martes, 30 de abril de 2013

La bicicleta del panadero

Nº 58

Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, 1957) es un poeta que interesa por aquí. De él ya se han reseñado La Casa Roja y La tumba de Keats y hace no mucho leí en el blog Adisson de Witt que había quedado finalista de su premio Ausiás March 2013. Así que en La Tienda de Lope nos hemos animado a traerlo y puede que más adelante haga una reseña, esperamos que una recomendación. Y  un  par de poemas, de esos que me gustan como una ducha refrescante de palabras que me dejan perdido:


Juan Carlos Mestre, 2012.
Calambur, 2012.

482 páginas.
25 €.

Poema Uno. 

le dije las sillas se hacen insoportables cuando están vacías sobre todo me dijo después de los entierros sobre todo después de los casamientos cuando se van los invitados tienes razón le dije un martillo es un hermetismo en mangas de camisa que entra en la sala de lectura dando voces dispuesto a abrir lo que sea no es para tanto dijo él ningún libro abre lo suficiente la boca como para enredarse en una investigación policial no te creas le dije yo se han dado casos en francia y al sur de la polonia ocupada ya pero no aquí dijo él donde la cobardía y las gabardinas abarrotan los percheros en cuanto caen dos gotas

los poemas dijo él se han convertido en escaparates de los almacenes de moda yo hice una mueca él me miró como quien no quiere la cosa pero pretende decir te he atrapado mangante creías que bastaba con quitarte la camisa de fuerza e irte a robar gallinas entre los escombros del público no le dije ni se me hubiera ocurrido las lágrimas me han vuelto mediocre y el prestigio de los textos dramáticos han desencajado la burla de los autómatas obligados a trabajar en el elenco de los asuntos humanos

bueno me dijo él los sacos están ahí empieza a transportarlos cuando quieras no sé si podré le dije me respondió eso es asunto tuyo ya pero cómo voy a poder hacerlo yo solo a mí no me vengas con esas me respondió huraño qué iba a decirle no me tocaba más que callar el camino a la infancia era largo y cuando antes empezara mejor pensé para mis adentros ya la doctrina del academicismo había hecho en mí estragos mentales y las monjas embarazadas con la información divina me ofrecían un puesto en su fábrica

me dijo las conveniencias están reñidas con lo buenamente así que allá tú no entiendo lo que quieres decirme no te lo voy a repetir para un actor fracasar es terminar en el carromato de un circo junto a la jaula de cebras en el mejor de los casos ahora me entiendes no del todo le dije me siento un apóstata atravesando un paisaje de sillas vacías comienza cuando quieras dijo él bueno dije yo en el circo no importa tanto el maquillaje exagerado haz lo que quieras me respondió careces de sentido común y amor propio eso es verdad respondí



 

Remitido a Schrödinger.

Era un día de primavera como en la página 127 de los Cantos de Maldoror, los pájaros derramaban sus melodías de trinos, y los humanos, entregados a sus diversas ocupaciones, se bañaban en la santidad de la fatiga. Era un día sin apenas testigos, cuatro hocicos de cerdo por aquí, algún ramillete de sabrosas muchachas que no dejan de preguntar qué es la vida a la orilla de la ciénaga donde brotan los narcisos salvajes. En la estación desierta de los partidarios de la Cuarta Internacional esperaban órdenes del hombre de la barba negra. Yo ya había clausurado mi corazón a los modismos y puesto una placa en la puerta en la que podía leerse: Soy zurdo, empuje las nubes con cuidado.

Llevo toda la noche preguntándome por qué son tan pequeños los átomos, en comparación, por ejemplo, con la frase más breve de Goethe. Una trivialidad si a continuación no viniera la frase: Das Sein ist ewig, algo así como que el ser es eterno.¡Como para no desvelarse! Necesariamente la luz ha de tener una velocidad menos a la de la inteligencia, de lo contrario el músico callejero ya se habría convertido en el ángel que mastica a la mujer del gramófono. Quiero decir que incluso el destino químico afecta a la poesía de manera violenta, un azar que aparece entre los volúmenes y las mascarillas mortuorias como una no necesariamente bella muchacha desnuda.

Ya está bien de pamplinas con la atracción universal de los cuerpos ideológicamente bellos, la poesía está hecha de pulsaciones eléctricas y precedentes en desorden, huellas contagiadas por el cero absoluto de la temperatura, es decir, el teorema de los relojes de péndulo, es decir, la niebla biológica, es decir, la mortandad de los prejuicios que afectan al orgullo de las costumbres. Tengo entendido que no hay mayor conjetura que un padre. Una preciosa estadística realizada con los rayos X demuestra la supremacía de lo que está fuera de la comprensión de la conciencia humana, una sombra diminuta con aspecto de vendedor de periódicos y forma de gajo de mandarina que aparece y desaparece cada vez que entre la cosecha de cebada la luz solar de la imaginación de su latido.

Escribo para obtener el premio Nobel de Física, después de todo el desorden exacto de los átomos no es muy diferente al de las palabras armonizadas en la oficina. ¿Cuántos son numéricamente hablando los que se miran a los ojos y abandonan su Yo? Dejémonos de extravagancias, ningún espejo es un mecanismo puro destinado a la imitación, sino reflejo de un anhelo variable de lo singular, es decir, he huido del capataz que me persigue con un pedazo de hueso, es decir, el árbol en el que se apoyaba Kant es el mismo en el que se apoyó Mozart, es decir, el réquiem por un sueño, es decir, la disolución del azúcar gracias al motor eléctrico de los místicos y los amantes.

2 comentarios:

  1. Premio Dardo para tu blog http://juanmsalamanca.blogspot.com.es/2013/05/premios-dardos-ganadores.html

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  2. Vale, Juan, te agradezco que hayas pensado en mi.

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Comentarios.