Nº 36.
Por fin encuentro el tiempo suficiente para redactar la última entrada. A Di Benedetto lo pongo porque está de moda entre mis amigos blogueros. Seiz Barral ha sacado ahora la trilogía de la espera que hay quien esperaba. Los otros tres títulos son novedades estrictas: De Javier Reverte siempre he tenido ganas de leer algo. Pablo Tusset me suena como suena a tantos y desconozco si puede ser un autor interesante para mi. También dejo por aquí la primera página del reputado Martínez De Pisón.
TRILOGÍA DE LA ESPERA, Antonio Di Benedetto. Compuesto por las obras ZAMA (1956), EL SILENCIERO (1964) y LOS SUICIDAS (1969). Prologado por Juan José Saer. 506 páginas. 25 €. a pesar de los cuales se agradece el interés de El Aleph Editores. Le tengo ganas. Quizá cuente más adelante, a ver si produce en mi la misma impresión que en otros colegas. Primera página:
Año 1790
Salí de la ciudad, ribera abajo, al encuentro solitario del barco que aguardaba, sin saber cuándo vendría.
Llegué hasta el muelle viejo, esa construcción inesplicable, puesto que la ciudad y su puerto siempre estuvieron donde están, un cuarto de legua arriba.
Entreverada entre sus palos, se menea la porción de agua del río que entre ellos recae.
Con su pequeña ola y sus remolinos sin salida, iba y venía, con precisión, un mono muerto, todavía completo y no descompuesto. El agua, ante el bosque, fue siempre una invitación al viaje, que él no hizo hasta no ser mono, sino cadáver de mono. El agua quería llevárselo y lo llevaba, pero se le enredó entre los palols del muelle decrépito y ahí estaba él, por irse y no, ahí estábamos.
Ahí estábamos, por irnos y no.
Con ser tan mansa, cuidábame de la naturaleza de esta tierra, porque es infantil y capaz de arrobarme y en la lasitud semidespierta me ponía repentinos pensamientos traicioneros, de esos que no dan conformidad ni, por tiempos, sosiego. Hacía que me diese conmigo en cosas exteriores, en las que, si a ello me resignaba, podía reconocerme.
OXFORD 7 es la última obra (obra futurista y con tintes apocalípticos) del catalán Tusset, autor conocido gracias a las obras LO MEJOR QUE LE PUEDE PASAR A UN CRUASÁN (2001) y EN EL NOMBRE DEL CERDO (2006). Autor al que la editorial nos presenta como huidizo y camino de culto. No busco referencias. Publica Destino. 268 páginas. 17, 50 €.
Uno.
Lueve con furia.
El apartamento es largo y estrecho, con una única ventana que da a la cara diurna de la estación. El profesor Sirhan Palaiopoulus mira fuera a través de la densa cortina de fluido pluvial. Es un evento meteorológico no programado, la junta rectora lo ha solicitado expresamente para disuadir a los manifestantes.
Un taxi se detiene frente al Waldorf-Astoria. El conductor sale, se apresura para no mojarse, abre el maletero. El portero del hotel introduce el equipaje de una pareja centenaria que espera guarecida bajo la marquesina. Parecen visitantes. Una madre de alumno con su acompañnte. Muchos visitantes se vuelven precipitadamente a Earth en previsión de que se colapsen los puertos de salida a causa de los disturbios.
El profesor deja de prestar atención al exterior para consultar su iClock. Son la 17.14 en convención de Oxford 7. Cuando hace el gesto de mirar la hora nota que ha empezado a dolerle el codo izquierdo. Es un dolor conocido. Empieza ahí, en el codo, y al poco tiempo irradia hacia el hombro y el pecho. Después llega el ahogo, el sudor frío, la sensación de terror.
Javier Reverte debe de ser el cronista de viajes más conocido del país y es, sin duda, un escritor respetable que cultiva un género no muy cultivado y tampoco muy difundido. Autor de una obra extensa centrada en África y América su último relato nos trae la crónica de un viaje al Ártico: EN MARES SALVAJES. Edita Plaza y Janés. 436 pág. 22 €.
Mi memoria y mis sentidos, cuando me siento a escribir el libro de mi viaje por el Ártico, recuperan de súbito el color de un cielo lúgubre, acerado, en donde el sol apenas asomaba y, al hacerlo, vencido por la fatiga en su esfuerzo casi inútil por alumbrar la Tierra, mostraba una luz mortecina. Los altos farallones de piedra cubierta por la nieve rodeaban el mar oscuro y, con frecuencia, mi visión desde el barco era la de un mundo poco complaciente: el océano plúmbeo, las lívidas escarpaduras, la palidez de los picachos, la opacidad del cielo, un sol enfermo…
La blancura de la nieve y el hielo no aliviaban la pesadumbre del paisaje y me acordaba de Melvilla y del miedo que empapaba su escritura ante la contemplación de lo blanco, más pavoroso para él que el rojo de la sangre.
A veces, el barco navegaba entre placas de hielo, que deambulaban como uan flota de espectros en su peregrinaje eterno por los mares boreales. Casi nunca percibíamos rastros de vida a nuestro alrededor en aquella ruta desoladora, cruzando junto a islas y penínsulas congeladas. Cuando un temporal azotaba la nave, algunos pasajeros nos acercábamos a la cabina del puente de mando para contemplar, junto al piloto (…)
Por lo que he leído en la contraportada la corriente Roberto Bolaño apunta en su posibilidad y ya de manera explícita: "Una docena de personajes nos cuentan cómo conocieron a Justo en algún momento de sus vidas y cómo fue su relación con él. Sus testimonios conforman una visión caleidoscópica... ", se nos dice en la contraportada. Seguro que Martínez de Pisón es también otras cosas que no fue el Bolaño pero el aspecto de EL DÍA DE MAÑANA es que el zaragozano se ha dejado influir por el chileno. Buena cosa para ambos. Edita Seix Barral. 384 páginas. 20 euritos.
1.
Sí, éramos medio parientes, dice Martín Tello. Pero es que en los pueblos pequeños todos son parientes o medio parientes. Mi padre y su madre se apedillaban igual y, aunque no sabían de dónde les venía el parentesco, entre ellos se llamaban primos. ¡Prima, tráme esto!, ¡primo, tráeme lo otro! Pero mis primos de verdad no eran ellos, sino los hijos de mi tío Guillermo y mi tío Evaristo. Cuando nos vinimos, nos vinimos todos: mi tío Guillermo con su mujer y sus cuatro hijos, mi tío Evaristo con la suya y las dos chicas, mis padres conmigo y con mis hermanas. Llevaban tiempo, desde antes de la guerra, hablando del embalse y diciendo que tendríamos que dejar el pueblo y, cuando llegaron unos del gobierno y ofrecieron cuatro perras por las tierras y las casas, mis padres y mis tíos no se lo pensaron. Con embalse o sin embalse, aquello no tenía ningún futuro… Y, si teníamos que rehacer la vida en otro sitio, cuanto antes empezáramos mejor, ¿no? Así que metimos todo lo que pudimos en los carros y nos echamos a la carretera. Tardamos cuatro días en llegar a Barcelona. Lo que más llamó la atención de mis hermanas fue que las ca- (…)
De Javier Reverte leí "Vagabundo en África" hace ya unos cuantos años. Mi jefe es un enamorado suyo. Por aquella época me tocó ir tres veces por motivos de trabajo a Gabón y fue entonces cuando me lo leí. Me gustó, la verdad. Es bastante ameno. Y ese libro hace bastante mención a "El corazón de las tinieblas". Gracias a él, por tanto, descubrí a Conrad. Y ese sí que fue un gran descubrimiento.
ResponderEliminarA mi también me gustó mucho EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS. A Reverte lo tengo pendiente. A ver qué tal.
ResponderEliminarAsí que currando en Gabón, ¿eh? Y de vacaciones en Valencia, claro.
Un saludo.
Me gusta como empieza "El día de mañana", por la sencillez de su redacción que hace más real y cercana la historia.
ResponderEliminarPor lo contrario, los demás me parecen pomposos en algunos pasajes, como si buscar frases enrevesadas le dieran más calidad al relato, cosa que a mi, a estas alturas, me aburren...
Un saludo. Blanca G.L.
Pues yo leí hace algún tiempo un libro de Alejandro Gándara titulado EL DÍA DE HOY y, bueno, que sepas que no sé por qué te cuento esto, Blanca... Ah, sí, creo que era algo enrevesado, ¿o no? No sé. Me gustó mucho. Me enrevesas, coño.
ResponderEliminarHola, creo que estamos poniendo de moda a Di Benedetto, y se lo merece mucho.
ResponderEliminarEs una alegría la publicación de este volumen, a mí me costó encontrar los 3 de la trilogía.
Lee ese libro, no esperes más, ese mono que flota en el agua se quedará flotando en tu imaginación de lector durante mucho tiempo.
saludos
Hola, David, a ver si voy buscando el hueco porque en julio se celebra el festival de teatro clásico de Olmedo y tengo pensado dedicar el mes de junio a lecturas doradas. Además hace algún tiempo que no leo clásico pero, vaya, a Di Benedetto lo tengo en el punto de mira.
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