En la presentación estuvo el también novelista Santiago Zurita y asistieron quince personas interesadas en la presentación, así que el ambiente fue familiar y pudo hablar y expresar sus opiniones todo aquel que así lo deseó.
Como conclusión más interesante a propósito del debate del que les hablo saqué que el escritor -a menudo y cuando la falta de rigor no le pierde- lleva al lector a vivir la época que relata.
Así que llevamos ya el doble de encuentros literarios que cuando empezamos. Ahí es nada.
¿Y cómo se defendió el novelista frente a los ataques de los historiadores? ¿Cuál es el límite del rigor permisible?
ResponderEliminarY bien que se nota que eres de letras. Dos por cero, cero. Dos por uno, dos.
Hola, compa.
ResponderEliminarDisculpa mi tardanza pero he estado desconectado. El novelista se atacó solo así que se defendió mejor. Bueno, todos le defendimos porque fuimos buenos compas. Y porque no había historiadores, claro.
Lo del límite del rigor permisible...me lo repita.
En cuanto a lo de que soy de letras, en fin, a ti también te confesaré el secreto: soy de Filosofía, que está bastante lejos de las letras. Porque dos por uno son dos es que llevamos el doble de presentaciones que cuando empezamos o habíamos empezado (mira, ahora letras). Este... cómo nos lo pasamos.