Autor, Eloy Tizón, 1992.
Editorial, Anagrama (Compactos)
140 páginas.
Pvp, 6, 50 €.
Acabo de terminar este libro compuesto de once cuentos que hice pedir para la librería a principio de año. Creo que lo vi por algún sitio elegido como libro favorito y lo anoté. Y no me ocupé más hasta que le pasara un día una lista de pendientes al librero en la que se coló este VELOCIDAD DE LOS JARDINES, los originales cuentos del autor madrileño del sesenta y cuatro Eloy Tizón. Autor, además, de las novelas SEDA SALVAJE y LABIA.
Lo que me he encontrado en estos once cuentos es una narrativa poética, simbólica y, sobre todo, formal. Formal en el sentido de que las tramas subyacen bajo su estilo, de manera que lo que Tizón crea son pequeñas piezas sobresalientes, no quizá tanto en su resultado final como en su planteamiento estético. Porque estos relatos son discursos a propósito de la sensibilidad humana, o así los he visto yo: cabe destacar en ellos la plasmación directa del sentimiento, de la subjetividad de los personajes que nos cuentan la historia unas veces o que la viven sin más, y debajo de la cual hay, efectivamente, una historia o lo que solemos llamar una historia, lo que se suele leer en los libros de historias, de cuentos.
A esto me refiero cuando digo que son cuentos sobresalientes: Tizón se decide por la impresión, la percepción del narrador o del personaje que vive la historia, si es que esta está contada en tercera persona. El autor hace doblegarse a sus personajes a la resignación de que las cosas no se conocen, no se saben. Se sienten o se viven, se perciben y, sobre esa base, once vivencias distintas que tienen que ver con la muerte y la literatura (CARTA A NABOKOV), con la suerte o el destino, el tiempo (LOS VIAJES DE ANATALIA)…
Lo onírico y la imaginación enmarcan los sucesos de un viajante en LOS PUNTOS CARDINALES; las ilusiones y las melancolías del amor están en LA VIDA INTERMINENTE; ESCENAS EN UN PIC-NIC me ha parecido directamente un poemario en prosa; guardo un recuerdo inmejorable de VILLA BORGUESE, aunque creo que es por aquí cuando el autor ha empezado a ser más accesible, cuando he conectado mejor con su estilo, y cuenta la historia de una madre que perdiera a su hijo vista desde la perspectiva de Bruno, el hombre que está enamorado de ella y que busca el encuentro entre ambos.
AUSTIN es el más onírico de todos los relatos y no sé si pretende ser onírico: digo que es la sensación que me ha dejado la historia de un profesor que deambula por los arrabales de la ciudad durante la última noche del año; FAMILIA, DESIERTO, TEATRO, CASA es la preciosa historia infantil de Bernardo y Mabel contada por el propio Bernardo, con los grandes misterios de la edad temprana; EN CUALQUIER LUGAR DEL ATLAS se nos narra desde la perspectiva de un escritor la historia que él y su amigo, también escritor P., emprenden en busca de la chica polaca Klara, un cuento con más imaginación de la cuenta desde mi punto de vista; en CUBRIRÉ DE FLORES TU PALIDEZ Tizón vuelve al estilo más poético y un hombre reflexiona, casi podría decirse que se canta, en apenas cuatro páginas a propósito de la soledad; por fin en VELOCIDAD DE LOS JARDINES Tizón recupera la infancia como motivo, pero también el recuerdo (la melancolía) y el paso inexorable, tantas veces triste, del tiempo.
En general puedo decir que me ha dejado buen gusto este librito. Personalmente (lo comentaba con algún colega bloguero) el cuento me parece un género mayor, creo que ningún otro es capaz de contarnos una gran historia y, a la vez, de hacer llegar al lector un tipo cualquiera de belleza de forma tan directa. La novela y la poesía confluyen para mi en el gran género, el primero de todos y quizá el último.
Precisamente la belleza, en el encuentro del lector con las imágenes que Tizón propone pero también en el juego literario –lingüístico en ocasiones-, me ha parecido motivo fundamental de esta colección de relatos sensibles, en sus temas y en su forma.
Hola:
ResponderEliminarHace tiempo que tengo ganas de leer este libro, a ver si lo hago.
saludos
Bueno, creo que es bastante recomendable. Muy poético, nada que ver con la narrativa clásica, descriptiva: el tipo exprime la expresión hasta el simbolismo, se la juega y, quizá al principio, su lectura pueda resultar algo difícil, en el sentido de que uno no sabe bien cuál es el mensaje que debe recibir. Hay relatos que se pueden leer como poemario.
ResponderEliminarLo que te puedo asegurar es que son relatos de belleza extraordinaria. O por lo menos no muy normal.
Hasta luego.
¿Cuáles son los generos menores dentro de la literatura? ¿El tamaño (el volumen, por decirlo más finamente) importa en la literatura?
ResponderEliminarSí, la pregunta tiene trampa.
Bueno, tradicionalmente el cuento es género menor, seguido de la novela, seguido del teatro y seguido de la poesía, que estaría al otro extremo. Pero no se trata de una norma universal ni explícita, creo. Más bien es una percepción habitual. De hecho, mi favorito es el cuento o el relato corto.
ResponderEliminarPor supuesto, por encima de este tipo de prefrencias está cada caso concreto, y una buena novela es mejor que un mal cuento, etc...
Por cierto que eres tramposo, Impenitente. Pienso pensar una retorcida, espérame sentado pero nervioso...
Hoy en día está muy de moda el microrrelato, es decir, menos que el relato y bien es cierto que en dos párrafos están contando cosas más interesantes que muchas novelas.
ResponderEliminarSí, Alamamaquevas, creo que tienes razón y es verdaderamente difícil escribir un buen relato o un buen microrrelato pues en ellos (así lo creo también) no hay márgenes de error ni se puede ser permisivo.
ResponderEliminarEn novela, por ejemplo, aunque también se paga, se es más permisivo, se asume que debe tener pasajes mejores y peores, caídas de las que la obra se recupera (a veces sonadas) y que no impiden que, al fin y al cabo, se haya leído un libro que merece la pena.
Pero bueno, hay tan grandísimas novelas escritas que da pudor decir estas cosas...
Un saludo. Bienvenido/a.
Por esto mismo es por lo que te ha gustado este libro, al ser varias historias si alguna es floja como te la despachas rápido no hay tentaciones en cerrar el libro o abandonarlo. Pocos libros he abandonado, suelo ser optimista y pensar que vendrán partes mejores porque cerrar un libro es como levantarse e irse en mitad de una obra de teatro... hay que tener dos "narices" bien puestas.
ResponderEliminarMuchas gracias por la bienvenida, te sigo desde hace poco y me gusta mucho tu blog. No suelo participar, me gusta más leer, las opiniones y comentarios, enhorabuena a ti y a tus habituales.
ResponderEliminarGracias, Alamamaquevas, es una gozada que los lectores mostréis vuestra cercanía.
ResponderEliminarEste VELOCIDAD DE LOS JARDINES lo reeleré en algún momento este mismo año, creó que aún ganará enteros. O, por lo menos, decimales.
Hasta luego.