viernes, 30 de noviembre de 2012

Nº 48.

Bien grata ha sido la sorpresa del librero al encontrarse en la tienda con la colección que ahora Everest -una editorial que vive de las licencias de las más famosas "marcas cinematográficas" infantiles- saca, llamada Punto de Encuentro con los Clásicos, y entre las que se encuentran Drácula, el Don Juan Tenorio, cuentos de Poe o esta antología en la que nos hemos fijado hoy: Antología de cuentos hispanoamericanos. Es una buena noticia dado el público al que esta editorial se dirige: infantil y adolescente. Transcribo aquí la introducción al completo -un tanto dubitativa en lo que a autores actuales se refiere- y la primera página del primero de los cuentos, anónimo al igual que los cinco siguientes. De hecho, que la mitad de los cuentos aquí recogidos sean de origen oral es uno de los aspectos que me han llevado a fijarme en este volumen. Los otros seis son de autores reputados: Quiroga, Borges, Cortázar, Rulfo, García Márquez y Bioy Casares.



  
Varios autores.
Everest, 2012.

178 páginas.
8, 79 €.










El cuento se puede considerar una variante de la narrativa. No comenzó a adquirir importancia como género literario hasta finales del siglo XIX, ya que se le asociaba con la tradición popular, la cual no fue muy bien valorada en la preceptiva literaria. En este sentido cabe hablar de, al menos, dos tipos de cuentos, el popular y el literario.

El cuento popular o de tradición oral es anónimo y se ha transmitido de generación en generación. Suele presentar unas estructuras fijas bien características como la fórmula de entrada y de salida.
El cuento literario, a menudo, se inspira en el popular, con que comparte la brevedad, pero se diferencia de este en su originalidad, la diversidad de temas y estilos que maneja, así como la estructura, que suele ser novedosa e innovadora.

El cuento, por su brevedad, se adapta muy bien a las necesidades del hombre actual, ya que, al ser de poca extensión, el autor entra de forma rápida en el esunto que le interesa. Un cuento es como una piedra preciosa: nada sobra, todo tiene un papel y cualquier elemento tiene importancia. El lector apresurado no tiene por qué dejar la lectura interuumpida ya que puede leerlo de manera rápida. Ahora bien, para que sea un buen cuento debe captar la atención del lector desde el principio al fin; de ahí que no sea un género fácil para el escritor ni mucho menos un género menor.

Los cuentos del siglo XIX solían escoger como tema un acontecimiento importante en la vida del personaje; en cambio, el cuento del siglo XX y el actual reflejan cualquier momento, incluso sucesos sin aparente importancia. No hay, a menudo, un final cerrado, sino que son historias que suelen dejar al lector perplejo o sorprendido.

En España el cuento ha sido cultivado, entre otros, por Baroja, Valle-Inclán, Pérez de Ayala, Ignacio Aldecoa, Camilo José Cela, Miguel Delibes o Carmen Martín Gaite, sin olvidar a autores actuales como José María Merino y varios más. Es un género que en Hispanoamérica, como veremos, ha alcanzado altas resonancias. Así, Borges, García Márquez, Miguel Ángel Asturias o Julio Cortázar han sido grandes cuentistas.

El cuento es, junto con la novela, uno de los géneros más cultivados en la narrativa hispanomericana contemporánea. La mayoría de los grandes autores han escrito relatos de indudable calidad y originalidad. Muchas de las innovaciones literarias del llamado "boom" de la novela hispanoamericana, incluso, se han fraguado primero en los cuentos.

Comúnmente la crítica establece dos periodos creativos en torno a la cuentística:

- El cuento de los años 40 y 60.
- El cuento de los años 60 hasta la actualidad.

Si nos fijamos en el primer grupo encontraremos grandes autores. Destaca, sin duda, Jorge Luis Borges. A partir de 1930, comenzó a escribir lo que él llamó "Ficciones". Algunos de sus libros de cuentos destacables serían: El Aleph, Historia Universal de la Infamia, Ficciones, o más tarde, El Informe de Brodie y El libro de Arena. Todas sus narraciones repiten una serie de temas obsesivos: el mundo caótico y sin sentido, el destino y la fatalidad, el mundo como laberinto, el paso inexorable del tiempo, el tiempo cíclico, la imposibilidad de conocer el mundo, el carácter artificial e ilusorio de la realidad... Se acaracterizan, asimismo, por una gran originalidad estructutal.

Destacan también los relatos de Juan Rulfo, autor de quince cuentos que componen El llano en llamas (1953), en los que trata la dureza de la vida rural mexicana en su primitivismo y su pobreza física y moral.
No hay que olvidar los tres relatos de Alejo Carpentier recogidos en Guerra del tiempo. Juan Carlos Onetti, en suma, es otro gran cuentista, que proyecta los temas de sus novelas en csus cuentos. Tiempo de abrazar, Tan triste como ella y otros cuentos.

Desde los 60, ha ocurrido que las grandes novelas han eclipsado en parte a los relatos, aunque es injusto puesto que se han seguido publicando grandes colecciones de cuentos.
García Márques, sin ir más lejos, es un gran cultivador de este género: La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada, Los funerales de la Mama Grande o Doce cuentos peregrinos nos sirven de ejemplo.

Julio Cortázar retrata en sus relatos un mundo complicado, en donde la parodia es el elemento destacable. Destacan los relatos recogidos en Bestiario, El perseguidor, Todos los fuegos, el fuego, Las armas secretas, Historias de Cronopios y de famas, donde revela el absurdo de lo cotidiano con un gran sentido del humor.

Mario Benedetti aprovecha el relato, en Montevideanos o La muerte y otras sospechas, para trazar, de manera sencilla y comprometida, el panorama político de su país, Uruguay.
Mención aparte merece el cuentista Augusto Monterroso. Sus cuentos, muchos de ellos auténticos microrrelatos, tieneden a la máxima condensación: Obras completas (y otros cuentos), La oveja negra y demás fábulas...

Desde los 60 hasta nuestros días el cuento se sigue cultivando con gran éxito por autores de la talla de Mayra Montero, Isabel Allende, A. Bryce Echenique o Antonio Skármeta.
Muchos autores hispanoamericanos, en la década 1950-1960, prepararon, con la publicación de sus cuentos, el ambiente para el "boom" novelístico. El cuento fue el género ideal para ensayar las renovaciones técnicas propuestas por Faulkner, Huxley o el "Nouveau roman", en tre otros. Sin olvidar, por supuesto, la influencia que en la narrativa hispanoamericana han ejercido las tensiones políticas, por poner un ejemplo.
Sobre héroes y tumbas (1961), del argentino Ernesto Sábato, es una de las primera novelas que presagia el "boom". De la misma fecha es la mejor novela de Juan Carlos Onetti, El astillero, y El coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez, su seguna incursión en el mundo de Macondo. En 1962, otros dos grandes autores publican sus obras: Carlos Fuentes nos ofrece La muerte de Artemio Cruz y Alejo Carpentier, El siglo de las luces. Al año siguiente Julio Cortázar aporta la gran novela, Rayuela, y Vargas Llosa obtiene el premio Biblioteca Breve con La ciudad y los perros. La gran novela llega en 1967: Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.

Son muchas las novelas que se siguen publicando y la mayoría de los autores completan sus producciones con obras más maduras, Conversación en la catedral, de Vargas Llosa en 1969 o Ernesto Sábato con Abaddón El Exterminador.

El presente volumen recoge doce cuentos hispanoamericanos. La novedad de la antología estriba en que se tratan por igual los cuentos tradicionales que los ade autor. Asím los primeros seis reslatos son de origen popular y los seis que cierran el libro están firmados por autores de renombre y valía probada.
Sin duda la literatura popular, la que hunde sus raíces en el tiempo, aunque, a a veces, haya sido poco valorada por su tono oral cercano al pueblo, no hay duda de que es decisiva para emtender la literatura de cualquier país. Gracias a la literatura oral se rastrean temas comunes y se reconocen las mismas tradiciones en distintos países.

Estos seie cuentos tradicionales son:
* El rokhochito (Bolivia), recoigido por Hugo Molina Viaña en 1969.
* El árbol de las tres manzanas de oro (Chile), recogido por Ramón A. Laval en 1923.
* El árbol rojo de grana (Guatemala) que responde al capítulo III de la segunda parte del Popol Vuh, recopilaciónde leyendas de origen maya.
* Los tres hermanos y el sapo (México), recogido por Alfredo Barrera Vázquez en 1947.
* El agua de la vida (Panamá), recogido por Mario Riera Pinilla en 1956.
* El hombre, el tigre y la luna (Venezuela), recogido por Rafael Rivero Oramas en 1932.

Todos estos relatos fueron compilados, en su momento, por Car,em Bravo-Villasante en el volumen Cuentos populares de Iberoamérica (Ediciones Gaviota). En la presente edición se recoge, como hizo la propia Carmen Bravo, básicamente, el texto recogido por sus compiladores originales, aunque hemos realizado, muy puntualmente, algunas ligeras variaciones léxicas y sintácticas. Se mantienen, sin duda, loc cuentos íntegros, cercanos s sus orígenes.

Como bien comentaba la propia Carmen Bravo-Villasante en la introducción "En su mayor parte , los cuentos son breves, concisos, de una gran intensidad, y cuando son largos, la materia está muy concentrada, porque hay mucho que narrar. En esta narrativa clara y elemental se destacqan los vicios y las virtudes. La inteligencia, la maña y la astucia resuelven las dificultades. Se vencen los obstáculos con perseverancia y tenacidad".

En cuanto a los seis cuentos de autor, ha sido muy difícil hacer una selección. No bstante sí podemos decir que si bien no están todos los que son sí son todos los que están. Son relatos muy conocidos en su mayoría, de autores consagrados, que ofrecen distintos puntos de vista y sirvern de iniciación para introducirse en el conocimiento del cuento hispanomericano contemporáneo. En todos los textos se ha mantenido el original, con lo cual llegan directamente, sin intermediarios, al lector.
Se incluyen, por último, pocas notas al pie de página para aclarar, en la mayoría de los casos, el significado de algunas palabras y orientar al lector. Hay tanta información acerca de estos cuentos que sería una temeridad pretender mejorarla.

Los cuentos son:
* Historia de dos cachorros de coatí y de dos cachorros de hombre, de Horacio Quiroga (Uruguay). Se trata de un relato emotivo y entrañable. Pertenece a su libro Cuentos de la selva.
* El Aleph, Jorge Luis Borges (Argentina). Es un texto lleno de claves, inquietante y que exige un lector atento.
* Casa tomada, Julio Cortázar (Argentina). Acaso es uno de los relatos más conocidos y simbólicos que se incluye en Casa Tomada y otros cuentos.
* Nos han dado la tierra, Juan Rulfo (México). Es un texto duro, crítico y muy representativo del autor. Se incluye en El llano en llamas.
* Un día de estos, de Gabriel García Márquez (Colombia). Sin duda uno de los cuentos más breves del autor, aunque nos sirve de ejemplo para demostrar cómo, en pocas páginas, se puede condensar una historia. El relato se encuentra en Los funerales de la mamá grande.
* En memoria de Paulina, de Adolfo Bioy Casares (Argentina). Podría decirse que es un relato de amor, aunque el lector atento descubrirá nuevas posibilidades. El relato forma parte de Historias de Amor.


El Rokhochito
Anónimo (Bolivia)

Había una vez un indiecito que después de la muerte de su madre quedó a cargo de una malvada madrastra, que por una pequeña falta lo castigaba privándole de comida durante varios días. El pobre huérfano vivía buscando algún mendrugo en los depósitos de desperdicios del pueblo, y cuando no podía ya soportar el hambre, iba al cementerio a pedirle a su madre, llorando:
- Mamay, yarkhawashan, mamay yarkhawashan...(1).
Muchos días repitió el pedido. Una vez -dicen- se le presentó el alma de su madre y ofreciéndole un pan, le dijo:
-Recibe este pan, hijo mío. Cuando tengas hambre come la mitad y guarda la otra. Si no haces así, este pan servir para saciarte tan sólo una vez. 
El nño volvió a su casa y guardó una mitad del pan; y más tarde, cuando tuvo hambre, grande fue su sorpresa encontrarlo entero. Era un pan maravilloso que nunca se acababa.

(1) "Madre, tengo hambre, madre, tengo hambre".

1 comentario:

  1. Muy buena pinta tiene, sí. Ya me leí los de Rulfo, Borges y Cortázar pero no por ello me iba a privar del placer de releerlos. Lo buscaré.

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