primer paseo por los rincones de Olmedo
t r e s
Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y que no veremos.
Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y del término, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá que fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo.
Esta meditación es un consuelo.
***
Quisiera hacer algún apunte sobre la cuestión de este poema. Según Héctor Abad Faciolince se llama AQUI. HOY. Se trata, según su versión, de un texto casi desconocido desconocido de Jorge Luis Borges, que su padre hubiera copiado de una revista poco antes de morir asesinado.
ResponderEliminarSegún versión de Harold Alvarado Tenorio el poema es suyo. Harold Alvarado aparece en el libro TRAICIONES DE LA MEMORIA, que he reseñado hace tan sólo unos días. Después de su publicación recibí un mensaje del poeta en el que se me invitaba a mirar algunos documentos que defendían su autoría, documentos periodísticos y universitarios que estaría dispuesto a reenviar a quien mostrara interés en la cuestión, aunque aún no he descartado publicarlos (si es que sé cómo hacerlo).
Que el poema que hoy se publica aparezca sin título ni autor responde a la posición en la que aún se encuentra la polémica que los dos autores colombianos mantienen: sin resolver. Por si a alguien interesa he añadido al final de la entrada dos sitios de estos autores.
En cualquier caso, quería agradecer a Harold Alvarado su visita y su interés, así como recomendar fervientemente su espacio cultural, que es magnífico.
He entrado aquí porque un mosquito se ha posado en la pantalla de mi teléfono...lo siento. Echaré un vistazo. [el mosquito ha muerto, lo he chafado]
ResponderEliminarHola, Randle. ¿Un mosquito se posa en la pantalla de tu teléfono y, entonces, entras por accidente en mi blog? Lo tuyo si que es mala suerte.
ResponderEliminarMe alegra que acabaras con el mosquito. Y aún digo que ese bicho hubiera merecido morir más de una vez.