viernes, 23 de enero de 2015

Nº 82

No recuerdo ahora mismo en qué suplemento leí una reseña que llamó bastante mi atención y tampoco quién era el crítico que escribía también sobre esta novela que ahora ha llegado a la librería porque la pedí, me encapriché porque para ser librero es necesario ser también caprichoso. Lo de mi memoria es cosa aparte. Generalmente olvido las cosas que no me importan -supongo que en caso contraio tendría que ir al médico- pero no siempre es así. Lo cierto es que evito ir al médico siempre que puedo. Bien, media entrada.
Ignacio Ferrando es nacido en Trubia en 1972 y ha publicado la novela UN CENTÍMETRO DE MAR (2011) y los libros de cuentos CEREMONIAS DE INTERIOR (2006), SICILIA, INVIERNO (2009) y LA PIEL DE LOS EXTRAÑOS (2012). Dejo a continuación un fragmento de su último trabajo en el que lo extraordinario parece mezclarse con lo imposible: una densa oscuridad se cierne en el invierno ártico sobre Storborg, la pequeña población donde vive Endre Solberg, un director de cine experimental que acaba de perder a su mujer en un aparente suicidio. Sin embargo, al volver a casa tras el velatorio, la encuentra viva en el salón, como si nada hubiera sucedido. Desde ese momento, el lector de LA OSCURIDAD asiste a una intriga creciente, reflejo de la que atenaza a Endre, inquieto por saber quién es esa misteriosa mujer: si se trata de un fantasma o de una impostora, del reflejo de su propia culpabilidad, o si Liv, actriz frustrada, preparó todo para una última "gran representación", según la contraportada.

Ignacio Ferrando, 2014.
Editorial Menoscuarto, 2014.

314 páginas.
17.50 €.


Todo comienza con la suite nº1 de Edvard Grieg, con el cadáver de Liv dibujándose entre claveles rojos, junto a las coronas, pálida, casi azul por el exceso de maquillaje. Yace expuesta con las manos en el regazo, vestida como una princesa renacentista. Los familiares y algunos vecinos han venido a verla. Se estrechan enérgicamente las manos, picotean frutos secos. Reconozco a los Quisling, a Gene Amdahl, a la abuela Magne. A veces se encogen de hombros, cuchichean, incluso creo verles sonreír cuando nadie los ve. Todo tiene ese aire recreativo, teatral, como si lo hubieran filmado a cámara lenta en un solo plano secuencia. Necesito respirar. Las ventanas están cerradas herméticamente. Fuera sigue nevando como desde hace días. Storborg es la ciudad más septentrional de Noruega, es decir, tiene un censo de cincuenta mil habitantes, alcalde laborista, puerto ballenero y un festival popular de música clásica en el que los alumnos del conservatorio maltratan las sinfonías más conocidas de Debussy y Chaikovski. Pero eso es en verano. Con la muerte de Liv, ha llegado el solsticio, y con el solsticio, una oscuridad que no es oscuridad, sino una noche inacabada, parcial, que tiñe el perfil de las casas de un azul hojaldrado.

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