martes, 18 de enero de 2011

CUENTOS MALVADOS

Título, Cuentos Malvados.
Autora, Espido Freire.
Editorial, Páginas de Espuma.
Original de 2010.


146 páginas.
Pvp, 15 €


Leí casi sin querer este libro de la bilbaína Espido Freire que es el primero y que si bien no me ha dejado indiferente tampoco me ha entusiasmado. Puedo decir que no me ha decepcionado y también que esperaba más. La cuestión es delicada, no se crean. Resulta que este libro está dividido en siete bloques temáticos. Cada uno de ellos va precedido por un prólogo que es en ocasiones sólo prólogo y en ocasiones ensayo literario o, directamente, cuento. Los micros tienen menos de cincuenta palabras y suelen reunirse de trece en trece, aunque los capítulos centrales (tercero y cuarto) tienen diecisiete micros.

El primer bloque se llama EL AGUA. Eduardo Berti nos recuerda que somos agua, de donde venimos y hacia lo que vamos, y nos presenta los trece microrrelatos que siguen como trece burbujas. La primera de ellas apareció aquí en el último ALICIA. La imagen del ahogado una y otra vez, la del naufragio. Son micros bastante oscuros, de muertos y fantasmas la mayoría, de voz misteriosa y plástica, casi poética, aunque no siempre igual de acertados. Los hay también muy bien resueltos. A veces da la impresión de que van tejiendo una historia y otros de que son independientes salvo por el tema que se trata.

El segundo de los bloques se llama ÁNGELES y si lo tomáramos como continuación del anterior bien pudiéramos observar una progresión hacia lo siniestro. A menudo los ángeles son seres incomprendidos por las personas humanas, y también maltratados: "Cayó del cielo con un ala de plumas blancas rota. Los niños le ayudaron a levantarse, lo rodearon mientras lo observaban con admiración y luego lo apedrearon hasta que murió".

La parte titulada LAS VOCES es prologada por Fernando Iwasaki, que insiste en que el horror hay que escucharlo. De ahí que este sea el capítulo de las voces, de los suspiros y susurros, quizá el más poético de todos, aunque no muy conseguido: poéticamente no tiene fuerza y narrativamente no dice casi nada. Las voces de este libro son malas voces a pesar de Iwasaki. A ver si puedo salvar uno... Este: "les dieron espadas para que cortaran flores, espinas para proteger las rosas, guerra para vivir la paz, sangre para transformarla en la savia del mundo. Y todo lo despreciaron, todo menos la sangre tibia que les hacía reír y emborracharse y aullar en las pesadillas de los humanos". Es el último, el decimoséptimo.

La cuarta de las secciones de este libro, ARAÑAS Y MARIPOSAS, se estrella definitivamente  porque no logra remontar el vuelo y empieza a dejar en el lector la sensación de que no está leyendo nada más allá de unos cuantos trazos que lo mismo podían ser ensayo conformista, como mi autobiografía difumina: yo la hago pública porque no obligo a nadie a pagar por leerla, en caso contrario moriría de vergüenza y , la verdad, según van los tiempos puede que ni siquiera resucitara. Como comprenderán el asunto es serio. La sensación  que producen algunos de estos micros es que no son asunto serio, que no van más allá de una ocurrencia que, a veces, hace algo de gracia. La muerte, la mentira, la venganza... la Freire se recrea en ellas.

Y aún tres bloques más: el quinto cuenta con el beneplácito de José María Merino, que prologa EL ESPEJO con un cuento. Este, que se llama ATRAPADO, dice así: "Siempre he desconfiado de los espejos: a veces han presentado supuestos guiños y movimientos  que yo no estaba haciendo mientras permanecía enfrente, quieto y aturdido; en otras ocasiones, mi reflejo me ha increpado con resentimiento cargado de malas palabras; una vez el reflejado no era yo; incluso un día mi imagen desapareció, dejándome ver solmanente el cuarto de baño vacío. Hoy, la puerta del fondo que se refleja también en él se ha entreabierto y me ha permitido vislumbrar algo ajeno a mi ámbito familiar. He hecho un gran esfuerzo y he logrado infilitrarme. Es difícil moverse aquí dentro, el cuerpo apretado en dos milímetros de vidrio, pero más allá de una mujer que se peina y se repeina sin inmutarse con mi presencia, es puerta entreabierta me ha dado acceso a una habitación desconocida, donde otra mujer desnuda parece desvariai. Al fondo hay una ventana desde la que se puede contemplar un lago cuya orilla recorren sombras simétricas de lentas parejas errantes. Siento temor y quiero salir, pero ¿cómo hacerlo? El cristal ya no me lo permite, y tampoco puedo atravesar la opaca coraza de azogue que me aplasta. Con muchos esfuerzos, escribo en el cristal con una barra de labios que he encontrado (el texto y las letras de ederecha a izquierda, naturalmente):

POR FAVOR, SEÑORITA ESPIDO,
¡ESCRIBA EL 14 PARA SALIR DE AQUÍ!"



El beneplácito, como se ha podido comprobar, no es suficiente en este caso, pues el texto es más bien malo, además de previsible. Y es que no hay manera de acertar, porque me da la impresión de que la Freire tiene más claro que el Merino de qué quiere hablar: "Entonces me siguió, subió mi escalera, entró en mi cuarto para ver si yo estaba. Y yo le esperaba en el reflejo del espejo, radiante y clara como el recuerdo de días mejorres. Tendió su mano para tocarme; pero yo nunca había estado allí".

El sexto de los capítulos se llama LOS CUENTOS y está prologado por Andrés Neuman. De Andrés Neuman les recomiendo un libro que publicó hace años precisamente la editorial Páginas de Espuma y que creo que se llamaba ALUMBRAMIENTO: relatos inteligentes, interesantes. Pero muy al contrario el contenido real de este capítulo más bien parece un ramalazo contra los cuentos clásicos y harta al lector a base de vueltas de tuerca. La rosca se pasa y uno ya ni sabe qué lee.

El bloque que cierra el libro, DENTRO DEL LABERINTO, tampoco es especialmente bueno, pero es de lo mejor. Muy recomendable resulta el prólogo de Hipólito G. Navarro,  y alguna que otra variación del mito del minotauro y del laberinto que se hacen. Incluso me he acordado de Borges. Ahí es nada. Transcribo uno:
 "Cuando llegó al centro del labertinto y lo encontró vacío, se sentó a meditar. Desesperado por su fracaso, resolvió darse muerte. Cuando la sangre llegó a la entrada, el pueblo gimió afligido y aterrado ante una víctima más que no conseguía la derrota del monstruo del laberinto". Como se puede comprobar, este micro está muy bien y muy mal. Y eso tiene su mérito. Por cierto, ¿en Páginas de Espuma no hay correctores?

Y nada más, libro de micros que parecen poemas unas veces (las peores) y relatos otras (las dos primeras partes). Se puede leer a muchísima velocidad y da la opción de releerlos una y otra vez, lo cual es muy ventajoso porque se trata este de un tipo de lectura especialmente reconfortante para mi pero, vaya, si me preguntan que si me ha gustado les respondo así: y yo qué sé. Lo que pienso es que no vale 15 € , y que como comercial no tengo precio. O será que soy inapreciable. ¿Esto vale como micro?

2 comentarios:

  1. De Espido Freire solo he leído Melocotes helados, hace unos cuantos años, pero me gustó mucho. No conocía este libro que nos presentas, pero tiene buena pinta, aunque no te haya entusiasmado, al menos no te ha dejado indiferente. Para mí, eso es lo peor que me puede pasar con un libro, me da muchísima rabia. Saludos.

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  2. Hola, Goizeder. Sí, la indiferencia es mala. Este libro cuenta con la ventaja de que es llamativo ya desde el mismo diseño. Pero la verdad es que no me ha parecido suficiente, ni aún rodeándose de unos cuantos nombres reputados.

    Saludos.

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Comentarios.