?: Infantil y un tanto largo de patética. ¿Sus poemas? Un rollo falto de técnica y sobrado de intención ejemplificadora.
Una cosa, sin embargo, no quita la otra. La otra cosa es que se trata de una reproducción facsímil de una edición de 1902, a cargo aquella del mismísimo Saturnino Calleja, un personaje histórico de la literatura española, profesor, librero, editor y tipo inteligente y romántico. En la portada podemos leer:
"OBRA DECLARADA DE TEXTO
POR EL REAL CONSEJO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA Y APROBADA
POR LA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA"
EDICIÓN CALLEJA
CORREGIDA POR SIETE CENSORES PRESIDIDOS POR UN MINISTRO
DEL TRIBUNAL DE LA ROTA"

Ahí es nada. Como para bromitas. En fin, hablo de una colección que la editorial Maxtor comenzó a hacer circular más o menos a la par que el nuevo siglo y que ya cuenta con varias decenas de títulos. Hay muchas ediciones del siglo XIX, claro, títulos que llaman mucho la atención: La Constitución de Cádiz; Los veintiséis puntos del Estado Español (Nación Unidad Imperio); El Libro del Arte; una ersie de La Pequeña Enciclolpedia de Agricultura, con varios títulos... etc. Sin, embargo, la edición Calleja se encuentra, sin duda, entre las más románticas y prestigiosas de la historia editorial de este país y si me he fijado en el Samaniego ha sido precisamente por ello. Lo que digo, entonces, es que voy a contar unas cuantas cosas de don Saturnino, que apetece.
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