domingo, 5 de agosto de 2012

Olmedo Clásico 2012. Conclusión.


Hace una semana que terminó la última edición del festival de teatro Olmedo Clásico, esta hermosa aventura en la que el ayuntamiento olmedano lleva inmerso ya siete años. Este último la aventura ha sido mayor pues todos nos vemos inmersos en una crisis económica tan brutal que es también crisis de principios y tiempo de preguntas y decisiones radicales, de las que hacen temblar cimientos y, con ellos, vidas ordinarias. Y precisamente este año ha sido el que ha dado como fruto la mejor edición, una edición de mucha calidad, sin apenas obras fallidas desde mi punto de vista y con propuestas originales y honestas en el peor de los casos. Es decir, teniendo en cuenta que la organización no puede aspirar al pleno con ningún espectador -y menos con el administrador de este blog- me parece que el festival   ha sido sobresaliente. En varios sentidos.

Ya dije que hacía tiempo que me apetecía hablar bien de la compañía Nao D´Amores y que no me atrevía a hacerlo del todo pero, mira por dónde, esta vez sí, el festival abrió con las farsas y églogas que de Lucas Fernández  puso Ana Zamora en escena y por aquí nos parecieron una chulada. El festival cerró con ABRE EL OJO a cargo de 2RC Teatro, una adaptación interesante y divertida que entretuvo al público y le dejó con buen sabor de boca. Por el medio ha habido obras mejores y peores.

Tempestades.
Decía que la crisis amenazaba con protagonizar el festival. En realidad lo ha hecho la climatología. Tuvo que suspenderse LA TEMPESTAD, a punto estuvo de hacerse lo propio con LA GRAN ZENOBIA y lo mismo debe decirse de EL QUIJOTE de José Luis Sacristán. Tan sólo las ganas de actores, directores, técnicos y organizadores pudieron sacar adelante estas dos últimas funciones, lo que dio como resultado que de entre las nueve propuestas de este año tan sólo hubiera que suspender media. Téngase en cuenta que estamos hablando de un festival al aire libre y miércoles, jueves y viernes estuvo lloviendo -¡y hasta granizando!- tarde y noche.


Shakespeares.
El primer Shakespeare fue la segunda función: NOCHE DE REYES, a cargo de la compañía Noviembre Teatro, dirigida por Eduardo Vasco. Maravillosa, apenas pude cerrar la boca durante su representación. Comedia elegante y desternillante a partes iguales, con estética cinematográfica de la primera mitad del siglo XX y una propuesta escénica ágil y desenfadada, con música que los propios actores cantaban acompañados por un piano que hacía las veces de elemento escenográfico, incorporado a la escena según los requerimientos del pasaje. El elenco actoral fue, así mismo, de lo mejor del festival, sus componentes demostraron capacidad sobresaliente y la desarrollaron con la solvencia de quien camina sobre seguro, así que, entre unas y otras cosas, vi aquel sábado de hace quince días una de las mejores funciones que recuerdo en Olmedo Clásico.

El segundo Shakespeare fue la cuarta función: VIDA DE TIMÓN, a cargo de la compañía Teatro Dran. Me dio mucha rabia que esta no me convenciera, que no me agradara lo suficiente y que, además, me disgustara alguna parte de su planteamiento, en concreto la proyección sobre fondo de mensajes político - económicos que en realidad suscribo personalmente, pero que no me parece que se fundieran con la trama. La trama, por otra parte, no es tan interesante como el texto, la historia que se cuenta es sencilla y conocida, pero entiendo que difícil de adaptar, sobre todo por el hecho de que los personajes secundarios son estereotipos, personalidades planas de las que difícilmente se puede sacar algo atractivo sobre un escenario. El peso recae, necesariamente, sobre el propio Timón -Carlos Pineda- al que aunque no estuvo mal advertí desangeladamente solitario, incluso cuando estaba acompañado.

El tercer Shakespeare fue LA TEMPESTAD y fue la tempestad, a cargo de la compañía Barco Pirata, y a cargo de las inclemencias del tiempo, pues a mitad de función cayó un aguacero que dio al traste con la ilusión de cuantos ocupábamos aquella noche la corrala: público, compañía, control y organización: todos con un palmo de narices. Estaba siendo impresionante, desde el comienzo. Estos jóvenes actores -de la mano de Sergio Peris-Mencheta- se plantaron en escena y con ganas de jugar y desde una propuesta metateatral adaptaron esta grandísima obra con tan sólo siete estupendos actores que saltaban de unos a otros personajes con la facilidad pasmosa de quien no sólo trata de ocultarlo algo sino que -más bien- se recrea en ello para hacerlo natural. Esto de buscar la belleza en las transiciones en vez de tratar de ocultarlas es algo a los que las compañías más jóvenes nos están empezando a acostumbrar, y me parece del todo acertado. El caso es que estábamos viendo una propuesta divertida, original, cuando entre la tempestad ficticia comenzaron a asomar signos de una tempestad real más allá del escenario: rayos, truenos, primeras gotas y, en fin, lluvia hasta que hubo de suspenderse la que podría haber sido la mejor función de 2012, la que aún a medias ha sido para algunos la mejor función de 2012. Como anécdota hay que añadir que, aunque el público se ocultó como pudo debajo del graderío techado, prácticamente su totalidad permaneció en la corrala hasta que se anunció -cuarto de hora después de la primera suspensión- que la representación no podría continuar en ningún caso. Eso también fue espectacular: por lo menos más que los rayos y los truenos de verdad.


Conclusión.
He dado un poco de cancha a los shakespeares porque sus obras no han sido comentadas pormenorizadamente, como en el caso de los originales en español: Lucas Fernández, Calderón, De Rojas y Rojas-Zorrilla. Tampoco comenté la de Sacristán, que estuvo bastante entretenida. La compañía Metrópolis Teatro nos trajo YO SOY DON QUIJOTE DE LA MANCHA, un repaso por algunos de los pasajes de la obra de Cervantes con Sancho y su hija Sanchica como únicos compañeros de viaje. En general la obra indagó más en su interpretación  de la personalidad de Alonso Quijano que en lo que de literatura hay en el original, y desde la dirección se tomaron bastantes libertades, algo que me cuesta entender bastante cuando uno tiene tres mil páginas de obra maestra entre las que elegir. En cualquier caso tanto Sacristán como Luis Bermejo estuvieron notables en sus actuaciones, y también me gustó Natalia Menéndez en su papel inventado. La obra fue divertida y supo mantener ese aire de melancolía que siempre se le echa a uno encima cuando le hablan de las bondades humanas.

De entre las que no he entrado a valorar aquí otra de las destacables ha sido LA CELESTINA, de Atalaya T.N.T, que ofreció un espectáculo sobresaliente y que ha sido la favorita de los amigos tertulianos, lo hubiera sido también mía de no ser por el final un tanto descafeinado que me ha hecho dudar algo de ella, sobre todo en comparación con obras menos impactantes como la de Nao D´amores que, sin embargo, quedaron más redonditas. Lo más importante es que, en definitiva, 5.000 espectadores han pasado estos días por Olmedo para disfrutar del teatro clásico de la mano de algunas de las mejores compañías españolas del momento, y también de algunos proyectos valientes, arriesgados. Un menú de calidad y equilibrado en la que es, sin duda, la mejor edición hasta el momento y -lo más importante- una edición sobresaliente que ha dejado más hambre si cabe en cuantos tomamos estos días como los más grandes del año. A ver si me sale: Felicidades a la organización...

Para acabar me he hecho un podium, este está confeccionado según mi grado de disfrute sobre la silla.  No hay más que pensar en lo que se ha quedado afuera para darse cuenta del nivel que había este año. Toma ya:

1. NOCHE DE REYES, de William Shakespeare...............Noviembre Teatro.
2. LA TEMPESTAD, de William Shakespeare..................Barco Pirata.
3. FARSAS Y ÉGLOGAS, de Lucas Fernández..................Nao D´amores.


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