Autor: Juan Pablo Villalobos.
Editorial: Anagrama, 2010.
104 páginas. 12 €.
Esta novela corta que narra las vivencias, parte de ellas, del niño Tochtli, hijo de un importante narcotraficante mejicano llamado Yolcaut, es la historia de un pequeño que, como el protagonista narrador, vive encerrado rodeado de lujos que no puede compartir y que, desde luego, no son lícitos. Miztli compra todas las cosas que Yocault le pide. Él "siempre puede", así que procura todas las cosas que a Tochtli se le antojan. Lo último: un hipopótamo enano de Liberia. Es carecterístico en este caso de un niño que vive, aún tan tierno, una vida falsa, más bien surrealista.
La familia, rodeada de sirvientes generalmente mudos y hasta sordos, viven en un palacio que está en medio de la nada, en el desierto, y casi toda la acción se desarrolla en esta gran mansión, la madriguera, salvo en el caso del capítulo central, cuando Tochtli, su padre y el sirviente Mazatzin van hasta Liberia para conseguir el hipopótamo, lo hacen con graciosos nombres en clave, pues, salvo el niño, todos son delicuentes peligrosos, famosos de esos que salen en los telediarios. Así que lo que se aporta al lector es la visión de un realismo extremo vivido en primera persona y desde la perspectiva de un niño que explica lo evidente, las cosas que nunca se explican: hay, por ejemplo, varias maneras de matar a la gente, pero en su casa se opta por la de hacer orificios en los cuerpos. Es fulminante porque por esos agujeros se sale la sangre y, entonces, la persona muere. Fulminante es una de las palabras que el niño más utiliza:
"Algunas personas dicen que soy un adelantado. Lo dicen sobre todo porque piensan que soy pequeño para saber palabras difíciles. Algunas de las palabras difíciles que sé son: sórdido, nefasto, pulcro, patético y fulminante. En realidad no son muchas las personas que dicen que soy un adelantado. El problema es que no conozco mucha gente (...)"
En realidad el niño conoce a menos de veinte personas, han de vivir a salvo de los soldados en su madriguera. La trama, paralela a la de la consecución de los hipopótamos, puede verse como inacabada y, sin embargo, preverse como metáfora del desenlace que el caso de los hipopótamos tiene. Pasan las cosas que pasan en las historias de mafias, pero nunca se pierde la perspectiva infantil: Tochtli es quien nos cuenta todo.
Repite aquellas palabras que le gustan, las utiliza en sus descripciones y sirven para acentuar el tono infantil de la novela, razonamientos ingenuos y, a la vez, avispados que, además, retratan bien un mundo tan negro como inmaduro (los machos no lloran, etcétera...), tan superficial que puede ser perfectamente descrito por un niño.
Es un libro divertido casi todo el tiempo aunque su humor es ácido y bastante incómodo. Como es novedad prefiero no decir más. Recomendable. Una vez más vuelven las coincidencias, y en estos días que he estado cerrando las cosas de Rulfo aparece esta novelita que trata la violencia que últimamente asalta los noticiarios de todo el mundo. Méjico anda peligroso como en tiempos de cristeros. Juan Pablo Villalobos (Guadalajara, Méjico, 1973) anda por aquí para contarlo. Este es su debut.
La familia, rodeada de sirvientes generalmente mudos y hasta sordos, viven en un palacio que está en medio de la nada, en el desierto, y casi toda la acción se desarrolla en esta gran mansión, la madriguera, salvo en el caso del capítulo central, cuando Tochtli, su padre y el sirviente Mazatzin van hasta Liberia para conseguir el hipopótamo, lo hacen con graciosos nombres en clave, pues, salvo el niño, todos son delicuentes peligrosos, famosos de esos que salen en los telediarios. Así que lo que se aporta al lector es la visión de un realismo extremo vivido en primera persona y desde la perspectiva de un niño que explica lo evidente, las cosas que nunca se explican: hay, por ejemplo, varias maneras de matar a la gente, pero en su casa se opta por la de hacer orificios en los cuerpos. Es fulminante porque por esos agujeros se sale la sangre y, entonces, la persona muere. Fulminante es una de las palabras que el niño más utiliza:
"Algunas personas dicen que soy un adelantado. Lo dicen sobre todo porque piensan que soy pequeño para saber palabras difíciles. Algunas de las palabras difíciles que sé son: sórdido, nefasto, pulcro, patético y fulminante. En realidad no son muchas las personas que dicen que soy un adelantado. El problema es que no conozco mucha gente (...)"
En realidad el niño conoce a menos de veinte personas, han de vivir a salvo de los soldados en su madriguera. La trama, paralela a la de la consecución de los hipopótamos, puede verse como inacabada y, sin embargo, preverse como metáfora del desenlace que el caso de los hipopótamos tiene. Pasan las cosas que pasan en las historias de mafias, pero nunca se pierde la perspectiva infantil: Tochtli es quien nos cuenta todo.
Repite aquellas palabras que le gustan, las utiliza en sus descripciones y sirven para acentuar el tono infantil de la novela, razonamientos ingenuos y, a la vez, avispados que, además, retratan bien un mundo tan negro como inmaduro (los machos no lloran, etcétera...), tan superficial que puede ser perfectamente descrito por un niño.
Es un libro divertido casi todo el tiempo aunque su humor es ácido y bastante incómodo. Como es novedad prefiero no decir más. Recomendable. Una vez más vuelven las coincidencias, y en estos días que he estado cerrando las cosas de Rulfo aparece esta novelita que trata la violencia que últimamente asalta los noticiarios de todo el mundo. Méjico anda peligroso como en tiempos de cristeros. Juan Pablo Villalobos (Guadalajara, Méjico, 1973) anda por aquí para contarlo. Este es su debut.
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