Tengo dos ediciones de FLOR DE LEYENDAS sobre la mesa. La manoseada está prologada, además de por el propio autor, Alejandro Casona, por Federico C. Sainz de Robles (hay que ver qué nombres más largos han tenido algunos). La otra es de dos mil seis y, aunque también de Austral, está introducida por Modesto González Cobas y Mª Teresa Cristina García Álvarez (me estoy hartando). Esta es la que voy a recomendar.
Quizá alguien se esté preguntando por qué recomiendo este libro. Por qué este libro ha sido recuperado de su antigua estantería. Bien, los hechos no ocurrieron del siguiente modo: el librero se acercó hasta la estantería y vio, casualmente, el estrecho lomo del librito de Alejandro Casona Flor De Leyendas, aprisionado entre dos tomos enciclopédicos, sintió el deseo de rescatarlo, lo hizo y fue, tras echar un vistazo a sus páginas, atrapado en la lectura maravillada de lo fantástico y de lo épico. En realidad no ocurrió así.
El pequeño libro de Alejandro Casona Flor De Leyendas estaba harto de no ver la luz del día, permanecía castigado también en la noche. Llevaba así más de treinta años, aunque había sufrido un cambio de ubicación hacía doce o trece: el librero se había acercado a la estantería y había visto, casualmente, el estrecho lomo del librito de Alejandro Casona Flor De Leyendas, aprisionado entre dos tomos enciclopédicos, había sentido el deseo de rescatarlo, lo había hecho y fue, tras echar un vistazo a sus páginas, a dejarlo en otro estante, en casa del librero, y en el que quedó aprisionado entre dos tomos enciclopédicos, más de una decena de años.
Con la voz amenazadora y necesaria para un susurro en el silencio ha decido, en la oscuridad de una noche, decir que estaba harto y que ya no aguantaba más aquel castigo y otras cosas que, la verdad, no sabía que les estuviera permitido decir a los libros. Y el librero se ha presentado en mi casa, a las cinco de la mañana, diciéndome que tenía un libro que hablaba. Me he preguntado si este tipo esfuerzos van incluidos en el sueldo que no me paga. Me he respondido que sí.
- Y qué dice.- le he preguntado después. Y me ha dicho que se quejaba, pero que no le entendía bien. Y que le hablara yo. Pero yo para estas cosas no valgo. Lo he abierto y me lo he leído: he leído la maravilla y la épica. Estaban dentro, mira tú. Lo he manoseado tanto y dado tantos paseos que no ha podido decir ni pío. Así durante varios días. Mientras leía pensaba que el librero es idiota, que no se entera. Por las noches el librito estaba tan sobado, el pobre, que lo dejaba en cualquier sitio y no protestaba. Pero ahora que lleva unos días cerrado otra vez, recuperando fuerzas, ha empezado a hablar: que su existencia es penosa, que es un desequilibrio total, que espera descansar un poco ahora, que no treinta años...
Catorce relatos que van hablan de lo mágico y de lo heróico, de lo maravilloso y de lo comprensible, de lo fantástico... Literatura para niños, para ser contada. Para adultos. Un esfuerzo de recopilación de los que el autor entiende son las historias más bellas de la literatura universal. Y ahí están la mitología griega, o india, germánica, tradición cristiana y musulmana, la épica española, francesa o suiza... Casona insiste en su prólogo que su intención es la de la "síntesis literarias que conserven, con la trama de la fabulación, su sentido y su esencia, el ritmo y el tono del lenguaje.
Las catorce leyendas:
- Villancico y pasión.
- El anillo de Sakúntala.
- Nala y Damanyanti.
- La muerte del niño Muni.
- La leyenda de Balder.
- Las mil y una noches.
- Lohengrin.
- Héctor y Aquiles.
- Los Nibelungos.
- El cantar de Roldán.
- El destierro de Mío Cid.
- Tristán e Iseo.
- Guillermo Tell.
- Dioses y Gigantes.
Forman parte de las viejas historias que explicaron el mundo alguna vez, y que aún hoy en día lo siguen explicando: tomar Flor De Leyendas entre las manos y leer sus historias en voz alta es zambullirse en un mundo primitivo y encantador.
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