Hace ya unas cuantas horas que el séptimo festival de teatro clásico que se celebra en Olmedo ha finalizado. Es el mejor que recuerdo y, en general, se ha sido de la misma opinión que un servidor. Esta misma semana publicaré una entrada a modo de conclusión pero es que a día de hoy aún debo hacer un par de crónicas, o críticas o como las prefieran llamar.
No es que LA CELESTINA haya sido una de las grandes sorpresas de este año pues, en realidad, se esperaba mucho de esta obra. Lo impresionante es que Atalaya haya cumplido una vez más con las expectativas, verdaderamente altas. Tan sólo a un par de contertulios no convenció, y gustó al resto -cuéntese hasta veinte, más o menos- de ellos, de nosotros. La compañía apostó una vez más por una propuesta plástica en la que los movimientos de los personajes se hicieron de una manera coreográfica, la iluminación tiñó de un sentido trágico lo que fue sobre todo comedia y la música de inquietantes coros ayudó a pronunciar la ambientación oscura que la luz daba a la escena más realista, la de La Celestina y sus mujeres, y a diferenciarla de la apolínea claridad de las escenas en la reja de la casa de Pleberio, padre de Melibea, entre ella y su patético enamorado Calixto.
Una gozada la verdad el tratamiento que el director dio a los jóvenes protagonistas. Desde este espacio agradecemos el pasito adelante que dio por ridiculizarlos -con su histrionismo nobiliario- casi hasta en la misma muerte de Calixto, en la que el criado hace no recuerdo qué comentario gracioso al comprobar que su amo ha muerto al caerse de la escalera, qué pobre. Esto potencia el lado cómico y, por tanto, más irreverente y del todo genial de este clásico que, personalmente, le saca mucha ventaja a EL QUIJOTE -no tengo título literario que defender y puedo decir estas cosas-, pues con ella he disfrutado siempre más.
También en esta versión es La Celestina personaje principal y, además, está interpretada de forma brillante. En ella se da el misterio y la ruindad, lo sexual como componente principal de un personaje cuyas miserias pone en evidencia las de cuantos la rodean, sean estos las mujeres de casa, los criados y, sobre todo, el propio Melibeo: Calixto, el que se dice enamorado hasta el punto de no importarle contratar los servicios de una vieja alcahueta con fama de bruja y de puta.
Una vez más Atalaya puso en escena una obra intensa y vibrante, ofreció al público un buen número de imágenes impactantes y bellas que no sólo no necesitaron escenografía fija sino que -además- se consiguieron gracias a la fina utilización de estructuras trapoziodales al modo de taburetes gigantes que se combinaban para crear los espacios de las distintas escenas o -dentro de ellas- escenificar acciones más concretas, de modo que sirvieron tanto para montar camas como rejas, patíbulos y armas, paredes o habitaciones y casas... posibilitando, además, mayor flexibilidad en la creación de imágenes más que sugerentes.
A ello hay que añadir una sincronía notable en los cambios de escena y en las distintas figuraciones que quizá adolecieron de algún pequeño error que en otra obra hubiera pasado desapercibido pero que, paradójicamente, es centro de la atención del espectador que está viendo un espectáculo especialmente preciso en ese sentido. Así pues el elenco actoral no sólo desempeñó de manera notable sus perfiles psicológicos sino que, además, organizó la secuencia de escenas con l amaña y el criterio requeridos, camino del conocido desenlace, un tanto descafeinado por dos motivos principales desde mi punto de vista: uno es la desaparición de La Celestina de escena, inherente a la obra y contra lo que dificilmente puede hacerse algo; y la desafortunada utilización de audios, que resta peso a los pasajes correspondientes, como el soliloquio previo al suicidio de Melibea.
En cualquier caso obra notable en la que se nota la mano de su director Ricardo Iniesta, cuyas maneras conocíamos ya un poco por su espectacular RICARDO III, de hace dos años. Si bien La Celestina no ha llegado a tanto hay que reconocer que está en la misma línea y desde aquí recomendamos a quien esté barajando la posibilidad de verla que lo haga sin dudarlo: ya sabe que verá una divertida historia, estará además complementada con un bonito espectáculo de interpretaciones, movimientos, luz y sonido precisos e inquietantes.
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