martes, 22 de octubre de 2013

CIELOS E INVIERNOS.

Ramón Irigoyen, 2011.
Visor, 2011.

312 páginas.
14 €.

La impresión que me iba dejando la lectura del poemario CIELOS E INVIERNOS es que en esa época (1979) Ramón Irigoyen era un tipo alegre, alguien que trata de tomarse la vida a risa, aunque lo hiciera a fuerza de poemas serios. El pasado marzo  Raquel me regaló su poesía reunida y de momento he leído esa primera obra. La verdad es que me ha dejado satisfecho y he disfrutado mucho con su primera lectura. Ahora que releo algunos poemas para colgarlos aquí vuelvo a divertirme. Pero hay que ser justos, aunque uno se conforma con ser honesto: yo creo que los objetos a los que la poesía de Irigoyen se refiere en este poemario son, en realidad, dolorosos. Hay una ironía que duele, que escuece un poco y que hace reír porque roza la frivolidad: las cosas demasiado serias tienen que ser tratadas con desenfado, reírse de las maldades que a uno le ocurren es sobreponerse a ellas:



LA MUERTE DE UN BOHEMIO.

Se ha muerto aquí se ha muerto al descampado
se ha muerto derrepentemente de muerte sopitaña
se ha muerto tripa arriba contra el cielo
despanzurrándose de tierra

se ha ido se ha marchado se ha pirado
se ha ido de parranda con el alba
se ha marchado de blancos tintos claros
se ha pirado pirándose de juerga

almorzará a diario con la muerte
(tantos años su amante y hoy su esposa)
y cenará gazpacho en los infiernos
a falta de ternera u otras Glorias

mi amigo
se ha ido con la Aurora.



No irá a decirme alguno que este poema no es una chulada. Lo es. Uno sonríe mientras le llegan los ecos de un hecho triste. La poesía espanta a los fantasmas, a los del poeta sobre todo. Si el poeta sabe transmitir eso, si logra hacerlo con belleza seguro que tiene un buen poema que arrojar al mundo:



ARTE POÉTICA.

Un poema si no es una pedrada
-y en la sien- 
es un fiambre de palabras muertas
si no es una pedrada que partiendo
de una honda certera
se incrusta en una sien
y ya hay un muerto.



No podría hablar de los tipos de sinécdoques porque se me escapan los tecnicismos, pero las expresiones bellas y frescas abundan, me he encontrado con una voz muy suya que me llega, que me divierte más en cada lectura... el ritmo es alegre, se avanza con gracia y satisfacción. 



BASIUM INTERRUPTUM.

La noche estaba como para cenar cielo
labios de luna asoleada
hicieron revivir la boca de mi alma
con unos besos de tobillos alados
y fue una eternidad decapitada en un instante
porque una puerta improcedente que se abrió
nubló nuestra felicidad
condenándome a deseo perpetuo en hambre y sed 
del placer fulgor lechoso ahorcado en una llave.



La edición corre a cargo de Visor (2011) y reúne también los poemarios LOS ABANICOS DEL CAUDILLO (1982), ROMANCERO SATÍRICO (2011) y LA MOSCA EN LA MISA (2011), de los que quizá diga algo más adelante pues está en mi pensamiento la idea de leerlos en este 2013. Es Ramón Irigoyen un poeta que me ha llegado con estos poemas en los que la educación franquista es uno de los temas más recurridos y, en general, se trata de transgredir incluso en la resignación los límites aún estrechos del conservadurismo recalcitrante que ni viví ni me siento preparado para describir, porque incluso en la resignación se burla Irigoyen de cada estamento sagrado:



EL SEPELIO DEL REY.

Mulillas casquivanas,
que, porque os aplauden, 
arrastráis a ese dios jolgoriosas
como si el triunfo fuera vuestro.
Para ser subnormales hasta las pezuñas
sólo os falta jugar a las quinielas.


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