martes, 5 de abril de 2011

Nº 34

Voy detrás de mi propio rastro últimente y veo que lo he ido dejando todo perdido. Escribí una pequeña reflexión que me sugirió la escritura de la entrada sobre Levrero y esta reflexión resultó fallida pues me perdí entre mis propios vericuetos, aunque agradezco el esfuerzo de mis amigos comentaristas por hacerme entender. Pero ahora siento la necesidad de escribir una entrada que deje atrás rápidamente aquella. La elegida es una nueva ALICIA, la que fuera un día revista de reseñas literarias.


Empiezo con un título que pertenece a una serie que llamó mi atención desde que viera la luz hace ya unos cuantos meses. Se llama Lectura + y se caracteriza por llevar un letra tamaño dieciséis o dieciocho (a ojo de buen cubero).Como comprenderán está orientada a personas que tengan problemas de visión y, en general, padezcan de vista cansada. El título que tengo ahora a mano es EL OLVIDO QUE SEREMOS, de Héctor Abad Faciolince, colombiano. De este autor reseñé hace algunos meses TRAICIONES DE LA MEMORIA. La obra de hoy es anterior y gira en torno a las mismas preocupaciones, su padre y su trágica muerte entre las principales.422 páginas. Editorial Seix Barral. 14, 37 €. Empieza así:

UN NIÑO DE LA MANO DE SU PADRE
1.

En la casa vivían diez mujeres, un niño y un señor. Las mujeres eran Tatá, que había sido la niñera de mi abuela, tenía casi cien años, y estaba medio sorda y medio ciega; dos muchachas del servicio -Emma y Teresa-; mis cinco hermanas -Maryluz, Clara, Eva, Marta, Sol-; mi mamá y una monja. El niño, yo, amaba al señor, su padre, sobre todas las cosas. Lo amaba más que a Dios. Un día tuve que escoger entre Dios y mi papá. Fue la primera decisión teológica de mi vida y la tuvecon la hermanita Josefa, la monja que nos cuidaba a Sol y a mí, los hermanos menores. Si cierro los ojos puedo oír su voz recia, gruesa, enfrentada a mi voz infantil. Era una mañana luminosa y estábamos en el patio,al sol, mirando los colibríes que venían a hacer el recorrido de las flores. De un momento a otro la hermanita me dijo:
- Su papá se va a ir para el Infierno.
- ¿Por qué? -le pregunté yo.

Por cierto, no sé si alguno de los que sigue este blog ha leído u oído ya la noticia según la cual el último libro de Vargas Llosa, EL SUEÑO DEL CELTA, habría sido escrito por el negro Abad Faciolince, que es bien blanco. Yo ni afirmo ni desmiento, que no estoy para esas cosas, pero si alguien desea más información se la proporciono. Con gracia.


Ya puestos, enlazo. CARTAS A UN JOVEN NOVELISTA, reedición de Alfaguara de un original del 97, lo último premio en el mercado del último Nobel de literatura. Se trata de una suerte de tratado a propósito del arte de escribir. El mejor recuerdo que tengo de libros por el estilo es SIN TRAMA Y SIN FINAL, de Antón Chejov, un libro finito que se leyó solo. O esa fue la sensación que me dejó. Sin embargo el peruano más que divulgar formas y valores se limita a contarnos su propia experiencia, por eso lo llama una discreta autobiografía. 144 páginas. 16 €. Primera página:

Una discreta autobiografía.

Éste no es un manual para aprender a escribir, algo que los verdaderos escritores aprenden por sí mismos. Es un ensayo sobre la manera como nacen y se escriben las novelas, según mi experiencia personal, que no tiene por qué ser idéntica ni siquiera parecida a la de otros novelistas.

Lo escribí a sugerencia de un editor que se proponía publicar una colección en la que practcantes veteranos de diversas disciplinas se dirigían a un supuesto discípulo para confiarle los secretos de su oficio. Por alguna razón, ese proyecto no se llevó a cabo, pero la idea me gustó, me llevó a reflexionar sobre lo que venía haciendo desde hacía muchos años -contar historias- y éste es el resultado. Tal vez, a los lectores empecinados de novelas les pueda enriquecer la lectura saber que, detrás de esas aventuras ficticias que encienden su imaginación y los conmueven, hay no sólo intuición, fantasía, invención y una pizca de locura, sino también terquedad, disciplina, organización, estrategia, trampas y silencios, y una urdimbre compleja que levanta y sostien en vilo la ficción.

Escribí todos estos capítulos en pocos meses, aprovechando notas y apuntes que me habían servido para dar conferencias o seminarios sobre mis autores favoritos.


De la pintora Eugenia Tusquets tengo de las manos su segunda novela: LA SEDUCCIÓN DEL GINTONIC. Cinco historias de personajes alienados, gente bien según parece, y que tratan de sobrevivir. Tiene pinta de urbanitas (¿?) y por lo leído el estilo promete, aunque no tengo ni idea de cómo estará resuelto, no he mirado por ahí. Confieso que me he dejado llevar por el tirón del apellido. Publica Suma de Letras. 284 páginas. 16 €. Me da que algunas editoriales han bajado algo los precios. Es buena noticia. El libro empieza así:

Lala Valdés narra la historia de Clarisa.
That even his stubborness, his checks and frowns... Have grace and favour in them.
WILLIAM SHAKESPEARE
Clarisa era guapa y coja. Fumaba un cigarrillo sentada en las escaleras que subían al mezzanine y miraba alrededor con desgana. Oía, que no escuchaba, el rumoreo de trivialidades de los todavía escasos invitados. Conversaciones furtivas, risitas incipientes; el estudio acabaría abarrotado de griterío y carcajadas incontroladas por los porros y el vodka, como en todos los saraos que organizaba Genaro. ¿Por qué habría aceptado su invitación? Hasta ese día, a la inquietante costum,bre de invitarle a las fiestas, ella contestaba invariablemente con negativas. Había cuadros diseminados sin orden ni concierto por las paredes y los rincones del estudio, esos cuadros que nunca conseguía vender, inmensos, configuras deformadas de trazo deliberadamente primitivo y colores estridentes. Conceptuales, aseguraba. Genaro era artista y alcohólico. Tenía siempre su loft, desbaratado y enorme, lleno de gente, y con cualquier excusa organizaba una (...)



Bueno, y para terminar por hoy un autor al que tengo pendiente desde hace mucho tiempo. Quizá empiece por este libro. CUENTOS COMPLETOS, del argentino Rodolfo Fogwill y que (me acabo de quedar de piedra) resulta que no está vivo ya. Pero qué pasa conmigo. En fin... joder con los libreros... Bueno, va: el argentino muerto a los sesentainueve en 2010 reunió, a su gusto, todos sus cuentos en esta edición de Alfaguara que espero leer pronto. 462 páginas. 20 €. Primera página, del cuento DOS HILITOS DE SANGRE:

Me sucedió dos veces en Buenos Aires, pero la segunda vez me impresionó más, porque al carácter anómalo -"inusitado"- de la escena, venía a sumarse la desagradable sensación de estar viviendo algo por segunda vez. Y a nadie le gusta sentir más de una vez en la vida que está viviendop por segunda vez algo que se repite. ¿No es cierto?

Tal vez lo sea. Yo, en ambas oportunidades, vi correr por la nuca del chofer un hilito de sangre. Fueron jueves, distintos jueves del mismo año y eran choferes cincuentones, choferes viejos, choferes de una edad poco frecuente entre choferes de taxi en estos tiempos en los que es más habitual que la profesión de chofer de taxi sea escogida por hombres de veinticinco, treinta, cuarenta años a lo sumo, gente que deja sus empleos, cobra una pequeña indemnización y -como dicen ellos- "se pone" un taxi, un automóvil -como dicen ellos- "para pucherear", y viven de eso: pucherean. Por lo general se trata de hombres recién casados y algo en común debe existir entre los hábitos de poner una familia y "poner un taxi", pero no seré yo quien se ponga a comparar ambas costumbres en este momento.

El segundo hilito de sangre, el de la segunda vez, era semejante al primero, pero manaba más lentamente. Estoy casi seguro de que esa segunda vez el hilito de sangre manaba más lentamente, más despacio, quizá por efectos de la naturaleza de la sangre del segundo chofer, más densa, más viscosa, que aunque surgiera de una fuente idéntica, a una velocidad y presión idénticas, por efecto de su mayor viscosidad o densidad tendía a adherirse con mayor firmeza al vello de la nuca del hombre y a la piel del cuello del hombre, provocando la imagen de un transcurrir más lento por la superficie del hombre, la del chofer del taxi.



9 comentarios:

  1. ¿Reflexión fallida? Pues a mí me gustó.

    Y no fastidies que Vargas Llosa utiliza negros. Que lo tengo en un altar. Y después de la caída de Marta Domínguez no estoy preparado para que se me derrumbe otro mito.

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  2. Hola, Impenitente, me alegro de que te gustara la reflexión. A mi me gustaron más los comentarios.

    Lo de Vargas Llosa no lo puedo confirmar. Si quieres te puedo pasar la noticia, que no ha trascendido. Que yo sepa.

    Ayer estuve viendo un reportaje sobre dopaje en el atletismo y me alegró ver comprobar ya no existe el corporativismo de antaño entre deportistas. Había varios que aseguraban que el atleta tramposo debería ser retirado de las competiciones para siempre, y hubo uno que dijo algo que me gustó especialmente: según este el atleta tramposo que sube al podio a recoger un premio no siente la verdadera satisfacción, la del hombre explotando sus capacidades físicas, experimentando sus límites, etc... (Bueno, va un poco de mi cosecha, pero es lo que quería decir). Tú lo entenderás mejor.

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  3. Lo que se consigue con trampas uno no se lo cree, así que no sirve. Uno se siente orgulloso de lo que ha conseguido con esfuerzo, aunque quede el último, aunque nadie lo lea.

    De todas formas pienso que el deporte de élite ya no es deporte. Es espectáculo y dinero. Es otra cosa.

    Por cierto, Marta Domínguez va a salir limpia. No hay prubas. Seguimos siendo el país de las cortinas de humo. Cómo nos gusta enmerdar. Todos los ciclistas son unos drogadictos. Todos los atletas son unos drogadictos.

    En fin, me gusta más hablar de libros. Perdona el monólogo.

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  4. Pues sí, yo con lo del ciclismo he llegado a estar "tocado", la verdad. Fue uno de mis deportes favoritos, y aún de vez en cuando me engancho a alguna competición. Menos mal que al final Contador ha sido absuelto e, incluso, reparado... Pero, claro, estoy de acuerdo contigo: la alta competición ha de ser, sobre todo, productiva, y eso tiene algunos inconvenientes graves.

    Qué raro se me hace hablar de deportes en este blog. A ver si vas a ser una mala influencia...

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  5. Bueno, así tendrás menos reparos en hacer reseñas de libros sobre deporte o sobre deportistas. No hace mucho se publicó una biografía de Zatopek (que no he leído y que me gustaría leer, aunque no oí hablar demasiado bien de ella).

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  6. Pues lo apunto. Uno que me apetece mucho leer es el de Murakami: De qué hablo cuando hablo de correr.

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  7. Sobre este libro de Murakami (y siguiendo con nuestro diálogo) algo escribí no hace mucho (y perdón por la autocita).

    http://cuaderno10.com/2028.html?De+qu%E9+hablo+cuando+hablo+de+correr.+Haruki+Murakami

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  8. Hola Peri:

    El de El olvido que seremos lo tuve en la lista el año pasado, a ver si lo leo.

    Estoy ahora con el de Fogwill, ya te contaré qué tal.

    un abrazo
    David

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  9. Hola de nuevo, Impenitente. Creo que he enviado un comentario al sitio de Cuaderno 10. Espero haberlo hecho bien porque, de momento, no se ha publicado.

    David, a Fogwil también voy a hincarle el diente en breve. Ya contrastamos lecturas. Por cierto, me están entrando muchas ganas de leer a Saer pero, claro, otras lecturas están más a mano.

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Comentarios.